Apesar de que la diversidad sexual y la identidad de género son temáticas que ingresaron a la agenda pública recién en los últimos años, son cuestiones que van mucho más atrás en el tiempo. Al contario de lo que muchos creen, no son “inventos actuales”, “una moda” o “cosas de la juventud”, sino que las personas pertenecientes al colectivo LGBTIQ+ (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales, queer y más) forman parte de la sociedad desde siempre.
Pero, ¿por qué se creen que surgieron recién ahora? Porque, por muchos años, vivir fuera de la heterosexualidad era un tabú tan grande que, no solo se ocultaba, sino que resultaba en discriminación, violencia y vulneración de derechos. Este rechazo llegó al punto en el que la homosexualidad formó parte de la lista de enfermedades psiquiátricas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta 1990, año en el que se la removió. Este hecho es justamente lo que se conmemora cada 17 de mayo.
En 2004, se definió al 17 de mayo como el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia para celebrar la fecha en la que, finalmente, la OMS dejó de calificar a la homosexualidad como una “desviación” psiquiátrica. El tan esperado cambio llegó tras años de manifestaciones y reclamos de las comunidades de activistas en todo el mundo. Más específicamente, se logró luego de que, a principios de la década de los 70, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) eliminara dicha orientación sexual del “Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales” (DSM). A su vez, también se impulsó la remoción de las leyes en contra de los gays y las lesbianas.
Aunque este fue un gran triunfo para el colectivo LGBTIQ+, la transexualidad y la identidad de género debieron esperar varios años más para su reivindicación por parte del ya mencionado organismo internacional. Recién en 2018 se eliminó la “incongruencia de género” y, por ende, dejó de formar parte de los trastornos mentales. Este suceso también se incluyó en las consignas del 17 de mayo, al igual que la lucha contra la bifobia, que se incorporó en 2015.