Hablando en portuñol un bolsonarista que participó, junto a otros miles, del intento de golpe contra Lula, dice: “Viva la libertad carajo”. Está en la Plaza de Mayo dando una entrevista que fue bastante comentada este fin de semana en Brasil. A unos metros del brasileño con gorra y bufanda , aparecen en un segundo plano, dos militares argentinos haciendo la venia mientras la bandera es arriada en el centro de la plaza.
El entrevistado dice ser paulista, y es uno de los cerca de 65 sediciosos refugiados en Buenos Aires y posiblemente otras ciudades, cuyas repatriaciones deben ser solicitadas por Brasilia.
Junto al hombre de 50 años, llamado Luiz Fernándes Venáncio hay otro, más joven, Marco Siman Oliveira, igualmente golpista. Ambos aseguran ser víctimas de una supuesta persecución política de la izquierda.
Todos los envueltos en la asonada del 8 de enero de 2023, desde Jair Bolsonaro, los generales de su entorno y los militantes que depredaron los palacios del Ejecutivo, Legislativo y el Supremo Tribunal Federal, sostienen que lo ocurrido no fue un intento de golpe sino disturbios causados por la sospecha de fraude en las elecciones de octubre de 2022.
Ese mismo argumento fue esgrimido la semana pasada para redoblar la presión en el Congreso, por la aprobación de una ley de amnistía que alcanzaría a los prófugos filmados en Plaza de Mayo pero sobre todo para dar impunidad al verdadero responsable de la conjura: Bolsonaro.
El reportaje del portal de noticias ligado al diario Folha de San Pablo a los fugitivos se realizó a plena luz del día, con la Casa Rosada como telón de fondo. Luego de recitar en portuñol la consigna mileísta terminada en “carajo”, Fernándes Venáncio retomó el portugués para contar que nadie lo controló al atravesar las fronteras.
El hombre se declara defensor de la libertad a ultranza. Tanto, que asegura estar dispuesto a morir o cruzar el océano nadando, antes de perderla (a la libertad, claro).
Y asegura que fue en busca de la libertad que rompió la tobillera electrónica que llevaba por orden judicial tras dejar la cárcel para poder escapar hacia Argentina donde espera vivir por un mucho tiempo como “emprendedor”.
Lula, Milei y el G7
La fuga de decenas de condenados o imputados por delitos como Golpe de Estado, Abolición del Estado Democrático de Derecho y Organización Ilícita, se instaló en la agenda brasileña.
La onda expansiva de escándalo debe perdurar hasta el próximo jueves cuando está previsto el arribo de Lula y Milei a Apulia, en el sur de Italia, donde se celebrará la cumbre de presidentes del G7, la organización de la que son parte las principales economías occidentales.
Lula fue invitado a todas las cumbres del G7 mientras ocupó la presidencia de su país (su tercer mandato comenzó hace un año y medio). El brasileño es reconocido como uno de los líderes del Sur Global además de estar al frente de una de las principales economías del mundo, que este año debe trepar al octavo lugar del ranking global según una previsión reciente del FMI .
La talla del dirigente del Partido de los Trabajadores se puede medir por su proyección internacional: en lo que va de 2024 recibió a líderes occidentales como el francés Emmanuel Macron y el español Pedro Sánchez, mientras su vicepresidente, Geraldo Alckmin acaba de reunirse con el presidente chino Xi Jinping en Beijing . Y su asesor internacional, Celso Amorim, viajó a Rusia donde conversó sobre la guerra en Ucrania con el canciller Sergei Lavrov.
En cambio la presencia del argentino en Apulia no parece ser en mérito a su envergadura de estadista (su agenda internacional se ha centrado en encuentros con magnates de las plataformas digitales y representantes de la ultraderecha, como su viaje a Madrid para un evento organizado por Vox) sino a la afinidad que tiene con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, anfitriona de la cita del G7.
Lula debe tener algunas reuniones bilaterales entre el jueves y viernes próximos y no se descarta un encuentro con su colega argentino, con quien nunca conversó desde que éste asumió la presidencia el 10 de diciembre del año pasado en una ceremonia donde sí estuvieron Bolsonaro y su hijo, el diputado Eduardo.
Si ese encuentro ocurriera, aunque nada permite darlo por seguro, la situación de los bolsonaristas refugiados en la Argentina será un tema probable, por no decir obligado, porque arrestarlos es una cuestión de Estado para Brasil, en la que está involucrado el Supremo Tribunal Federal responsable de la investigación sobre los hechos de 2023.
Megaoperativo
El Supremo ordenó la detención y allanamientos en las viviendas de más de 150 condenados por la asonada de enero de 2023 en el megaoperativo bautizado como “Lesa Patria” realizado el jueves pasado por la Policía Federal en 19 estados del país.
Fue una de las más importantes acciones contra la organización que organizó y ejecutó el plan para derrocar a Lula realizadas hasta la fecha.
El próximo paso de esa ofensiva debe ser la repatriación –o el intento de que ésta se realice- de quienes se escaparon a la Argentina, así como los que estarían ocultos en Uruguay y Paraguay.
Los investigadores dejaron trascender que uno de los interrogantes hasta ahora no revelados es si personajes como Fernándes Venáncio y Siman Oliveira, instalados cómodamente en Buenos Aires, contaron con apoyo económico y logístico para darse a la fuga.
Y en caso de que éste respaldo hubiera existido, saber quienes están detrás del mismo.
Indicios
No deja de ser sugestivo que una semana antes de que los golpistas brasileños acepten dar la cara ante la prensa en Plaza de Mayo, Eduardo Bolsonaro, acompañado de varios legisladores de extrema derecha, todos ellos defensores de la asonada de 2023, fueron recibidos en Buenos Aires por la diputada Maria Celeste Ponce, de La Libertad Avanza.
Durante una audiencia en el Congreso argentino el hijo de Jair Bolsonaro denunció la “censura” y la “persecución política” de la que serían víctimas los opositores a Lula y defendió que se les conceda asilo.
El legislador actúa como “canciller” de su padre – a quien el Supremo le retiró el pasaporte y no puede salir de Brasil debido al temor a que se asile en otro país- e interlocutor directo con Milei, el exmandatario y probable candidato estadounidense Donald Trump ,el primer ministro húngaro, Víktor Orbán y el diputado español Santiago Abascal, referente de Vox.
En la lista de interlocutores de Bolsonaro hijo también están los neonazis alemanes, del partido AfD y los ultras portugueses de Chega.
Ahora bien, el vínculo entre Eduardo Bolsonaro y Milei estaría marcado por la afinidad política acompañada de una amistad que se forjó en los últimos años, cuando el congresista viajó con frecuencia a Buenos Aires para dar su apoyo a la candidatura del libertario.
Si las investigaciones en curso demostraran que el desembarque de Eduardo en el Parlamento argentino fue parte de una maniobra para garantizar que refugio a los golpistas y esa estrategia contaría con la anuencia de Milei, esto agregaría un nuevo obstáculo a la relación entre los dos gobiernos.
Porque de ser así el argentino sería no sólo amigo del principal enemigo de Lula, sino un potencial cómplice en el esquema urdido para garantizar la impunidad de los involucrados en el alzamiento que estuvo a punto de derrocarlo e instalar una dictadura.
Esas son las sospechas con las que el brasileño desembarcará en Italia y podrían condicionar su encuentro o nuevo desencuentro con Milei.