El equipo de Somoza se potenció en algunos aspectos y en otros dejó en evidencia que debe trabajar. Igual, le alcanzó para ganar, que era lo único que valía
El triunfo en Central ante Independiente lo fue todo, porque podía llegar de cualquier forma y bajo el orden futbolístico que sea, pero este equipo de Leandro Somoza ya no podía permitirse seguir poniendo la mejilla para seguir recibiendo golpes. Para todos los actores en cuestión la victoria era impostergable, pero si había alguien que necesitaba que el equipo sumara de a tres era el propio entrenador, quien ya cargaba con cuatro partidos sobre lomo sin ninguna alegría. Más allá de eso, hubo cuestiones futbolísticas para rescatar, aunque otras tantas para cuestionar. Pero claro, con el triunfo bajo el brazo el trabajo en la semana será de una manera distinta, especialmente con mayor tranquilidad.
La era Somoza venía de un golpe tras otro, por eso todas esas cosas buenas que el entrenador destacaba partido tras partido, en medio de una andanada de malos resultados, no surtían efecto. En esta ocasión dio un salto de calidad en ciertos aspectos, que tuvieron el empuje necesario para garantizar la primera victoria del ciclo.
Newell’s expuso ante Racing las razones para creer en su sueño
El equipo de Sanguinetti ante Racing hizo crecer varias cuestiones que lo afirman y se acercó a la ilusión de clasificar a los play-off
Racing es hoy uno de los mejores, sino el mejor, equipo del fútbol argentino. Por ende, es mejor que Newell’s. Tiene más fútbol, tiene la confianza por las nubes, hace de la posesión, el buen manejo y la profundidad en ataque un culto. Es justo que lidere su zona y esté invicto en la Copa de la Liga. Consiguió además la clasificación a cuartos de final, como era de presumir. Ante tamañas cualidades enfrente, además con la celebración de una racha histórica de triunfos conseguidos, ¿se podía esperar acaso que los rojinegros lo superaran, que lo dominaran? No. Pero ante ese panorama previsible, la gran virtud que está evidenciando este ciclo de Javier Sanguinetti es saber adaptarse a las circunstancias, pelear dentro de ellas, disputar, abroquelarse cuando hace falta y buscar cuando puede o lo dejan. Así construyó un enorme punto en el Cilindro de Avellaneda que lo pone a las puertas de los cuartos de final de la Copa de la Liga. Pero además ante un oponente superior o de buena talla, como seguramente le tocará si, como ahora sí puede permitir ilusionarse, consigue ese objetivo. Que será estar nada menos que a tres partidos de un título.
Y este equipo de Sanguinetti esbozó ante Racing razones para creer en sí mismo. Dio un paso adelante en seguridades, porque sacarle el bocado de la boca a un local que llegaba tan gallardo, traerá sin dudas mayores convencimientos hacia adentro.
En casi todos los encuentros que Central había disputado en este nuevo proceso el equipo se había visto superado en el juego y lo poquito que había hecho el canalla jamás había sido plasmado en el resultado.
Primer punto de crecimiento: la efectividad. Central no fue una tromba ni una máquina de generar situaciones, pero tuvo la fortuna de pegar en los momentos justos, como por ejemplo en ese gol tempranero de Marco Ruben, al minuto de juego, que le permitió al equipo no ser atrapado por la impaciencia y el malhumor que a esa altura ya se vivía en el estadio.