El equipo argentino de la Copa Davis había llegado a Manchester para jugar, por primera vez en dos años, nada menos que la fase de grupos de las Finales, la instancia que le permitiría soñar con un pasaje directo a la semana final de noviembre en Málaga.
La elite con los 16 mejores equipos del mundo, sin embargo, le dio un baño de realidad a un equipo que, más allá de su conformación compacta con buenas piezas en singles y en dobles, actúa en condiciones desfavorables ante las naciones más destacadas del planeta.
La primera jornada de acción, en la apertura del grupo D en el AO Arena de la ciudad inglesa, arrojó una dura derrota ante Canadá que, de todas maneras, terminó con un sabor ambigüo. “Si nos tocaba perder lo ideal era 2-1, por este punto que puede ser importante para lo que queda”, remarcó el capitán Guillermo Coria después del triunfo que rescataron los doblistas Andrés Molteni (30°) y Máximo González (34°).
La dupla nacional se impuso 2-6, 6-3 y 6-2 ante Denis Shapovalov y el experimentado pero lejos de su nivel Vasek Pospisil y evitó la caída sin triunfos luego de los traspiés de Francisco Cerúndolo (31°) y Sebastián Báez (26°), quienes sucumbieron, en sets corridos y de manera respectiva, frente al propio Shapovalov (ex 10°) y ante Felix Auger Aliassime (21°; ex 6°).
“Podía pasar: sabíamos que iba a ser contra dos buenos jugadores. Shapovalov juega así pero no venía así; demostró un nivel de top 15. Y Auger Aliassime también jugó como suele jugar. Nos ganaron muy bien y aprovecharon mejor las oportunidades; se nos hizo difícil”, dijo Coria sobre la actuación de los singlistas.
El capitán sabe mejor que nadie que, en este formato, un punto más puede cambiar la historia hacia adelante en busca de la clasificación a los cuartos de final, instancia a la que avanzarán los dos mejores de cada una de las cuatro zonas. Por eso destacó no haber perdido 3-0. La realidad, no obstante, presenta variadas dificultades para el equipo albiceleste, que por lo pronto estará obligado a ganar este viernes ante Gran Bretaña -tiene a Jack Draper, flamante 20° del mundo y semifinalista del US Open-en la segunda fecha del grupo D -cerrará su participación el sábado frente a Finlandia-. En su formación no tiene puntos flacos y mantiene la ilusión, pero el panorama se avizora perjudicial.
¿Argentina podía perder? Claro. Está lejos de ser un equipo favorito porque en la elite se juega en condiciones que obligan a la excelencia: superficie dura bajo techo, más allá de que la cancha resultara un poco más lenta de lo que esperaban los argentinos. La decisión del armado titular por parte de Coria, quien podría atravesar su última semana en la capitanía, llamó la atención: con los tres singlistas parejos, se inclinó por Báez por encima de Tomás Etcheverry (34°), el que mejor resultado logró días atrás en el cemento del US Open -llegó hasta la tercera ronda-.
La presencia del número uno del plantel ubicó a Cerúndolo como dos: el formato empareja single 2 con single 2 y single 1 con single 1 -para cerrar, el doble-. Si hubiera entrado Etcheverry se habría medido con Shapovalov y, entonces, Cerúndolo habría quedado cruzado con Auger Aliassime, a quien ya le ganó el año pasado en canchas duras, en el Masters 1000 de Miami. Si bien el resultado aparece sólo en el plano contrafáctico, determinación del capitán despertó sorpresa, amén de la ubicación de los singlistas en el ranking.
“Elegí esta formación por la experiencia de Fran y de Seba, que tienen varias Davis con este formato. Fran como single 2 era duro; habíamos planificado la serie contra Shapovalov; y con Seba buscábamos la resistencia, la solidez de fondo. Felix no venía con buen feeling aunque sabíamos que ambos jugadores, en esta superficie, se mueven como pez en el agua”, explicó Coria.
Para Argentina, en un análisis más profundo y abarcativo, el objetivo de volver a clasificarse entre los ocho mejores equipos del mundo tiene una dificultad extra. Los resultados, por lo pronto, están a la vista: apenas ganó tres de los últimos doce partidos en la fase de grupos de las Finales. El dato tras el doble clic es todavía más llamativo: sólo ganó partidos de dobles y acumula ocho caídas al hilo en singles. La última participación había sido en 2022, en Bologna, con derrota en las tres series.
Que Cerúndolo y Báez hayan perdido casi sin atenuantes y que Molteni y González tuviera que esforzarse para rescatar el punto de dobles son hechos que tienen vínculo con un resultado deportivo, pero Argentina está lejos de la vanguardia por otras dos cuestiones de mayor profundidad: la merma en el nivel general en la máxima competencia por equipos en los últimos cuatro años -lleva cinco sin estar entre los ocho mejores- y las circunstancias adversas que se presentan cada vez que protagoniza las instancias finales.
El ranking, peor que nunca
Argentina llegó esta semana a Manchester con una simbólica mancha para su rica historia deportiva en la Copa Davis: ocupa el puesto 20 en el Ranking de Naciones de la competición, el más bajo en el que haya figurado desde su nacimiento en 2001.
La clasificación mundial que configura la ITF tiene la base de su construcción en el período de los cuatro años más recientes, con un mayor peso en los resultados deportivos más cercanos en el tiempo dentro de ese lapso.
En el caso de Argentina, que nunca apareció tan abajo en la lista de países que juegan la Davis, el ranking está conformado por resultados de las últimas dos capitanías: los últimos dos años de Gastón Gaudio, que cuentan como uno solo por la unificación del año calendario 2020-2021 a raíz de la pandemia -fue el conductor desde 2018-, y los tres que acumula Coria, ambos ciclos ubicados dentro de la gestión de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) bajo el mandato del presidente Agustín Calleri y del vicepresidente Mariano Zabaleta.
La superficie, el mayor rival en el tiempo
En agosto de 2018, en la ciudad de Orlando, quedó decretado el histórico cambio de formato de la Copa Davis: en la asamblea general la Federación Internacional de Tenis (ITF) y el Grupo Kosmos, presidido por el futbolista Gerard Piqué, lograron el apoyo necesario entre las federaciones miembro.
A escasos tres meses del inicio del primer ciclo de Calleri, Argentina se inclinó a favor del cambio de formato, con Zabaleta como enviado en la asamblea. La AAT aportó un voto determinante porque cuenta, en ITF, con un sufragio calificado de segundo orden, sólo detrás de las federaciones de los Grand Slams -Francia, Australia, Estados Unidos y Gran Bretaña- y de Alemania.
La histórica mutación atrajo grandes ingresos por parte de la ITF, un aporte monetario de suma relevancia para el desarrollo del tenis en las federaciones periféricas, pero Argentina quedó diezmada en términos deportivos: más allá de las series mano a mano, como los Qualifiers que otorgan el pase a las Finales, siempre debe encarar instancias definitorias en canchas rápidas que van en contra de su matriz formativa sobre polvo de ladrillo.
“Consultamos de manera democrática a todos los jugadores. La respuesta fue muy amplia para que votáramos el cambio. Fue la única opción; no sé si es la mejor o la peor”, le había contado años atrás Zabaleta a este diario, con mirada retrospectiva. Calleri también opinaba sobre aquella postura: “La Copa Davis había perdido interés; ya no era lo mismo y había que innovar. Estamos tranquilos: lo decidieron los jugadores”. Los resultados, por el momento, no arrojan satisfacción: Argentina no juega las semifinales desde la edición de 2016, cuando se consagró por única vez en su historia.