Un tatuaje puede significar o transmitir muchas cosas. Para Emilce Sosa, la frase que tiene escrita para siempre en su antebrazo derecho, es una forma gráfica de mostrarle al mundo parte de su identidad. “Mis raíces, mi historia” dice, en lengua wichí, ese eslogan personal que Mimi, una de las grandes referentes de la Selección Argentina de vóley, lleva como una marca registrada en su piel. Es que detrás de esa tinta, hay una suma de valores que aprendió en la comunidad aborigen Lote 1 de Formosa, de la etnia wichí, donde vivió varios años de su infancia.
“El hecho de no bajar los brazos, de ir siempre al frente, la pasión por defender la camiseta argentina, la perseverancia, no quedarse atada a barreras y la tranquilidad que tienen los wichís, porque ellos pueden conversar durante horas con vos y van a tener una paz en su mirada… Todo eso creo que es lo que traigo de allá”, dice con orgullo la formoseña, que se prepara para disputar su tercer Mundial con Las Panteras.
Cumpliendo con eso de que uno siempre vuelve a los lugares a donde fue feliz, la número 10 de la Selección suele visitar su pueblo para conectar con sus raíces, recargarse de energía y transmitir las experiencias que la vida y el deporte le permitieron vivir, como la posibilidad de jugar en Europa. “En Formosa ya me es difícil pasar desapercibida, más por las madres que por las chiquitas, que no me conocen mucho. Siempre que voy a algún club, me quedan mirando sorprendidas cuando llego y me quedo jugando con ellas. Voy intentando inculcar que tengan ese sueño, porque yo empecé en una cancha de tierra, jugué acá y en el exterior. Entonces le meto a las nenas la semillita para que sigan jugando”, asegura.
Pero no todo fue voleibol en la vida de la central, que tiene un pasado (¿y un futuro?) como futbolista.
“Soy una apasionada del fútbol, miro los partidos, soy hincha de River. Cuando era chiquita todo el mundo le decía a mi papá que me tenía que llevar a que me vean jugar. Entonces me llevaron a Belgrano de Córdoba, donde jugué un año. Pero mi mamá no me dejó mucho tiempo en ese deporte, porque en esa época no era como ahora que hay escuelitas. Encima, el resto tenía entre 25 y 30 años y yo tenía 16, era chiquita y vivía sola. Entonces, cuando ella fue a ver un club de vóley, uno de los entrenadores le dijo que yo tenía futuro, que me iban a cuidar y ahí me hizo cambiar”, recuerda Sosa, que no le cierra las puertas a una posible revancha futbolera. “Es una materia pendiente. Creo que cuando me retire del vóley voy a jugar al fútbol. Y no sé si tan recreativo, quizás me vaya a algún club de mi ciudad”, avisa entre risas.
Lo cierto es que, con 35 años recién cumplidos, la ex jugadora de Boca y San Lorenzo tacha con ansiedad las horas a la espera del debut mundialista, que para Argentina será el domingo 25 de septiembre ante China, dos días después del inicio del torneo, que se pondrá en marcha este viernes.
No será una Copa del Mundo más para la emblemática mujer de la vincha, que forma parte de una camada histórica de jugadoras que llevó al voleibol femenino a un Juego Olímpico por primera vez, en Río 2016. Es que Mimí volvió a vestir la celeste y blanca después de tres años de parate, o según precisa, después de un año sabático que se hicieron tres por la pandemia.
“Me había tomado un año sabático pero a los seis meses ya empecé a entrenar de nuevo porque no podía estar adentro de casa. De jugar toda la vida a sentarte a trabajar en una oficina, que encima era en casa, es totalmente diferente. Entonces, cuando tomé la decisión de volver, se cerró todo en Brasil, así que perdí un año -recuerda-. Cuando se empezó a abrir todo, para poder volver a recuperar el físico comencé entrenando beach volley, que es totalmente diferente, hasta que se abrió la frontera en Argentina y San Loreno me dio la oportunidad de volver a tocar la pelota. Ahí fue que dije: ‘Quiero jugar y si me va bien en la Liga, por qué no en Selección de nuevo’. Y acá estoy”, comentó la jugadora que en la última temporada formó parte de Brasília Volei de la liga brasileña.
El sueño mundial de Las Panteras
En el Mundial de Países Bajos y Polonia 2022, Argentina integra el Grupo D junto a Brasil, China, Japón, Colombia y República Checa. “Es una zona difícil. Si bien con Colombia jugamos hace poco y el resultado fue positivo (le ganaron 3-1 la final del Pre Panamericano de San Juan), sabemos que va a ser otro partido en el Mundial. Y contra República Checa también. Si bien tienen un nivel un poco mas bajo que los otros tres equipos, van a ser a muerte todos los partidos”, analizó Emilce Sosa antes de viajar a Francia, donde Las Panteras disputaron un torneo amistoso en la antesala de la Copa del Mundo.
El objetivo que se plantea el equipo dirigido por Hernán Ferraro es tan ambicioso como complejo: clasificar a la segunda ronda por primera vez.
“Ojalá esta sea la vencida”, deseó Mimi, que junto a la capitana Tatiana Rizzo y Yamila Nizetich, son las únicas tres jugadoras del plantel que tienen experiencia mundalista en mayores. El resto del elenco nacional lo completan las armadoras Victoria Mayer y Sabrina Germanier; las opuestas Erika Mercado y Bianca Cugno; las centrales Bianca Farriol, Candelaria Herrera y Brenda Graff; y las puntas-receptoras Daniela Bulaich, Candela Salinas y Lucía Verdier, además de la líbero Agostina Pelozo.
En la primera fase del Mundial, las 24 Selecciones están divididas en cuatro grupos de seis, en los que jugarán todos contra todos. Los mejores cuatro avanzarán a la siguiente ronda, arrastrando los puntos conseguidos.
En la segunda instancia, habrá 16 equipos distribuidos en dos zonas de ocho y los cuatro primeros de cada una, accederán a la fase final de eliminación directa que incluirá cuartos de final, semifinales y la final.