El Observatorio Hacer Educación de la UBA presentó una encuesta realizada a nivel nacional para conocer las expectativas, opiniones y actitudes de la sociedad en general y la comunidad educativa en particular con respecto al sistema educativo. El propósito del estudio fue contrastar las percepciones de los dos grupos, identificar cuáles son las problemáticas que se observan y establecer posibles planes de acción como propuesta de mejora a futuro. La falta de capacitación docente, el nivel deficitario de los secundarios y la necesidad de incorporar mayor contenido en tecnología y valores desde la escuela son algunos consensos que explican la visión generalizada de una “situación crítica” en el sistema. El Observatorio pertenece al Instituto de Investigaciones en Gestión, Desarrollo y Control de Organizaciones (Igedeco) y es dirigido por el exrector de la Universidad, Alberto Barbieri, quien destacó la importancia del estudio para el debate público: “Es necesario que estos temas estén en la agenda“, aseguró.
Una de las principales conclusiones a las que arribaron los analistas fue la percepción negativa que comparten las dos poblaciones encuestadas en torno a la situación actual y al porvenir de la educación en el país. “Un presente negro y un futuro que no aclara”, resume el informe en el que a continuación se expresan los resultados del estudio. Dentro de la población general, ocho de cada diez encuestados consideraron que la educación es peor ahora que hace 30 años y un 59 por ciento aseguró que la situación seguirá “igual de mal” o se agravará en el futuro. Una opinión similar tienen los integrantes de la comunidad educativa, ya que el 64 por ciento aseguró que la educación era mejor tres décadas atrás y un 53 por ciento ve un declive aún mayor a futuro.
En esta línea, los encuestadores propusieron a los entrevistados un ejercicio paradójico, donde debían calificar al sistema educativo argentino. Se observó que, en una escala de cero a diez, el promedio de ambas percepciones no llega a 5 puntos (4,89 para la población general y 5,44 para la educativa). Sin embargo, al momento de evaluar la institución a la que asisten sus propios hijos, los valores ascienden notoriamente (7,56 y 7,58 para cada grupo).
Pero en la comparación con otros países la percepción generalizada difiere de las cifras oficiales. La mayor parte de los encuestados estima que son los países europeos -con el modelo finlandés como ejemplo destacado- y Estados Unidos quienes poseen los mejores niveles de educación a nivel mundial. Sin embargo, el ranking basado en los últimos resultados de las pruebas PISA está liderado por China, Singapur, Macao y Estonia. Para Barbieri, este contraste se explica por la distancia cultural con esos países: “China está tan alejado para nuestra percepción occidental y cristiana del mundo que no lo consideramos ni aunque sean los mejores”. En Finlandia, a su vez, los índices ostentados en otras épocas están en descenso. Los datos también contradicen la valoración de la educación nacional. Para el promedio de la comunidad educativa, entre 200 países, Argentina estaría cerca del puesto 103; mientras que para la sociedad en general se encontraría cerca del 120. Sin embargo, ocupa el lugar 47 en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas y los puestos 64, 63 y 71 en las pruebas PISA de Ciencias, Habilidad Lectora y Matemática.
Si bien está centrado en las problemáticas inherentes al sistema educativo, el informe da cuenta de un malestar general en la sociedad, afectada por un contexto socioeconómico adverso. “Hay un clima general que es bastante pesimista, y eso se va derramando y reflejando en otras variables”, aseguraron los analistas. Para la encuesta, desarrollada en todo el territorio nacional, se tomaron 1003 casos de la población general y 405 de la comunidad educativa (conformada por docentes, directivos, personal administrativo y preceptores, entre otros).
El balance de la sociedad es negativo, pero la novedad en el estudio realizado la constituye la visión de los propios integrantes de la comunidad educativa, que se posicionan en un lugar crítico respecto de su ámbito laboral cotidiano. En este sentido, tanto las falencias como los mejoras a incorporar son compartidas. En una pregunta abierta a los entrevistados, el principal problema identificado fue la formación y capacitación docente, seguido de una serie de problemáticas edilicias y de inversión. También hubo coincidencia en los dos elementos que encabezaron la lista de temas a aprender en la escuela: tecnologías (36 y 32 por ciento) y valores (33 y 23 por ciento). “Hay todo un tema social acá. Tanto unos como otros están pidiendo que en la escuela se enseñe lo básico que antes uno creía que lo tenía que dar la familia”, admitió Barbieri respecto a la alta demanda de educación en “valores”.
Asimismo, es al interior de la comunidad educativa donde se observa un mayor pesimismo respecto a las posibilidades que otorga la educación. Un 52 por ciento cree que no es posible lograr una buena posición económica aun con estudio y trabajo, mientras que ese número desciende al 41 por ciento de la población general. Además, la percepción de una movilidad social ascendente es mayor en los encuestados que pertenecen a niveles socioeconómicos elevados. El 67 por ciento del segmento ABC1 (clase alta) afirma que “cualquiera que estudie y trabaje puede lograr una buena posición económica en el país”, frente a un 33 que descree de esa afirmación. Los valores se equilibran a medida que se desciende en la escala social, y llegan a una relación de 56 contra 44 por ciento en el sector D1D2E (clase baja).
Por otra parte, si se analiza de forma desagregada las distintas instancias de la trayectoria educativa, es en la secundaria donde se observa la peor valoración. Con una imagen positiva menor al 30 por ciento, contrasta con los niveles inicial y universitario, los que son valorados por la población general con un 62 y 59 por ciento, y por la comunidad académica con un 67 y 70 respectivamente. En este punto, aunque en promedio estiman un mejor nivel en la educación privada, la percepción es similar a la de los establecimientos públicos: en ninguno de los casos la calificación alcanza los 7 puntos. Al momento de evaluar la calidad universitaria, sin embargo, la diferencia es contundente: el 55 por ciento de los encuestados en la población general consideran que la universidad pública brinda una mejor educación frente al 21 por ciento de la privada. En la comunidad educativa, se repite la tendencia, 64 contra 11.
Desde Igedeco aseguran que están trabajando en ideas que puedan aportar para contribuir a mejorar el panorama actual. Ideas que plasmarán en un libro, donde se verán reflejados los avances del instituto. Además de la encuesta presentada este lunes, los analistas trabajan con la Cámara Andina de Fomento para elaborar un análisis de percepciones de las políticas educativas implementadas en la pos pandemia, junto a Colombia y México. Por otra parte, se espera integrar los estudios realizados a un monitor político para evaluar qué hicieron los Gobiernos desde el advenimiento de la democracia y qué proponen los candidatos en este año electoral.