“El sistema le ha fallado a Lucio en muchos aspectos –sostuvo Silvia Gómez, la abuela de Lucio Dupuy al finalizar la audiencia donde se conoció la sentencia del juicio por el asesinato del niño–. No queremos que haya otro Lucio en el mundo, ahora luchamos por eso” explicó luego de conocer el veredicto que leyó este mediodía, la presidenta del Tribunal de Audiencias pampeano, Alejandra Ongaro, en la ciudad de Santa Rosa. El llanto de Chrístian Dupuy, el padre del Lucio, humanizaba la escena en la Sala de Audiencias de esta Ciudad Judicial. Mientras las dos acusadas escuchaban el veredicto en modo virtual, desde el penal de San Luis donde están detenidas.
Son culpables, eso dictaminó el fallo. Los cargos son: homicidio triple y doblemente agravado en referencia al asesinato de Lucio Dupuy. Para la madre del menor, Magdalena Espósito Valenti, el cargo tiene el agravante del vínculo, la alevosía y el ensañamiento. Para su pareja Abigail Páez, el cargo reviste ensañamiento y alevosía, y se la condena también por abuso sexual. Así falló el Tribunal de Audiencias de Santa Rosa, la ciudad donde vivían hasta la muerte del niño´, en noviembre de 2021. El veredicto abre el camino a la prisión perpetua para ambas. Las penas se conocerán el 13 de febrero, cuando vuelva a expedirse el Tribunal.
Mientras se espera la condena, la familia paterna de Lucio y los fiscales del caso esperan acceder a los fundamentos del fallo que eximió a Espósito Valenti del delito de abuso sexual. El debate se expande hacia la responsabilidad del Estado en materia de protección a las infancias y surge la necesidad de lograr la aprobación de la Ley Lucio, aun cuando los especialistas en infancias afirman que “no es un problema de falta de leyes sino de su puesta en vigencia”.
En los conflictos que el caso expone –violencia infantil e intrafamiliar, sobre todo–, se profundiza el debate sobre la responsabilidad del Estado, por la falta de seguimiento en un caso de derechos de infancia vulnerados. Por eso la familia pide la destitución de la jueza que devolvió la tenencia a la madre de Lucio –Ana Pérez Ballesteros del Juzgado de Familia Nº1 de Santa Rosa–, sin seguir el caso. Y se abrió una investigación por las alertas que deberían haberse activado institucionalmente, ante los reiterados ingresos del menor a centros de salud. Y su ausencia al jardín de infantes, por caso.
La familia también advierte, e insiste en que hubo “odio de género”, y considera que esto es parte de los motivos del crimen: “Querían perjudicar al padre” explica su abuelo Ramón –en un intento por darle una lógica al brutal asesinato–, aunque el Tribunal desestimó el odio de género como agravante.
La descripción del crimen
A este veredicto, que la familia Dupuy siguió desde las primeras filas de la Sala de Audiencias, le corresponden condenas de prisión perpetua. Hay maltrato crónico de un menor, físico y psicológico –incluso abuso sexual–, que deriva en un cuadro de traumatismos múltiples declara el fallo. Estos traumatismos “le causaron la muerte”, leyó la jueza Ongaro, mientras el llanto Christian Dupuy volvía a poner en evidencia la crueldad que describía el oficio.
También los abuelos Dupuy, Ramón y Silvia, y el abogado de la familia lloraban al escuchar, nuevamente –pero ya en el ámbito institucional de un Tribunal Supremo–, los hechos a los que refiere la sentencia, sobre los modos en que Lucio fue maltratado y ultrajado. Hay dolor. También emoción en esas lágrimas. Lo confirma Ramón Dupuy cuando habla, al mostrarse conforme con el fallo, al agradecer a todos al finalizar la audiencia, que las acusadas deberían haber presenciado: “Deberían estar acá para escuchar la sentencia, pero tienen derecho a no estar” razona, sin embargo, por la legislación provincial que lo habilita.
Para Ramón lo importante es el resultado y es lo que agradece cuando puede hablar, cuando termina el largo abrazo que se da con su hijo Christian, cuando vuelve a caminar por los alrededores de la Ciudad Judicial como dos horas antes, cuando llegó con Silvia y dijo: “Me explota el corazón, agradezco a toda la gente, acá y en General Pico, todos ayudaron a llegar hasta acá”. Luego agregó, sobre lo que vendrá: “Justicia es perpetua”. Y se abrazó con Juan Carlos Blumberg, que esperaba a su lado, atento al impacto mediático del caso y consciente de los debates que habilita.
