La amenaza de Alberto Fernández y otros líderes de la región de no ir a la Cumbre de las Américas en Los Angeles si no están todos los países invitados causa inquietud en Washington. Por un lado, el gobierno de Joe Biden tiene ante sus ojos la realidad de que no puede unir al continente para una cita que debería ser un espaldarazo a la región. Por el otro, aumentan las presiones sobre la Casa Blanca para que no tolere la “rebelión” y los países que no quieran asistir sufran las consecuencias.
Estados Unidos ya cursó su invitación formal a Fernández. Pero el Presidente argentino aún no confirmó si va o no a la Cumbre, convocada entre el 6 y el 10 de junio, porque busca que Venezuela, Cuba y Nicaragua sen invitados. La Casa Blanca considera a los gobernantes de esos países como dictadores y violadores de los derechos humanos y no los quiere en la lista.
El líder del boicot es el mexicano Andrés Manuel López Obrador, que dijo que no irá si no van todos. Varios países se sumaron, como Bolivia, algunos caribeños y Honduras. Argentina mantiene aún una posición expectante. Fernández, que es presidente protémpore de la CELAC, dijo en un principio que instaba por la participación de todos pero que iría a Los Angeles, aunque al final pareció retroceder.
Biden envió a un emisario especial a Buenos Aires, su amigo íntimo y ex senador Christopher Dodd, para intentar convencerlo, pero se fue con las manos vacías porque el Presidente aún no confirmó su participación.
Además, circularon versiones de que convocarían desde una especie de “contracumbre” hasta un desayuno en Los Angeles en el marco de la CELAC, donde invitarían a algunos funcionarios de esos países “vetados” por EE.UU. La idea, más bien impracticable sin la venia de EE.UU. que debe otorgar visas, fue minimizada por México. Luego creció otra iniciativa: que Fernández, como presidente de CELAC, pronuncie un discurso fuerte en el marco de la Cumbre contra las exclusiones.
Este inédito nivel de incertidumbre, a días de la reunión continental, ya hace eclosión en Washington. En una audiencia en el subcomité de Relaciones Exteriores del Senado, el senador republicano Marco Rubio, un duro crítico del régimen cubano, fue muy fuerte sobre los gobiernos que se resisten a participar.
“Mi punto de vista es este: no creo que los Estados Unidos de América deban, francamente, ser intimidados o presionados sobre a quién invitar a una cumbre que estamos organizando. Si no quiere venir que no venga”, dijo refiriéndose al presidente mexicano, que lidera el boicot.
Y extendió su amenaza a los otros países: “Si tenemos una cumbre donde no invitamos a dictadores y las personas que quieren que vengan dictadores deciden boicotearla, entonces sabremos quiénes son nuestros verdaderos amigos en la región y nos manejaremos en consecuencia”, señaló.
“Creo que sería una buena oportunidad para filtrar a aquellos que están alineados con nuestros puntos de vista sobre la dirección de la región y aquellos que no lo están”, advirtió.
El Departamento de Estado no respondió a consultas de esta corresponsal sobre el tema, pero expertos consultados por Clarín coincidieron en que no es bueno que Argentina falte a la cita.
Benjamin Gedan, director del Argentina Project del Wilson Center, dijo que “es difícil ver cómo le conviene a Argentina apoyar a los despiadados dictadores de América Latina mientras se opone a Estados Unidos y desvía la atención de los objetivos de la cumbre”.
“Argentina es vista tradicionalmente como un fuerte defensor de los derechos humanos, una importante fuente de poder blando para un país cuyas crisis económicas recurrentes agotan su influencia regional y global. En lugar de preocuparse de que los anfitriones de la Cumbre estén silenciando las voces de los tiranos en Caracas, La Habana y Managua, Argentina debería alzar la voz por los presos políticos y otras víctimas de esos regímenes”.
Diego Area, director adjunto del Centro de América latina del Atlantic Council, señaló a Clarín que “la potencial ausencia del presidente Fernández en la Cumbre obviamente no ayudará a consolidar las relaciones entre la Argentina y Estados Unidos. Seguramente, habría reacciones de ambos partidos, tanto de demócrata como el republicano, condenando esta ausencia. Por lo tanto, dudo que el presidente Fernández decida no asistir a la cumbre”.
Agregó que “hay que recordar que los Estados Unidos jugaron un rol fundamental para apoyar a la Argentina con el FMI. Hay establecida una relación comercial y diplomática histórica y la ausencia de Argentina no ayudaría a avanzar una agenda bilateral, sin duda alguna”.
Gedan apunta que la Casa Rosada “debería estar usando su fuerza diplomática para superar las divisiones entre las democracias ideológicamente diversas del hemisferio” antes de la cita en Los Angeles.
“Es común escuchar quejas sobre la participación inadecuada de EE.UU. en América Latina, y esas suelen ser críticas bien merecidas. Entonces, ¿por qué desperdiciar una oportunidad extremadamente rara cuando el presidente de Estados Unidos centra su atención exclusivamente en América Latina?”.
Area apunta que “Estados Unidos está consciente de que parte de la conversación durante la cumbre será crítica, vocal y abierta sobre la exclusión de algunos países que el país anfitrión considera que sus gobiernos no son democráticos”. Y añade: “Lo veo perfectamente al presidente Fernández llevando esa bandera para hacer valer su rol como presidente de la CELAC y sus alianzas regionales. Creo que para la región la presencia activa y la crítica in situ es más constructiva”.
“Creo que esto es parte del juego y que Estados Unidos debe ser tolerante ante las voces disidentes de países aliados en la región. Estamos bastante lejos de esos momentos históricos en los cuales Estados Unidos controlaba las posiciones de los países de la región. Hoy hay una nueva realidad”.
Gedan añade que “la cumbre de Mar del Plata (en 2005) es recordada por exhibir divisiones y torpedear la agenda regional de libre comercio. Todavía existe la posibilidad de que Argentina desempeñe un papel diferente esta vez, construyendo puentes y reuniendo a los líderes para una agenda audaz para la cooperación hemisférica y la inversión de EE.UU. en América Latina”.