El nivel de juego de Boca fue muy bajo en la derrota ante Banfield, y por ese motivo el técnico decidió el cambio de algunos nombres para el compromiso ante Instituto.
Lo más sorprendente fue que esa caída se profundizó ante los cordobeses. La aparición de algunos apellidos diferentes no provocó el efecto deseado, y el desencadenante fue que a los 19 minutos el equipo ya perdía por dos goles de diferencia.
El público mostró su malestar de inmediato, y se escucharon desaprobaciones para algunos futbolistas.
El problema fundamental radicaba en la mitad de la cancha. Guillermo y Ezequiel Fernández se encargaban de la recuperación de la pelota, y más adelante se ubicaban Langoni, Payero y Villa. El espacio que quedaba por detrás de esta línea de tres jugadores era lo que aprovechaba Instituto, y con el dominio en esa zona tenía el control del partido.
El orden es un factor que carece en el fútbol de Boca, y el equipo avanza por acciones individuales. En ese aspecto se destacóLangoni, y en algunas ocasiones Fabra. Con el fervor de su gente se pudo acercar al arco de Carranza, quien respondió muy bien cuando fue exigido.
El gol de Payero (gran tiro libre desde afuera del área) en el descuento del primer tiempo sirvió para apaciguar el ánimo de la gente, que esperó con mayor entusiasmo el segundo tiempo.
Instituto salió muy atento a jugar esa mitad, y en la primera -se jugaba un minuto- acción convirtió el tercer gol a través de Santiago Rodríguez. El delantero apareció por izquierda, sacando ventaja de una desatención entre Valdez y Weigandt, y con un zurdazo al primer palo aumentó la ventaja.