Quito vivió entre anoche y hoy una inusual serie de ataques en el que dos coches-bomba explotaron a sendas sedes del organismo que gestiona las cárceles. Las autoridades atribuyeron estas acciones como una presunta respuesta del crimen organizado contra los operativos en las prisiones y contra una serie de traslados de reclusos a otros centros de detención.
Los estallidos
Los ataques, que comenzaron anoche en una zona comercial de la capital ecuatoriana, no dejaron víctimas pero generaron una marcada alerta, sobre todo el estallido de los dos coches bomba: un sedán y una camioneta. Uno explotó frente a la actual sede principal del Servicio de Atención a Personas Privadas de Libertad (SNAI) y el otro frente a oficinas de la misma dependencia. El director de Investigación Antidrogas de la policía, el general Pablo Ramírez, explicó a la prensa que el sedán tenía “dos cilindros de gas con combustible, mecha lenta y aparentemente tacos de dinamita”.
Seis personas, entre ellas un ciudadano colombiano, fueron detenidas en la noche del miércoles por su supuesta relación con una de las explosiones. Su captura ocurrió mientras se trasladaban en un vehículo que se encontraba reportado como robado, al igual que el automóvil usado para el presunto atentado. Ramírez indicó que algunos de los aprehendidos registran antecedentes como extorsión, robo y asesinato. “Tres de ellos fueron detenidos hace 15 días por el robo de un camión y secuestros extorsivos en diferentes puntos de la ciudad y fueron liberados con medidas sustitutivas”, apuntó el jefe policial.
El presidente Guillermo Lasso, un usuario frecuente de la red social X para difundir sus medidas y acciones de Gobierno, no se expresó todavía sobre estas explosiones. Tampoco lo hicieron los participantes del ballottage, Luisa González, de Revolución Ciudadana, y Daniel Noboa, de Acción Democrática Nacional (ADN). En tanto, el alcalde de Quito, Pabel Muñoz, afirmó que “un día nada fácil, con una tarde y madrugada compleja y rara”.
La capital ecuatoriana solo había vivido dos hechos con algunas similitudes a los recientes atentados: en noviembre de 1982 hubo una explosión frente a la embajada de Israel, que dejó dos policías muertos, y que algunas versiones atribuyeron al ya desaparecido grupo Alfaro Vive Carajo (AVC); y en mayo de 1984 estallaron dos bombas panfletarias cerca de la embajada de Estados Unidos y en la Catedral Metropolitana, en este caso sin víctimas mortales.
Crisis carcelaria
La violencia se recrudece en medio de la campaña para las presidenciales en Ecuador, a un mes y medio del ballottage, que se celebrará el 15 de octubre. Sin ir más lejos, uno de los candidatos favoritos, el experiodista Fernando Villavicencio, fue asesinado a tiros por sicarios colombianos el 9 de agosto en Quito. A esto hay que sumarle la tensión en las cárceles.
El miércoles policías y militares hicieron un operativo en las prisiones de Cotopaxi y Turi, y decidieron el traslado de algunos líderes de bandas. Esto generó un motín de los reclusos y la retención de agentes penitenciarios. En las últimas horas se conoció un video en redes sociales, en las que parte de los policías retenidos en Turi reclaman al Gobierno de Lasso que no adopte decisiones que atenten contra los derechos humanos de ellos y de los presos. “Este mensaje es para decirles que no tomen decisiones que atenten contra los derechos humanos de las personas privadas de la libertad”, señaló en el video el vocero de los agentes, vestido de uniforme camuflaje militar, acompañado por otros guías.
El mensaje fue confirmado como verídico por el ministro del Interior, Juan Zapata, de acuerdo con el portal de noticias Notimundo. “Quieren amedrentar al Estado para evitar que sigamos cumpliendo con la función que tienen las fuerzas armadas y la policía en controlar estos centros penitenciarios”, afirmó por su parte el ministro de Seguridad, Wagner Bravo, en una entrevista radial.
El crecimiento de la violencia
En todo el territorio ecuatoriano rige actualmente un estado de excepción y otro para el sistema carcelario, por 60 días cada uno, luego del crimen de Villavicencio. Esta situación habilita que militares patrullen las calles e intervengan en el control de las prisiones, a donde se extiende la guerra de bandas, en general aliadas a cárteles mexicanos y colombianos de drogas.
Además, la ciudad portuaria de Guayaquil, la segunda de Ecuador y ubicada sobre el Pacífico, se convirtió en el último tiempo en un importante lugar de tránsito de cocaína hacia Europa y Estados Unidos. Allí las bandas narco protagonizan masacres carcelarias, secuestros, extorsiones y atentados con coches bomba. En ocasiones, cadáveres de sus víctimas aparecieron desmembrados y colgados de puentes, al estilo de los carteles mexicanos. La violencia se extiende a las calles del país, donde la tasa de homicidios se cuadriplicó desde 2018, estableciendo un récord de 26 por cada 100.000 habitantes.