La sentencia no habla de género
La sentencia declara a las dos mujeres responsables del asesinato de Lucio. Hubo “homicidio agravado por el vínculo, con ensañamiento y alevosía”. Páez fue encontrada culpable de “homicidio con alevosía y ensañamiento” y el abuso sexual. El abogado de la familia Dupuy, José María Aguerrido, adelantó a la prensa al finalizar la audiencia: “Homicidio agravado impone la prisión perpetua”. Y añadió: “Lucio descansará en paz, estamos relativamente conformes” sobre el veredicto que responsabiliza a la madre del niño “respecto de un homicidio agravado triplemente”.
Sin embargo Aguerrido se muestra sorprendido porque Valenti fue absuelta del abuso sexual. Y porque el Tribunal no ve el “odio de género” como agravante. El abogado enfatiza en este último punto, en línea con la familia. Exento de esa mirada que juzga al caso como un “crimen de género”, el Tribunal no vincula esa perspectiva con este asesinato. Y enfoca la condena sobre el maltrato al niño. Eso pudo escucharse cuando la presidenta del Tribunal de Audiencias, acompañada por los jueces Andrés Olié y Daniel Sáez Zamora, leyó el “texto introductorio de culpabilidad”.
El fallo consigna la diferencia de cargos entre las acusadas. A la madre del niño “se la absuelve por el beneficio de la duda, en el abuso sexual”, refiere el fiscal de la causa Walter Martos, por lo que se indagará, en ese punto del fallo, cuando puedan leerse los fundamentos, explica. En eso coincide Máximo Paulucci, fiscal general de La Pampa, quien también se expresó conforme con la sentencia: “Era la expectativa que teníamos, que implica delitos de homicidio agravado, doble y triplemente agravado –destaca–, los cuales tienen como única opción de pena la prisión perpetua”.
Aunque el fiscal general lamentó que hayan absuelto a Espósito Valenti por el abuso sexual, fue cauto: “Tenemos que analizar el fallo, hoy supimos solo el resultado. Y estamos conformes con eso”, remarcó Paulucci, quien dirige la fiscalía que integran entre otros Marcos Sacco y Verónica Ferrero, presentes también en la audiencia de hoy. Este será un juicio histórico, evalúan los fiscales. Y servirá de modelo para los casos de violencia ejercida sobre las infancias, sobre todo para prevenirlas, explican. A eso apuntan también los organismos de protección infantil, al hablar de más herramientas para el sistema integral de prevención. Para que, con o sin una Ley Lucio, “no haya más Lucios”, se esperanza la abuela Silvia.
¡Justicia!
La familia Dupuy , los abuelos Ramón y Silvia y una tía, llegaron a la Ciudad Judicial de Santa Rosa poco antes del mediodía. Caminaron entre la adhesión de vecinos y familiares de otras víctimas como Viviam Perrone, titular de Madres del Dolor, y Jimena Aduriz, la mamá de Ángeles Rawson. También había otras asociaciones de defensa de las víctimas. Convocados por la familia, llegaron a Santa Rosa para escuchar el veredicto. Y cuando los abuelos paternos de Lucio caminan hacia la entrada del Tribunal los acompañaban pidiendo “¡Justicia!”.
Junto a las Madres del Dolor, estaba Juan Carlos Blumberg, también la monja Martha Pelloni. Llegaron vecinos de Santa Rosa y de General Pico de donde es la familia Dupuy. Y allí, en las afueras del Tribunal, la abuela Silvia Gómez dirá al terminar la audiencia: “Nosotros quisimos transformar nuestro dolor en lucha, y estamos luchando día a día por los chicos. El sistema le ha fallado a Lucio en muchos aspectos. No queremos que haya otro Lucio en el mundo. Ese es el trabajo ahora”.
“¡Se pa ra das!”
“Que las se pa ren” clamaban los manifestantes en la puerta de la Ciudad Judicial de Santa Rosa. Quieren que la justicia resuelva “separar” a las dos condenadas por el homicidio de Lucio Dupuy, su madre y su pareja. La confusión entre el papel de la justicia y los prejuicios alimenta así una campaña que nació en redes y se extendió a los medios, montada en el horror del caso. El objetivo no es la protección de las infancias sino sus intereses particulares. “Que les den perpetua” gritaban las voces, como si fueran las de juristas expertos, antes de conocerse el veredicto.
La desmesura del crimen crece y corre los márgenes del asombro. A medida que se conocen los detalles el horror potencia el morbo callejero. Desde los chats de las acusadas, a los detalles de la autopsia, todo sirve en este caso, pareciera, para alimentar las voces que desvían las discusiones, por caso hacia la condición LGTB de las acusadas, en lugar de ir por el camino de la prevención, sobre lo ocurrido. Ojalá Lucio pueda “descansar en paz”, y su caso sirva de ejemplo, como estiman los fiscales, para poder activar realmente los mecanismos estatales de defensa de niñes y adolescentes. Entonces, la esperanza de que “no haya más Lucios” estará un poco más cerca.