Ausencias al momento de votar, desinterés por el trabajo en comisiones, aversión a coordinar estrategias con el resto de la oposición, inexistencia de proyectos propios presentados: los antecedentes que orbitan el trabajo parlamentario de Javier Milei son harto conocidos. Si hasta pusieron (irónicamente) su banca en venta en Mercado Libre a fin del año pasado debido al poco uso que le estaba dando.
Al enemigo número uno de “la casta política” no le entretiene su trabajo como diputado y, más allá de alguna intervención altisonante, su rol en la Cámara ha trascendido más que nada por haberse ausentado en votaciones que la oposición consideraba claves para obstruir los planes del oficialismo. En el Congreso es conocido por “no participar ni hablar con nadie”, sin embargo, su consolidación como tercera fuerza nacional —o segunda, según algunas encuestas— enfrenta a Juntos Por el Cambio y el Frente de Todos a un dilema futuro: cómo hacer para negociar con un dirigente que, durante los últimos dos años, ha hecho carrera sobre la base de no negociar.
El paso de Javier Milei por los pasillos de la Cámara de Diputados suele ser fugaz: acompañado por sus dos escuderas, su hermana Karina y la defensora de genocidas Victoria Villarruel, asiste sobre la hora al comienzo de la sesión y, por lo general, se retira a las pocas horas. No habla con periodistas ni se saluda con legisladores. En las últimas semanas se lo puede ver conversando con Carolina Píparo, quien recientemente abandonó a José Luis Espert para sumarse a las filas de La Libertad Avanza. No participa en las reuniones de labor parlamentaria, dejando que ese rol lo ocupe (esporádicamente) Villarruel. “No tiene idea lo que pasa en la Cámara”, resume una diputada del PRO que ha buscado acercar posiciones con el dirigente de ultraderecha.
Desde que asumió como diputado en 2021, Milei se ausentó en 50 de 103 votaciones. La Coalición Cívica —que permanentemente busca diferenciarse del libertario mientras algunos de sus socios, como Patricia Bullrich o Mauricio Macri, coquetean con él— es uno de los bloques que más insiste en llamar la atención cada vez que Milei pega el faltazo. El mayor escándalo se generó en octubre del año pasado, cuando toda la tropa de la CC salió a cruzarlo por haberse ausentado durante la votación del Presupuesto: para entonces, el FdT ya había logrado aprobarlo, sin embargo la verdadera batalla se estaba dando en la votación particular, en la que JxC pretendía dar de baja algunos artículos. Hubo algunas votaciones que se perdieron por uno o dos votos, llevando a que todos los cañones apuntaran contra La Libertad Avanza (aunque hubo diputades cambiemitas que también se ausentaron). En su momento, Milei se excusó argumentando que él “no tranzaba con la casta”.
En las votaciones que sí participó, la mayoría (36) fueron votos negativos, incluso en proyectos de alta sensibilidad social, como la nueva ley de VIH o el Programa de cardiopatías congénitas (el argumento fue que el proyecto que buscaba evitar muertes “implicaba más presencia del Estado”). Las votaciones positivas, mientras tanto, son más heterogéneas (contradictorias a veces), como el Registro Nacional de Deudores Morosos o el Fortalecimiento de la Justicia de Santa Fe. Hubo, sin embargo, dos acompañamientos que representan lo más cercano a una estrategia común con el resto de la oposición a la que Milei estuvo dispuesto a llegar: la Boleta Única Papel (BUP) y el emplazamiento de las comisiones para tratar la Ley de Alquileres.
La aprobación de la BUP fue el mayor logro opositor post recambio legislativo. Enfrentándose a la voluntad del FdT, todos los bloques opositores unidos —excepto la izquierda— lograron aprobar, a mitad del año pasado, la iniciativa que apuntaba a cambiar el sistema de votación. “Nosotros tuvimos reuniones con toda la oposición, pero ellos (por Milei y Villarruel) nunca nos contestaron y solo vinieron el día en el recinto y votaron a favor”, advirtió, sin embargo, una legisladora cambiemita.
Algo similar sucedió con el tema de Ley de Alquileres: si bien acompañaron el emplazamiento para tratar el tema, Milei se negó a participar de las negociaciones opositoras para sacar un dictamen opositor unificado. “Cuando necesitamos quórum se portó bien, pero siempre era hasta ahí. Es difícil: la mayoría de las normas en las que logramos consensos tenemos que sacrificar cosas que él no está dispuesto”, admitió un diputado de Evolución.
En efecto, el modus operandi de Milei era siempre el mismo: ausentarse o votar en contra de la mayoría de los proyectos del oficialismo y, cuando la oposición buscaba encarar una ofensiva contra el FdT, desaparecer o acompañar pero sin hablarlo mucho con nadie. “Básicamente no integra las comisiones y no se junta con nadie”, resumen desde el bloque radical. Varios diputados reconocen que sus ausencias en las reuniones de comisión representan otro obstáculo para negociar, pero en el entorno de Milei recuerdan que fueron el FdT y JxC los que lo excluyeron de las comisiones y que “él no va a ir a ningún lugar donde no tenga ni voz ni voto”. Villarruel, sin embargo, no se privó de la oportunidad de presentarse a la comisión de Juicio Político cuando se enteró que habría organismos de derechos humanos a los cuales hostigar.
Este desinterés absoluto por coordinar acciones, por hacer política, se aplica también a proyectos que hoy en día constituyen sus ejes de campaña. Como la dolarización. Cuando, el año pasado, Alejandro Cacace (JxC) estaba trabajando en un proyecto de ley para dolarizar la economía se lo envió a todes les economistas liberales de la Cámara para recibir devoluciones. Todos respondieron menos Milei, quien le dijo que “lo iba a estudiar”, nunca más respondió y, a los dos días, se presentó en el programa de Viviana Canosa anunciando la importancia de dolarizar. El proyecto nunca se trató.
“No tienen diálogo con nadie, no trabajan. Su anticasta los lleva a ser un parásito del Estado”, disparan desde JxC y recuerdan que en los últimos años no ha presentado ni un solo proyecto. A nadie se les escapa, sin embargo, que es posible que Milei meta más de 20 diputades en esta elección, lo que lo volverá un interlocutor forzoso de quien sea que termine ocupando Casa Rosada. Y ahí habrá que negociar.