El tabaquismo es una de las mayores amenazas para la salud pública: el consumo de tabaco mata a más de 8 millones de personas al año, de las cuales más de 7 millones son consumidores directos y alrededor de 1,2 millones son no fumadores expuestos al humo de terceros. Estas cifras muestran que el consumo de cigarrillos es la principal causa de muerte evitable en el mundo.
El cigarrillo es perjudicial en todas sus modalidades y no existe un nivel seguro de exposición al tabaco. Fumar cigarrillos es la forma de consumir tabaco más extendida en todo el mundo pero también existen otras maneras: las pipas de agua o narguile, cigarros, habanos o tabaco picado.
Además, cerca del 80% de los 1.300 millones de fumadores que hay en el mundo viven en países de ingresos medianos y bajos, como Argentina, que son los que soportan la mayor carga de enfermedad relacionada con este producto. El consumo de tabaco afecta tanto a la persona fumadora como a quienes lo rodean.
El tabaquismo causa daños severos en el organismo y es un factor de riesgo que agrava las posibilidades de sufrir enfermedades cardíacas, respiratorias y cerebrovasculares. Además, el humo de tercera mano puede causar graves trastornos cardiovasculares y respiratorios en adultos, mientras que en lactantes puede ocasionar muerte súbita y en las mujeres embarazadas, afectar el peso de los niños al nacer.
El tabaco mata hasta a la mitad de las personas que lo consumen (Getty)
La OMS advierte que incluso fumar pocos cigarrillos al día, fumar ocasionalmente o estar expuesto al humo de tabaco ambiental aumentan el riesgo de sufrir cardiopatías. No obstante, se sabe también que actuar de inmediato para dejar de fumar por completo reduce en un 50% este riesgo al cabo de un año.
En la Argentina, la prevalencia de consumo de cigarrillos muestra un sostenido descenso desde 2005. Si bien estas cifras son alentadoras, todavía fuma uno de cada 5 adultos del país y uno de cada 5 trabajadores permanece expuesto al humo de tabaco en su lugar de trabajo y casi la mitad de la población vio publicidad de tabaco en los puntos de venta de cigarrillos, según la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo del Ministerio de Salud de la Nación.
Se estima que el 50% de los fumadores intentó dejar de fumar en el último tiempo. Sin apoyo para dejar la adicción, solo el 4% de los intentos funcionan. El acompañamiento profesional puede duplicar con creces las probabilidades de éxito para abandonar el tabaco, según explicó Cristina Borrajo (MN 60747), neumonóloga y coordinadora de la sección tabaquismo de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR).
El cigarrillo es perjudicial en todas sus modalidades y no existe un nivel seguro de exposición al tabaco (Getty)
Desde 1987, cada 31 de mayo se celebra el Día Mundial sin Tabaco, este año, en el contexto de la crisis ambiental la Organización Mundial de la Salud (OMS) y asociaciones antitabáquicas a nivel global buscan divulgar el impacto ambiental del tabaco, desde su cultivo y producción hasta su distribución, sin olvidar los residuos que genera.
El tabaquismo es un factor de riesgo modificable y prevenible y, en los últimos años, la implementación de políticas de control del tabaco se ha extendido mundialmente. Cada vez es mayor la población que toma conciencia del daño que genera el tabaco y que está protegida por alguna de lascinco principales políticas contenidas en el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco:
1 – Prohibición completa de la publicidad, promoción y patrocinio incluyendo la exhibición de los productos
2 – Disponibilidad de estrategias de tratamientos asequibles para dejar de fumar
3 – Advertencias sanitarias con pictogramas en los envases de los productos de tabaco
Se estima que el 50% de los fumadores intentó dejar de fumar en el último tiempo. Sin apoyo para dejar la adicción, solo el 4% de los intentos funcionan (Getty)
4 – Ambientes cerrados 100% libres de humo de tabaco
5 – Aumento de impuestos para generar productos más caros y menos asequibles
En Argentina, aunque la tendencia del consumo es descendente tanto en jóvenes como en adultos, la prevalencia y la mortalidad siguen siendo altas en comparación a otros países de la región, y las políticas públicas tienen un avance muy lento.