Edgardo “El Patón” Bauza (64) sufre el Mal de Alzheimer y el avance de la enfermedad está en un punto de “no retorno”. Así lo sentenció Esteban Paz, dirigente de la Liga de Quito, club en el que el “Patón” es ídolo.
“A veces lo llamo. Ahora es difícil, no hay retorno”, dijo el directivo de la institución de Ecuador, país donde reside el entrenador rosarino desde que dejó definitivamente la Argentina allá por febrero de 2019.
En declaraciones al diario Olé, Paz expresó que el cuadro de Bauza comenzó en su última etapa como DT de Rosario Central, coronada con la conquista de la Copa Argentina. “En Rosario Central ya fue más evidente, por eso terminó regresando a Ecuador. Ahora está radicado acá. Intentamos hace dos años, antes de la pandemia, que esté en el complejo, que sea un asesor deportivo del club. Lo fue por tres semanas, iba a ayudarnos, estaba Pablo Repetto de técnico”, recordó.
Y en ese sentido agregó: “Ahí vimos esos cambios de personalidad, y empezó a opacarse la personalidad de Edgardo, a tal forma que decidió no ir más. Fueron pocas las veces que pudimos conversar, a veces lo llamo. Ahora es difícil, no hay retorno. Pero siempre hay cariño, hay una historia que nos contó y nos ayudó a escribir”.
El día que el “Bambino” Pons reveló que el “Patón” Bauza padece el Mal de Alzheimer
El 22 de mayo pasado, el relator Juan Manuel Pons, cercano al exfutbolista y entrenador, reveló: “Tiene muy avanzado el Alzheimer y está complicado”.
En declaraciones a Cielosports, el “Bambino” agregó entonces que el “Patón” hoy divide su tiempo entre Quito y Rosario, y que el cuadro que padece hace que confunda “los colores y hasta el orden de las comidas”
Edgardo Bauza nació en Granadero, provincia de Santa Fe, el 26 de enero de 1958. Es un símbolo de Rosario Central por su paso como futbolista en los 70 y 80. Como entrenador fue campeón de la Copa Libertadores en dos oportunidades: con la Liga de Quito de Ecuador, en 2008, y con San Lorenzo, en 2014.
Afectado por el trance del exfutbolista y entrenador, quien el 3 de octubre pasado le puso fin a su carrera como estratega con una carta que dio a conocer Maximiliano Bauza, su hijo, agregó el “Bambino” Pons: “Le empezó a agarrar después de la Copa Argentina. Los seres humanos somos muy frágiles”.
La carta en la que Edgardo Bauza se despidió de su carrera como DT: “El final de mi carrera”
Siempre fui una persona abierta al diálogo, a contar y no a ocultar los temas vinculados con mi profesión. No importaba si eran buenas o malas noticias, alegrías o tristezas. Sentí que, por todo lo que el fútbol genera, compartir mis sensaciones y pensamientos era la forma correcta de respetar y agradecer a quienes se interesaban por lo que hacía.
Pero las despedidas, los cierres de ciclos, siempre son más difíciles para manifestarse con palabras, más allá de los hechos.
Hace poco trascendió la noticia sobre mi retiro como entrenador. Entonces, honrando nuevamente mi forma de proceder, soy yo mismo quien quiere comunicar que efectivamente he puesto un punto final al capítulo de mi historia como director técnico.
Las motivos de mi decisión responden estrictamente a razones de salud. Entendí y acepté que, para mi propio bienestar y para el de mi familia, debía apartarme del trabajo que me apasiona y con el que conviví durante tantos años, luego de mi etapa de futbolista.
Si bien la información en los medios circuló por estos días, la realidad es que el cierre de mi carrera se produjo en 2019. El destino me ayudó a que la determinación haya sido menos dolorosa, ya que mi relación con el fútbol se terminó con una profunda alegría.
Es que ocurrió en el mismo club que me vio nacer, que me cobijó en mi formación, que me permitió disfrutar como hincha y profesional a la par, primero jugando en la cancha y luego conduciendo desde el banco. Mi relación con Rosario Central será eterna.
Lo primero que siento ahora, cuando me invaden los recuerdos, es orgullo. Es que hemos atravesado todos los momentos con mi equipo de trabajo, superando escollos y dificultades, pero también disfrutando por cada logro, por cada objetivo cumplido cada vez que encarábamos un desafío.
Soy y seré un agradecido. Al fútbol; pero, especialmente, a la vida, que me permitió recorrer un camino tan maravilloso. Sé que seré injusto, porque es imposible mencionar en su totalidad a quienes se merecen en estas líneas. Pero me gustaría que todos los que me acompañaron se vean reflejados en estas palabras; independientemente de las instituciones y los nombres propios.
Muchas gracias a Central, Vélez, Colón, Sporting Cristal, Liga de Quito, Al-Nassr, San Lorenzo y Sao Paulo, por haber confiado en mí para conducir a sus equipos. En cada uno de esos clubes va mi gratitud para sus hinchas, las muestras de cariño recibidas las conservo como un trofeo comparable a cualquiera de las Copas o de los Campeonatos ganados. En Quito y en Boedo, naturalmente, esas sensaciones se potenciaron; por eso mi agradecimiento allí es mayor aún.
Muchas gracias a las Federaciones de Emiratos y Arabia y, principalmente, a la AFA, por las oportunidades brindadas para conducir a sus seleccionados.
Muchas gracias a los dirigentes, varios de los cuales se transformaron luego en amigos. Mi recuerdo especial es para Rodrigo Paz, quien sinceramente fue mi segundo padre.
Muchas gracias a los jugadores, a todos y a cada uno de los me tocó dirigir en ese círculo iniciado en las divisiones inferiores de Central y concluido con los profesionales en el regreso a mi querido club.
Muchas gracias a cada empleado de los citados clubes y federaciones.
Muchas gracias a los periodistas, con los que hemos coincidido y disentido, pero cuyo respeto hacia mi persona, sobre todo en este último tiempo, no quiero dejar de reconocer.
Muchas gracias a mi inigualable grupo de trabajo, siempre presente para apoyarme y ayudarme a alcanzar las metas trazadas. Abrazo del alma a mi amigo de toda la vida, José Daniel Di Leo; a los profes Alejandro Mur y Bruno Militano y, por supuesto, a mi Hijo Maxi. No me olvido de ninguno de los tantos que nos han acompañado en diferentes lugares y momentos.
Muchas gracias a mi representante, Gustavo Lescovich, que hace mucho dejó de serlo porque ya es un amigo de los pocos que uno puede encontrar en ambientes en los que los intereses pesan más que la confianza.
Muchas gracias a Javier Tabares, que me ayudó a escribir estas palabras y que siempre estuvo pendiente de mí, anteponiendo el plano personal al profesional.
El agradecimiento final, el más importante, lo guardo para quienes más lo merecen: los integrantes de mi amada
familia. Ellos son los que más sufrieron en este largo y complejo camino, son los que estuvieron y siguen estando sin pedir nada a cambio en los momentos más difíciles, son quienes me demuestran su amor incondicional sin importar las circunstancias.
Muchas gracias a mis hijos, Emi, Nico y Maxi, a mi esposa Maritza y a mi hermano Daniel.
Y a ustedes, muchas gracias también por haber compartido este tiempo, leyendo estas líneas, y por haberme permitido expresarles, una vez más, mi verdad y mi emoción.
Edgardo Bauza, 3 de Octubre 2021.