La correísta Luisa González y el empresario Daniel Noboa iniciaron este lunes el camino rumbo a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Ecuador, luego de superar un primer round marcado por la crisis de violencia que vive el país y el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio. Noboa absorbería buena parte del voto de aquellos que en primera vuelta optaron por otros candidatos de derecha, pero González no piensa tirar la toalla.
“El correísmo repitió su votación promedio, mantuvo a sus seguidores. A nivel de la Asamblea Nacional vuelve a ser la primera minoría. Esto significa que para los próximos 18 meses que durará el gobierno, en caso de ganar Revolución Ciudadana tiene una base de apoyo fuerte pero deberá buscar nuevos socios”, advierte en diálogo con PáginaI12 Saudia Levoyer, docente de la Universidad Andina Simón Bolívar.
El factor sorpresa
Mientras prepara un “sánduche” de pernil en una pequeña panadería del centro de Quito, Pedro dice que no le importan demasiado los resultados del domingo porque “gane quien gane, el lunes se sale a trabajar”. El mismo razonamiento se repite en las calles del barrio La Mariscal de Quito, donde los niños y sus madres parecen estar más preocupados por conseguir ropa y útiles baratos para el ciclo escolar que vuelve a empezar este martes. En ese sector desencantado de la política parece haber calado más hondo la propuesta de Noboa.
El ascenso meteórico del joven empresario le debe mucho a redes sociales como TikTok y a la serenidad que mostró durante el único debate presidencial. Allí fue el único que participó con chaleco antibalas cinco días después del asesinato del candidato Fernando Villavicencio, que iba segundo en las encuestas. Daniel aparecía abajo en los sondeos, pero una semana le alcanzó al hijo mayor del magnate bananero y naviero Álvaro Noboa para alcanzar un 24 por ciento de votos y meterse en la segunda vuelta.
Arriba quedó Luisa González con el 33,31 de los votos, mientras el tercer lugar fue para Fernando Villavicencio, asesinado el pasado nueve de agosto por presuntos sicarios colombianos cuando salía de un mitin político en Quito y cuya candidatura fue asumida por su colega periodista Christian Zurita. Para González el asesinato de Villavicencio perjudicó su candidatura y le impidió lograr una victoria en primera vuelta.
“Noboa tuvo buen manejo de redes, tiene claro que la mayoría de electores está bajo los 35 años por lo que segmentó bien su campaña. No descuidó tampoco las otras formas de promoción electoral. También tiene los recursos y la experiencia de su equipo, que es el que trabajó con su padre”, explica Levoyer. Más que la (fallida) experiencia de su padre en política, muchos ecuatorianos destacan la importancia de su madre Anabella Azín, una médica que lidera programas sociales y tiene un gran reconocimiento público.
Fernando Carrión, doctor en Ciencias Sociales de la UBA, destaca que en su campaña Noboa se centró en el empleo y la seguridad. “Si vemos la encuestas de opinión pública durante todo este año, esos han sido los dos temas centrales que la población ha demandado”, explica Carrión, quien sin embargo agrega que Noboa “es un empresario y me da la impresión de que irá en la linea del fortalecimiento de la lógica económica que hoy dia prima en el país” con el presidente saliente Guillermo Lasso.
Segundo round
En la carrera rumbo a la segunda vuelta, tanto González como Noboa deberán definir sus estrategias. Desde Quito el director del Centro Andino de Estudios Estratégicos, Mario Ramos, destaca que “el Ecuador está polarizado en un anclaje correísmo-anticorreísmo“, una fórmula que a pesar del paso del tiempo sigue existiendo “aunque los más odiadores del correísmo perdieron la elección, como Otto Sonnenholzner, Fernando Villavicencio, Xavier Hervas y Yaku Pérez“. Carrión agrega que Zurita apoyará a Noboa “prácticamente con los ojos cerrados, y algo parecido pasaría con los votos de Otto”.
El domingo a la noche, con el recuento de votos ya avanzado, Noboa dijo que no veía factible una coalición electoral para la segunda vuelta porque “las coaliciones suenan a amarres”, aunque no descartó una conversación con Topic, de la alianza Por un país sin miedo, para una posible colaboración en temas de seguridad. Este especialista en seguridad es un fan declarado del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, cuyo combate a las pandillas fue denunciado por organismos de derechos humanos.
A la hora de aumentar el caudal de votos, González parece tener una situación más compleja. “Tiene muy pocas posibilidades de establecer alianzas con los otros candidatos, pero sí puede aliarse con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), pero los pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador solo representan alrededor del siete por ciento”, advierte Carrión. Por su parte, Levoyer cree que la candidata de la Revolución Ciudadana tendrá que hacer ajustes a su campaña porque los ecuatorianos “todavía la ven muy anclada a Correa”.
Lo que puede celebrar el correísmo son los resultados en la Asamblea Nacional. Allí se anotó un interesante triunfo con el 39,33 por ciento de los votos, seguido del movimiento Construye, de Zurita y Villavicencio, que cuenta con el 20,7 por ciento. “La Revolución Ciudadana sigue siendo la primera fuerza. Va a tener unos 54 asambleístas, ha incrementado hasta seis puestos su anterior bloque. Hay que sumar las alcaldías y prefecturas que ganó en la anterior elección”, remarca Ramos, para quien el correísmo “sigue siendo una fuerza politica interesante”.
Por tercera vez consecutiva, el pulso por la presidencia de Ecuador será entre la izquierda y la derecha. En 2017, con Correa saliendo del poder, su exvicepresidente Lenín Moreno venció en el ballottage a Guillermo Lasso, aunque después terminó traicionando al partido. Cuatro años más tarde el exbanquero tuvo su desquite ante Andrés Arauz, actual compañero de fórmula de González.
Ciclista, maratonista y amante de los tatuajes, González sostiene que su prioridad será recuperar la seguridad en un país donde la tasa de homicidios se duplicó en 2022, cuando alcanzó las 26 muertes violentas por cada 100 mil habitantes. “Vamos a reconstruir esa patria digna, esa patria de paz, de amor, de tranquilidad”, dijo al celebrar su victoria en primera vuelta. Cubriéndose de la llovizna con un impermeable azul, María Torres esboza una sonrisa cuando este cronista menciona la candidata. “La voté y la vuelvo a votar. No quiero más muertes en mi país”, dice María, apurada por llegar a casa y preparar un rico locro de papas para su familia.