El proyecto llegó al recinto sin votos, tras un trámite tedioso en comisiones. Como sucede hace más de 20 años, Miguel Pichetto fue el primero en advertir lo que iba a ocurrir. Todo vuelve a foja cero
La ley de “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”, más conocida como “Ómnibus”, tuvo un anuncio con bombos y platillos desde el Ejecutivo. Se aprobó en general y, este martes, regresó a comisiones y quedó en foja cero. La primera iniciativa del Gobierno de Javier Milei aterrizó en el Congreso semanas atrás para sufrir un trámite parlamentario tedioso, cargado de inexperiencia y errores sin explicación del oficialismo, junto a un sinnúmero de picardías de la oposición dialoguista. Al final, lo ocurrido en las últimas horas se resume, de manera fácil, al incumplimiento del primer mandamiento legislativo: ir al recinto sin los votos.
Durante su tratamiento en comisiones, La Libertad Avanza trastabilló al elegir a varios de los funcionarios que fueron a exponer al plenario. La premisa de la oposición más dura y de la dialoguista tenía nombre y apellido: Luis Caputo. El ministro de Economía no asistió a disertar y los designados por el Gobierno para explicar no satisficieron las expectativas de las bancadas. En el medio, el oficialismo salió en medios a manifestar con ansiedad que el trámite marchaba sin fisuras cuando, en realidad, las grietas eran observadas por los propios libertarios, el resto de las bancadas y los periodistas acreditados en el Congreso.
Más allá del penoso show de algunos legisladores durante el debate en comisiones, se llegó a un dictamen que generó más problemas que soluciones. La versión oficial de la orden del día tardó en llegar a las manos de todos los involucrados y la nebulosa traspasó el ámbito del debate. A esta altura, el Gobierno ya había quemado, como relató Infobae, a varios fusibles legislativos y de la Casa Rosada. Algunos quedaron devaluados de cara al futuro en el corto plazo y mediano plazo.
A pesar del mandamiento incumplido por el oficialismo, la oposición también tuvo su cuota de responsabilidad. La lupa no debe apuntar en este caso al kirchnerismo o a la izquierda, salvo por la energía de ambos para agitar la calle. Nadie quiere mostrarse aún cerca de ellos. El problema principal estuvo en el área de los dialoguistas. Milei ganó las elecciones y muchos legisladores que nunca tendrán millones de votos por cuenta propia se refugiaron en zonas con terminales en gobernadores para recuperar, vía Congreso, alguna cuota de poder.
La mala praxis del oficialismo fue la ventana que permitió a estos espacios pasar de la “chiquita” a la “grande”. Sin embargo, muchos especularon con la aparición de mandatarios provinciales para no poner la cara. De hecho, el primero en plantarse al Gobierno fue el peronista cordobés Martín Llaryora con el tema de retenciones al sector industrial. A partir de allí, la ley comenzó a ser más analizada con lupa. Caputo tuvo que dar marcha atrás con el capítulo fiscal de un dictamen que ya estaba en manos de los legisladores.
Para entender lo ocurrido con la frustrada votación en particular sólo resta revisar las actas digitalizadas y ver las definiciones de los pocos artículos que se trataron. En ese sentido, la oposición dialoguista de la Unión Cívica Radical (UCR), Hacemos Coalición Federal y otras fuerzas hablaron durante semanas como bancadas que representaban a todos sus legisladores, para luego dar libertad de acción a la hora de decidir nervios principales de la ley ómnibus. Es decir, el Gobierno hizo mal las cosas y el sector de los mágicos “consensos” no pudo ni siquiera controlar a sus propias tropas.
Sobre los “acuerdistas” sobran casos, como la unión de la Coalición Cívica en Hacemos Coalición Federal junto al peronista Miguel Ángel Pichetto o Nicolás Massot, a quien Elisa Carrió recuerda con afecto por un cruce, años atrás, en la Cámara baja. En tanto, la Unión Cívica Radical (UCR) se volvió a enlazar con la otrora bancada de Evolución Radical y el estreno fue, como era de esperar, con internas a cielo abierto. En resumen, una ensalada de digestión casi imposible para los números actuales que tiene la Cámara baja y que precisa el oficialismo para avanzar con una ley de este calibre.
Ante las presiones de la Casa Rosada y de los gobernadores, la votación en general del proyecto del viernes pasado fue un segundo de paz previo a la cocción de lo que ocurrió este martes. Durante el fin de semana, los contactos fueron mínimos. Con ese panorama se llegó al lunes, donde sólo un par de diputados libertarios peinaron el escenario y los bloques dialoguistas recibieron una última serie de propuestas de parte del Gobierno.
Para la tarde de dicha jornada, la situación era catastrófica, con al menos cuatro o cinco versiones de decenas de artículos en disputa. “Va a ser como los libros de ‘Elige tu propia Aventura’”, reconoció ese día un avezado diputado. La proyección de votos anticipaba derrotas varias para La Libertad Avanza y una ley aún más desguazada, tal como adelantó Infobae. En el medio, un puñado de gobernadores forzaba un manotazo a la torta con fuegos de artificio por fondos fiduciarios, el impuesto PAIS y las cajas previsionales, entre otras cosas.
Las primeras votaciones del tratamiento en particular resultaron curiosas. Por caso, durante este martes se aprobaron seis emergencias, mientras el mega Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que desregula la economía tiene ocho ya activas y vigentes. Luego vino el baño de realidad y una seguidilla de traspiés en varios artículos. Como hace más de 20 años, fue Pichetto quien advirtió al oficialismo lo que iba a acontecer. El cuarto intermedio fue una excusa para devolver el proyecto a comisiones.
El devenir de la ley ómnibus lo encuentra a Milei de viaje en el exterior. En los próximos días se sumarían ministros que aquí son observados por su desempeño para negociar esta iniciativa, o por cuestiones de gestión delicadas que precisan soluciones ágiles. Con los tuits enviados por el Presidente en las últimas horas, el Congreso llegaría al fin de las sesiones extraordinarias sin ningún proyecto sancionado. Exponer a la oposición ante la sociedad continúa como una de las columnas vertebrales del jefe de Estado a nivel discursivo. No obstante, a la vuelta le espera su principal problema. No es el Congreso, sino la inflación.