La notable recuperación del peronismo en el Gran Buenos Aires y un excelente resultado en el interior de la Provincia marcaron la diferencia nacional a favor de Sergio Massa y dejaron consagrada ya la reelección del gobernador Axel Kicillof para el período 2023-2027. La sintonía peronista con el humor social, al que en buena medida despertó y esperanzó, fue la palanca para mover al país entero.
Kicillof quedó electo con el 44,8 por ciento de los votos, de modo que subió 8,4 respecto de las PASO del 13 de agosto. Néstor Grindetti, de Juntos por el Cambio, quedó en 26,7. Bajó seis puntos. Carolina Píparo llegó a 24,6 por ciento. No llegó a subir un punto desde las PASO. Y Rubén “Pollo” Sobrero ascendió solo de 3,6 a 3,9 por ciento.
Unión por la Patria obtuvo las dos senadurías por la mayoría, que corresponderán a Wado de Pedro y Juliana Di Tullio. Conservará 15 de sus actuales diputados nacionales y tendrá 31 por la Provincia, contra 25 de Juntos y 10 de La Libertad Avanza, que en este campo sí dio varios pasos adelante: nueve escaños flamantes. El resultado bonaerense garantiza que desde diciembre Unión por la Patria siga siendo la primera minoría en la cámara baja, con 108 integrantes contra 91 de Juntos y 40 de los libertarios.
Mientras terminan de conocerse los resultados y se afinan los análisis, algunas claves ya aparecen nítidamente.
- El peronismo protagonizó en la provincia de Buenos Aires el motor de una ola nacional. Sergio Massa obtuvo a Presidente un 43 por ciento de los votos contra casi 26 de Javier Milei, 24 de Patricia Bullrich, 3,7 de Juan Schiaretti y 3,6 de Myriam Bregman. El peronismo reaccionó e impulsó a la sociedad a reaccionar contra otra ola que solo a primera vista es imprecisa. No lo es. Está comandada por un candidato afín a la extrema derecha internacional, a los fondos buitres, que tiene cobertura de las ortodoxias religiosas más recalcitrantes como el Opus Dei y Jabad Lubavitch y lleva de segunda a una figura relacionada con la estructura de los grupos de tareas y los servicios de inteligencia de la dictadura.
- El centro de la ola estuvo en el Conurbano bonaerense. Sin llegar a los niveles de 2019, cuando Alberto Fernández y Cristina Kirchner quedaron elegidos en primera vuelta y Kicillof superó el 50 por ciento de los votos, en algunos distritos muy poblados la diferencia volvió a estirarse. Es el caso de La Matanza, donde el peronismo obtuvo el 53 por ciento, y de Lomas de Zamora, donde superó el 50.
- La ola abarcó el triunfo incluso en ciudades donde el peronismo no había ganado en medio del gran triunfo nacional y bonaerense de 2019, como Bahía Blanca y Olavarría, y como Lanús en el Conurbano. En este último caso, además, fue un castigo adicional a Néstor Grindetti, candidato a gobernador y hasta hace poco, cuando lo dejó para hacerse cargo de la presidencia de Independiente, intendente del distrito desde 2015.
- Además del fiasco de Carolina Píparo, que no remontó desde las PASO, Javier Milei no consiguió implantarse a fondo en el Gran Buenos Aires. Se quedó con un nivel de votos no despreciable a nivel juvenil, en una transversalidad social que va de la clase media acomodada a sectores humildes y postergados, pero no arraigó entre los trabajadores formales e informales. Entre los que ya trabajaron o están trabajando. Ahí cundió el pánico. Pero no solo por incertidumbre. Es probable pensar, por vía de hipótesis, que ese pánico haya derivado de la certeza de que con Milei las cosas andarán peor. No se trataría, en ese caso, del miedo a un salto al vacío sino, más bien, de la sensación de que ese salto lleva a una pileta sin agua que la Argentina ya vivió con dos hiperinflaciones, con la crisis de 2001 y con la desindustrialización y el desempleo de la dictadura y del menemato.
- La campaña nacional, la provincial y la de los municipios estuvo acompasada. Terminada la ola de internas sin resultado, el peronismo se unificó detrás de las candidaturas de Massa, Kicillof y de cada intendente.
- Tanto el discurso de Kicillof como el de Massa estuvieron caracterizados por el productivismo. Quedó claro el interés por resguardar la producción y el trabajo como épica, sin ideologizaciones.
- La gestión de Kicillof no controló la macro, que no depende de un gobernador, pero profundizó lo posible en materia de crédito para pequeñas y medianas empresas, construcción de escuelas y aulas e inversión pública en general. Los resultados indicarían que llegaron tanto la gestión como la explicación de esa gestión.
- Es evidente que pesó en el voto bonaerense la credibilidad de Massa para distanciarse de la situación inflacionaria actual y generar esperanza productiva. La percepción positiva sobre el candidato puede haber sido, en la Provincia, más fuerte que la percepción negativa de la economía.
- El peronismo permeó en sectores urbanos afines a la agenda rural. Tampoco en este caso la construcción empezó con la campaña. Comenzó cuando en 2019 Kicillof recorrió la Provincia junto con Carlos “Carli” Bianco a bordo del Clío de su amigo y mano derecha. No solo no repitió los clichés de la contienda de 2008, cuando en medio de la 125 chacareros pequeños fueron considerados parte de una supuesta oligarquía, sino que desde ese momento entabló un diálogo permanente con las entidades y con los productores que nunca se rompió.
- Quedó claro que cuando no hay disputa de liderazgo y se logra una armonía lógica (en este caso entre CFK, Massa y Axel, cada uno en su rol) el margen de gobernabilidad es mayor y también lo es la capacidad de generar esperanza aun en medio de una crisis inflacionaria y cambiaria que todavía no tiene salida visible.
Estas diez claves, entre otras tantas posibles, explican el tono del discurso que Kicillof pronunció en el bunker de Unión por la Patria, improvisando como siempre y ya no sometido a la lectura a la que apeló en las PASO, quizás para no crearle susceptibilidades a nadie.
A futuro, lo más importante estuvo en el final, cuando pidió que no quedaran dudas de que “la Provincia necesita del Gobierno nacional”, y que por eso “necesitamos que el próximo presidente de la Argentina sea Sergio Massa” porque “no nos alcanza con la Provincia”. Para quien aún tuviera dudas, allí quedó sepultada más profundamente, si fuese necesario, la teoría de la Provincia como refugio, que en algún momento sostuvieron incluso algunos peronistas, o como guarida, en la terminología policial de Patricia Bullrich.
Además de agradecer el apoyo de CFK, de los intendentes, de los trabajadores, de la militancia, de los sindicatos y de lo que definió como “gabinete militante”, Kicillof estableció cinco principios: “la dignidad no es un negocio”, “los derechos no dependen de la ganancia”, “la libertad solo se alcanza cuando hay igualdad de oportunidades”, “nuestra vida no es un mercado” y “la patria no se vende”.
El remate tuvo el toque personal de los dirigentes políticos: “Compañeros y compañeras, de todo corazón, muchas gracias, los quiero mucho, Massa presidente.”