Desde 1972, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) dirige y celebra cada 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha que se convirtió en una plataforma mundial para la concientización ambiental, y que busca fomentar la protección y restauración de los ecosistemas del planeta.
El lema elegido para el 2023 es #SinContaminaciónPorPlásticos, en sintonía con el pedido global por una prohibición mundial de plásticos de un solo uso, que acompaña el histórico acuerdo alcanzado por 175 países durante la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en 2022. Allí se solicitó elaborar un instrumento internacional legalmente vinculante, que permita abordar de manera más efectiva y equitativa la contaminación por plásticos, al establecer regulaciones y acuerdos globales para abordar esta problemática.
Más de 11 millones de toneladas de plástico ingresan al ambiente cada año, por lo tanto, si no actuamos ahora, la contaminación por plástico podría triplicarse para el 2040.
Es posible hacer frente al problema de la contaminación por plásticos si se aprovechan los avances científicos y las soluciones existentes. Para resolver esta crisis, es necesario que los gobiernos y el sector privado amplifiquen e implementen medidas eficaces dirigidas.
En este sentido, Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina, señaló que “Argentina ha sido pionera en la región con la sanción de una ley que prohíbe la incorporación de microplásticos añadidos en productos cosméticos y de higiene oral. La implementación de esta ley, que comenzó a regir a partir de finales de 2022, será un aporte relevante a los compromisos que deriven de este tratado. No obstante, nuestro país todavía adeuda una ley de envases que establezca estándares mínimos para su gestión integral, promoviendo su reducción, reutilización, reciclado, valorización y, en última instancia, su disposición final, y que incorpore el principio de responsabilidad extendida del productor. La contaminación por plásticos es una problemática global con efectos locales que trasciende fronteras, por eso es urgente alcanzar una respuesta global coordinada”.
Al mismo tiempo, nos enfrentamos a una crisis ambiental compleja y compuesta. El clima se calienta a un ritmo demasiado rápido para que las personas y la naturaleza se adapten, la pérdida de hábitat, la conversión de los suelos y otras presiones sobre la naturaleza ponen en peligro la biodiversidad. La gravedad de la situación requiere acciones concretas tales como la diversidad y conservación de los ecosistemas de nuestro planeta, que son la base del bienestar de las sociedades y de la prosperidad humana, y del cual provienen todos los elementos que necesitamos para cubrir necesidades tan básicas como respirar, hidratarnos, alimentarnos, cobijarnos y protegernos.
No hay tiempo que perder
Una sostenibilidad eficiente es aquella que se aplica de manera transversal: desde la producción de energía y productos, hasta las formas de comercio o el transporte, pasando por cómo vivimos, cómo son los sistemas alimentarios y económicos. La toma de decisiones sobre las políticas públicas y comerciales debe tomar en cuenta el análisis de los impactos que estas mismas acciones podrían producir sobre los ambientes, las especies y los servicios ecosistémicos asociados.
Nuestro país no está exento de responsabilidad en esta crisis ambiental global. Los altos niveles de deforestación de bosques nativos, la conversión de ambientes naturales como pastizales y humedales -que carecen de una ley para su protección y uso sustentable-, los excesivos niveles de sobrepesca y descarte pesquero, los preocupantes indicadores que muestran los impactos negativos producidos por la pesca no regulada ni declarada y los altos niveles de emisiones de gases de efecto invernadero y uso de agroquímicos, son algunos de los problemas a los que nos enfrentamos.
Datos relevantes:
-Las poblaciones mundiales de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces sufrieron un descenso promedio del 69% a causa de la degradación ambiental por las actividades humanas. En América Latina, se registra el declive regional más alto, con una disminución del 94%. (Informe Planeta Vivo 2022)
-La deforestación y la trasformación de ambientes naturales son las grandes amenazas para la biodiversidad y para la provisión de importantes servicios ecosistémicos. Es el caso del Gran Chaco, que se encuentra entre uno de los 24 frentes de deforestación a escala global (9 están en América Latina) impulsado principalmente por la producción de soja y la ganadería a gran escala. (Reporte “Frentes de deforestación; impulsores y respuestas en un mundo cambiante” WWF)
-La explotación de combustibles fósiles, tanto en tierra firme como en off shore, contribuye significativamente al aumento de fuentes de energía contaminantes, incrementando los gases de efecto invernadero que acrecientan los efectos negativos del cambio climático. Esta explotación retrasa día a día la aplicación de tecnologías ya ampliamente conocidas para la generación de energías renovables.
-El mar argentino y sus zonas de influencia se encuentran amenazados por la sobre explotación y el descarte pesquero, a la par de los efectos sumamente negativos que produce sobre las especies marinas la contaminación generada por la basura plástica, proveniente tanto de las ciudades como de la actividad pesquera. (Censo Provincial de Basura Costero Marina y Descarte Ilegal).