Como si no se supiera que con la llegada del invierno bajan las temperaturas y aumenta el consumo de gas, el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, salió a deslindar al Gobierno de su responsabilidad por no prever el abastecimiento de ese suministro esencial para esta temporada del año, y de paso le echó la culpa de todo al kirchnerismo.
El funcionario le atribuyó el desabastecimiento de Gas Natural Comprimido (GNC) que afecta a estaciones de servicio y grandes industrias de varias provincias a la falta de culminación del segundo tramo del Gasoducto Néstor Kirchner, cuya primera etapa finalizada el año pasado ya garantizaba la cantidad de gas que hasta entonces el país le compraba a Bolivia.
Y por si faltara algo, el funcionario le echó la culpa al cambio climático que alguna vez durante la campaña el candidato Javier Milei negó. “Estamos en el otoño más frío desde 1980 no pronosticado y con fuerte demanda de gas”, dijo.
“No es responsabilidad de este Gobierno no contar con capacidad plena” del Gasoducto Néstor Kirchner, dijo Rodríguez Chirillo en su intento de justificar por qué la administración de Javier Milei comenzó a ocuparse ahora de un tema que, por razones obvias, los gobiernos suelen ocuparse meses antes.
El secretario de Energía sostuvo que “es un despropósito afirmar que sea responsabilidad de este Gobierno no contar con la capacidad plena del Gasoducto Néstor Kirchner”.
“La obra del primer tramo y las plantas compresoras Tratayén y Salliqueló debieron haber finalizado en septiembre de 2023”, apuntó y añadió que se regularizaron pagos “por más de 30 mil millones de pesos y se destinó recursos por otros 47 mil millones en la fase de terminación, debido al retraso heredado”.
Sobre el actual faltante de GNC, la versión que esgrimió el secretario de Estado fue que la responsabilidad también fue del “gobierno anterior, que negoció una reducción del gas importado justo para el invierno de este año”. Lo que no explicó fue que, precisamente, esa reducción fue por el avance de la obra del gasoducto de 573 kilómetros para garantizar la provisión soberana.
“A fin de resolver esta situación –prosiguió-, nosotros acordamos con la brasileña Petrobras una asistencia para agosto y septiembre, y así cubrir esa reducción de volúmenes de gas.”
Lo que no explicó fue el problema que hubo: Enarsa le compró el cargamento de GNL a la petrolera brasileña pero no pudo documentar la transferencia de 22 millones de dólares, por lo que Petrobras no autorizó la descarga del fluido en la terminal regasificadora de Escobar recién hasta este miércoles por la mañana.
En su afán de responsabilidad a la administración anterior por una negligencia de la administración actual, Rodríguez Chirillo sacó a relucir cifras de gastos y costos: “Debimos asumir una deuda que dejó el Gobierno anterior con Bolivia por 244 millones de dólares por la importación de gas. Los intereses le costaron 21,8 millones dólares a todos los argentinos”, dijo.