Federico Delbonis, el elegido del destino, el hombre que capitalizó el momento y el sitio indicados para grabar su apellido a lo largo de los tiempos, anunció que se retira del tenis profesional. Y no es una noticia menor: el azuleño ganó el partido que será recordado por siempre, el partido que le dio a la Argentina la única Copa Davis de toda su historia.
“Se cierra una etapa en mi vida que me formó como deportista y como persona. Viví momentos inolvidables e inigualables dentro y fuera de la cancha de tenis, pero es momento de escuchar a mi cuerpo que me pide una tregua“, comunicó Delbonis, de 33 años, quien arrastra problemas en su cadera desde hace varios meses.
Palabras más, palabras menos, sentenció: “Hoy se termina un viaje de los más enriquecedores de mi vida, pero van a venir más rutas para recorrer. Gracias. Fui muy feliz haciendo lo que me gusta”.
El azuleño, que jugará por última vez como profesional en el cuadro de dobles del Argentina Open -del 10 al 18 de febrero en el Buenos Aires Lawn Tennis Club-junto con el santafesino Facundo Bagnis, se instaló en la historia dorada del tenis argentino como integrante clave del cuarteto campeón del mundo en la edición 2016 de la Copa Davis, completado por Juan Martín Del Potro, Leonardo Mayer y Guido Pella, con Daniel Orsanic como capitán.
Número 33 del mundo en 2016 y ganador de dos títulos en singles de ATP -San Pablo 2014 y Marrakech 2016-, Delbonis era el último de los cuatro protagonistas de la final ante Croacia, en el Arena Zagreb, que seguía en actividad -si bien Del Potro no anunció un retiro formal, no juega desde 2022, precisamente en su “despedida” en Buenos Aires ante su propio amigo Delbonis-.
El zurdo ganó, en junio del año pasado, el último título de su carrera: fue en el Challenger de Cali, en Colombia, después de vencer en tres parciales a su compatriota Guido Andreozzi en la final. En ese momento ya lo aquejaba la cadera.
En sus 16 años como profesional cosechó, entre otros logros, tres victorias contra jugadores del top 10, dos de las cuales fueron de gran impacto: derrotó a Roger Federer (5°) en el ladrillo de Hamburgo, en 2013, y se impuso ante Andy Murray (2°), en Indian Wells 2016. Llegó, además, a los octavos de final de Roland Garros en 2021, su mejor resultado en torneos de Grand Slam.
Y también acumuló ocho éxitos contra tenistas del top 20, entre los que se habrá destacado para siempre, justamente, el quinto punto de la final de la Copa Davis ante Croacia: el 27 de noviembre de 2016, con la serie igualada 2-2 en busca de la primera ensaladera de la historia, Delbonis sacó a pasear por 6-3, 6-4 y 6-2 al gigante Ivo Karlovic (20°) y le dio el título mundial a la Argentina.
“La verdad es que nadie estaba preparado para vivir el después de la Copa Davis. Todos estábamos preparados para ganarla pero ninguno estaba listo para pensar qué hacer si la ganábamos. Nos tomó por sorpresa a todos. Ganar la Davis fue único en el aspecto emocional. Tuvo una magnitud enorme y nadie estaba acostumbrado a ese nivel mediático. Antes pasábamos desapercibidos en ciudades grandes pero hoy nos cuesta más. No me quejo, claro. Hay que tomar ciertos recaudos para que todo siga con la mayor normalidad posible”, contaba meses después Delbonis, quien jugara un total de nueve partidos coperos entre 2014 y 2016, en la intimidad de una entrevista con Página/12.
Aquel fin de semana indeleble de noviembre de 2016, después de cuatro finales perdidas (1981, 2006, 2008 y 2011), Argentina rompería el maleficio y dejaría de ser la única potencia del mapa internacional del tenis que no había ganado el título en la competencia más prestigiosa del tenis por equipos. En un estadio cubierto repleto de hinchas argentinos, en una atmósfera acaso imposible de igualar, Delbonis jugó el partido más importante con el temple de un guerrero impertérrito, la misma serenidad con la que ya había aportado dos puntos bisagra en los cuartos de final ante Italia, en el polvo de ladrillo de Pésaro, contra Andreas Seppi y Fabio Fognini.
Ya había caído por detalles, en cinco sets, en el primer punto de la serie ante Marin Cilic, el siete del mundo, y ya habían transcurrido los otros tres partidos: Del Potro había trabajado para atajar las bombas de Karlovic, había cedido junto con Mayer en un doble adverso ante Cilic-Dodig y había materializado el milagro con una remontada de dos sets abajo frente a Cilic, cuando Croacia ya se sentía campeón. Karlovic tenía la cabeza en los festejos antes que en el quinto punto; Delbonis, por el contrario, se moría por jugar ese partido. El resultado fue apabullante: 6-3, 6-4, 6-2 y la gloria eterna.
“Yo pensé que no iba a jugar. Estaba muy complicado. Cilic venía muy sólido y a Juan Martín le había costado entrar en ritmo, cansado después de haber jugado viernes y sábado. En el cuarto set empecé a mentalizarme y el quinto no lo vi porque me aislaron en el vestuario para que no crecieran mis nervios. Pero era imposible; estaba pendiente de un resultado de vida o muerte. Me atacó la presión de golpe. Por suerte lo tomé como una gran oportunidad y puse la cabeza simplemente en jugar. Karlovic tuvo mucha presión porque ellos estuvieron a punto de ganar y tenían que empezar de cero en otro partido. Después del primer set Karlovic se vino abajo”, profundizó el héroe de Azul, en diálogo con este medio, respecto de los momentos previos al máximo compromiso de su vida. El partido que nadie jamás podrá borrar.