La tensión entre los agricultores franceses y las fuerzas del orden subió un escalón este miércoles, cuando se produjeron los primeros arrestos de campesinos que trataron de entrar en el mercado de abastos de Rungis, considerado una “línea roja” por el Gobierno.
La “tregua” entre los convoyes de tractores que bloquean carreteras y la policía dio signos de agotamiento cuando los rodados intentaron asaltar el mayor centro mayorista de Europa, el cordón umbilical alimenticio de la capital francesa y de buena parte del país. Al menos 79 agricultores fueron arrestados por los agentes, que tenían orden expresa del ministro del Interior, Gérald Darmanin, de preservar Rungis.
La tensión ya se percibía desde la mañana. La imagen de tractores apostados cara a cara frente a las tanquetas policiales que vigilaban uno de los puntos de bloqueo de una autopista que conduce a París, presagiaba que podían saltar chispas. Un convoy que había salido el pasado lunes desde Agen, en el sur del país y epicentro de la protesta, se topó con un destacamento policial que lo detuvo sobre un puente en el Loira, a 80 kilómetros de su destino. Al volante de los tractores iban campesinos del sindicato Coordinación Rural que, aunque no es el mayoritario, es el más combativo y fue acusado de cercanía con la extrema derecha del país.
Los primeros arrestos
En paralelo se producían los primeros arrestos: quince campesinos que desobedecieron las consignas policiales cerca de Rungis. Más tarde, algunos de ellos con el sello de la Coordinación Rural, lograron burlar la vigilancia de los agentes e ingresaron a pie al mercado mayorista dañando algunos puestos, lo que desembocó en nuevas detenciones. Por primera vez desde el inicio de las protestas se vieron importantes despliegues de antidisturbios, muy discretos hasta el momento pese a que se mantenían movilizados 15.000 agentes.
Los portavoces del Gobierno, hasta ahora comprensivos con las demandas de los agricultores, comenzaron a elevar el tono y a asegurar que las medidas que están tomando no son reconocidas por el sector del campo. Repiten que el presidente Emmanuel Macron de visita de Estado en Suecia, cedió en algunas de las reivindicaciones agrarias: renunció a suprimir las ayudas al gasoil, simplificó algunos trámites y obtuvo de Bruselas concesiones sobre el barbecho y las importaciones de cereal ucraniano.
Para el Elíseo es un paso adelante que el propio Macron tratará de consolidar este jueves durante la cumbre de jefes de Estado y Gobierno de la Unión Europea (UE) que comienza en Bruselas. Pero no es suficiente para los campesinos que en el centenar de piquetes que mantienen a lo largo del país, mostraron su voluntad de mantener la protesta e incrementar la presión. Aunque los líderes de los sindicatos mayoritarios reiteraron el mensaje de mantener la calma y evitar acciones violentas.
Respaldo popular
Una encuesta publicada por el canal de televisión francés BFMTV mostró que casi el 80 por ciento de los franceses respalda las demandas de los agricultores. En el trasfondo de la crisis asoman las elecciones europeas de junio próximo, en las que la extrema derecha aspira a revalidar la victoria en primera vuelta lograda hace cinco años: sus líderes Marine Le Pen y Jordan Bardella parecen estar sacando rédito de las protestas.
El contrapeso está, por ahora, en manos del primer ministro, Gabriel Attal, quien planteó ante el Senado sus líneas políticas y envió guiños a los agricultores. Con apenas 20 días en el cargo, el jefe de Gobierno más joven de la historia del país no está apagando una llama que cobra fuerza. Hasta ahora, Macron lo ha enviado al frente a Attal en soledad, pero desde el Palacio Elíseo no descartan que en los próximos días acuda al rescate del primer ministro.