Lula profundiza su entendimiento con el Papa en la lucha contra el hambre

Diplomáticamente opuestos: el gobierno de Brasil puso de manifiesto, a través de medidas y gestos, sus diferencias insalvables respecto de las posiciones defendidas en el exterior por el presidente Javier Milei. Al mismo tiempo, Brasil profundiza su entendimiento con otro argentino, el Papa Jorge Mario Bergoglio.

Este martes un enviado de Luiz Inácio Lula da Silva arriba a Roma donde conversará con Francisco sobre sobre varias iniciativas contrarias al capitalismo sin frenos, como es el cobro de un impuesto a los millonarios globales que será destinado a financiar programas contra el hambre.

Brasilia y California 

En Brasilia Lula anunció que su ministro de Hacienda, Fernando Haddad, le explicará a Francisco como implementar ese impuesto que cobraría el “dos por ciento a las 3 mil mayores fortunas” del planeta generando recursos para alimentar a 340 millones de ciudadanos que sufren hambre.

La confirmación de la audiencia en la que Haddad será recibido por el jefe del estado vaticano fue comunicada el miércoles pasado en Brasilia pocas horas antes de que Javier Milei hablara en favor del capitalismo libre de toda regulación en la universidad de Stanford, California.

Allí, con pose de académico a pesar de carecer de algún posgrado, el mandatario recomendó dejar indefensos, librados a su suerte, a los argentinos asediados por el hambre.

A la conferencia de Stanford asistieron empresarios y estudiantes posiblemente curiosos en conocer de primera mano el pensamiento del jefe de Estado sudamericano que más espacio ha tenido en la prensa estadounidense en los últimos días, incluyendo en esa medición el artículo publicado en la portada de la revista Time.

“Hambre, inaceptable”

El planteo mileísta sobre el flagelo del hambre y su propuesta de aceptarlo como un dato de la realidad, es refutado integralmente por Lula.

“Debemos crear conciencia de que el hambre es algo inaceptable” afirmó el otrora dirigente metalúrgico en una reciente reunión con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, en su oficina del tercer piso del Palacio Planalto.

“Estoy dispuesto a realizar una campaña mundial contra el hambre y la desigualdad”, porque es necesario crear “conciencia” sobre esos problemas, ha dicho una y otra vez el mandatario.

Durante su viaje a Brasil el cardenal Parolín analizó con miembros del gobierno del Partido de los Trabajadores algunas iniciativas conjuntas para enfrentar el hambre y otros temas.

Desde el inicio del tercer gobierno lulista, en enero de 2023, Brasilia y Roma también han tenido posiciones similares sobre la preservación de la Amazonia -devastada durante el gobierno de Jair Bolsonaro – y la búsqueda de una solución a la guerra en Ucrania. Lula y Francisco coinciden sobre la necesidad de que los gobiernos de Kiev y Moscú se sienten a negociar contando con la mediación de actores de peso.

Esa fórmula para acabar con el conflicto es rechazada por Volodimir Zelensky, el jefe de estado ucraniano que la semana pasada soltó duros conceptos contra el brasileño ( lo tildó de aliado del Kremlin), algo que contrasta con la buena relación que mantiene con Milei.

En un gesto más que amistoso Zelenski visitó el 10 de diciembre en Buenos Aires al argentino, que en lugar de discutir fórmulas para poner fin a la guerra como lo hacen Roma y Brasilia, adhiere sin objeciones al belicismo propuesto por Estados Unidos y la OTAN.

Reuniones en el Vaticano

Varios de los asuntos internacionales mencionados en esta nota ya fueron abordados dos veces por Lula y Francisco en la Santa Sede.

La primera reunión ocurrió en febrero de 2020 cuando el brasileño ni siquiera había lanzado su candidatura para enfrentar al entonces mandatario Bolsonaro, quien por su lado mantenía relaciones distantes con el Vaticano.

El segundo encuentro sucedió en junio del año pasado. Cuando el petista además de visitar el Vaticano mantuvo conversaciones con la primera ministra italiana, la derechista Giorgia Meloni, el presidente centrista Sergio Mattarella y el intendente romano, Roberto Gualtieri, de izquierda.

Es posible que Bergoglio vuelva a verse este mes en Italia, en el marco de la conferencia del G7, con Lula quien, en cambio, nunca se reunió con Milei -de quien recibió una metralla de insultos el año pasado-. Agravios por los que Lula exigió disculpas, las cuales aún no fueron presentada por su colega argentino.

Cumbre del G20

Graduado y doctorado en la estatal Universidad de San Pablo, el ministro de Hacienda Fernando Haddad, demostró que el dinero necesario para mitigar el hambre de la población más pobre puede ser recaudado si se logra un consenso entre los principales gobiernos del mundo. Y que una centena de “superricos” vive, y posiblemente evade impuestos, en Latinoamérica.

Otras de las propuestas de Haddad consiste, precisamente, en impedir los mecanismos de los que se valen los millonarios para eludir al fisco.

Además de costear la lucha contra el hambre una parte de los recursos del impuesto sería destinada a financiar programas de enfrentamiento sobre cambio climático en los países en vías de desarrollo, sostiene Haddad.

Así lo planteó en diversos foros, como la reunión de ministros de Economía y presidentes de los Bancos Centrales del G20 realizada en febrero en Río de Janeiro.

Según el ministro si el impuesto fuera aplicado en Brasil, permitiría embolsar alrededor de 8 mil millones de dólares anuales, monto equivalente a diez veces el presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente.

Por cierto la propuesta no es una creación por completo brasileña, ya que tiene entre sus mentores al profesor francés Gabriel Zucman, discípulo de Thomas Piketty, famoso por sus tesis sobre capitalismo y desigualdad.

Los gobiernos de Alemania y Francia, miembros del G20, recibieron de buen grado la propuesta que será presentada por Lula, en su condición de presidente temporario del organismo, durante la cumbre de mandatarios que tendrá lugar los días 18 y 19 de noviembre en Río. Evento al que podría concurrir Milei, ya que Argentina es parte del grupo.

De momento no está confirmada la presencia del argentino en Río y, mucho menos, que respalde una tributación cobrada a los más ricos entre los ricos, beneficiados por un libre mercado en el cual él sólo ve virtudes.