El primer ministro de Japón, Fumio Kishida, declaró que su gobierno había decidido comenzar a descargar al mar las aguas residuales nucleares tratadas acumuladas en la central nuclear Fukushima este jueves. Son unos mil tanques con agua que se usó para enfriar la central de Fukushima luego de que esta estallara a causa del tsunami de 2011. La ONU y la comunidad científica apoyan la decisión y aseguran que el agua ha sido intensamente tratada y rebajada con agua de mar y no representa peligro alguno. Pero el público, y en especial los países vecinos están alarmados. También los pescadores japoneses, que temen volver a sufrir la estigmatización de su pesca, tal como ocurrió luego del desastre de 2011.
El primer ministro Kishida dijo que “anticiparemos al 24 de agosto” la fecha para iniciar la descarga del agua. Su anuncio, realizado en la residencia oficial del primer ministro en Tokio, se produce después de que el gobierno celebrara una reunión de gabinete para discutir el tema. El operador de la central, Tepco, ha acumulado más de 1,3 millones de toneladas (equivalente a 500 piscinas olímpicas) de agua de refrigeración de los reactores radiactivos, mezclada con agua subterránea y de lluvia. Es este enorme volumen el que empezará a liberar este jueves.
La ONU advirtió que los fenómenos meteorológicos extremos son la “nueva normalidad”
Sergio Berni denunció “campaña masiva por redes sociales” para incitar robos
Kishida se reunió con Masanobu Sakamoto, presidente de la Asociación Cooperativa de Pescadores, una entidad nacional. Sakamoto le dijo a Kishida que si bien el grupo comprende mejor el plan del gobierno, “todavía se opone” al controvertido plan.
Este martes hubo protestas en las calles de Tokio. Las manifestaciones se extendieron a Corea del Sur.
En julio, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) concluyó que el plan de Japón se alinea con los estándares internacionales de seguridad y tendría un “impacto radiológico insignificante para las personas y el medio ambiente”, lo que llevó al gobierno de Japón a proceder con la descarga de agua.
Pero la comunidad pesquera local teme el daño reputacional. Los efectos fueron inmediatos en este plano. China y la ciudad autónoma de Hong Kong impusieron prohibiciones a la importación de alimentos nipones. China también reaccionó en el plano diplomático. “El viceministro de Relaciones Exteriores, Sun Weidong, convocó al embajador de Japón en China, Hideo Tarumi, para entregarle una declaración solemne luego del anuncio”, afirmó un comunicado de la Cancillería china. El portavoz de la diplomacia, Wang Wenbin, dijo que “el océano es la propiedad de toda la humanidad. No es el lugar donde Japón puede arbitrariamente lanzar agua contaminada”, señaló.
la industria nuclear está a favor de la medida. La liberación controlada del agua contenida en los tanques de la central de Fukushima “no supone ningún riesgo para el medio ambiente ni para la salud humana”, afirmó el italiano Alessandro Dodaro, director de Tecnologías de Fusión y Seguridad Nuclear de la agencia nacional ENEA de Italia. Dodaro, citado por la agencia Télam, compartió su posición “en concordancia con la comunidad científica internacional y las decisiones tomadas por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA)”, que respalda la decisión de Japón. “La cantidad de material radiactivo está en niveles tales que no tendrá ningún impacto en el medio ambiente. No hay riesgos, los niveles de radiactividad son muy bajos y la comunidad científica es unánime al afirmarlo”, aseguró Dodaro.
A inicios de julio la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) señaló que la iniciativa, presentada por primera vez hace dos años, cumple con los estándares internacionales. Según Rafael Grossi, el argentino que es director del organismo de control de la ONU, el plan tendrá un impacto “radiológico insignificante en la gente y el medio ambiente”. El informe, elaborado tras dos años de investigación, encontró que Tepco –la empresa eléctrica que opera Fukushima- y las autoridades japonesas cumplen con los estándares de seguridad internacionales. Por esto ahora Japón anunció la liberación paulatina del agua contenida en aproximadamente 1.000 tanques de la central de Fukushima que fueron utilizados para enfriar los reactores dañados tras el tsunami de marzo del 2011. Se trata de agua que “nunca entró en contacto directo con los materiales del interior de los reactores”, pero que tiene algunos rastros de materiales radiactivos.
Entre ellos, se encuentran pequeñas cantidades de tritio, un isótopo de hidrógeno producido por la interacción con los neutrones generados por las actividades nucleares dentro de la central. El tritio se considera un elemento radiactivo poco peligroso para la salud, con una vida media de poco más de 12 años (cada 12 años el número de átomos radiactivos se reduce a la mitad), y en el agua también hay trazas de carbono-14 y yodo-129.
“Se trata ya de concentraciones muy bajas que disminuirán aún más, y mucho, una vez que se dispersen en el mar sin producir ningún peligro”, añadió Dodaro. Lo que comenzará en los próximos días será el primer vertido de agua de este tipo, sin embargo no es novedosa la dispersión de materiales con un cierto contenido radiactivo en el ambiente. “Cada práctica que implique el uso de fuentes radiactivas, incluso un simple laboratorio de análisis radiológicos” cuenta con una “fórmula de alta en la autorización”, explicó el experto italiano. “Esto significa que se pueden liberar al medio ambiente efluentes (líquidos y/o gaseosos) que tengan un contenido de radiactividad inferior a los límites establecidos”.
Pero estas seguridades de los científicos tienen escaso eco entre la población y las ONG ambientalistas. Antes de conocerse la aprobación del plan por parte de la AIEA, Greenpeace publicó informes donde plantea sus dudas sobre el proceso de tratamiento de Tepco, alegando que no hace lo suficiente para remover las sustancias radiactivas. Para los ecologistas Japón debería mantener el agua tratada en los tanques. Esto permitiría “ganar tiempo para desarrollar nuevas tecnologías de procesameinto” y para que la radiactividad se reduzca naturalmente. También hay algunos científicos que se sienten incómodos con el plan. “Hemos visto una evaluación de impacto radiológico y ecológico inadecuada y nos preocupa que Japón no solo no pueda detectar qué está ingresando en el agua, los sedimentos y los organismos, sino que si lo hace, no haya forma de eliminarlo. No hay manera de volver a meter al genio dentro de la botella”, le dijo a la BBC el biólogo marino Robert Richmond, profesor de la Universidad de Hawai.