Invitada estrella de La Libertad Avanza, Patricia Bullrich hizo su aparición estelar en el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados y defendió puntillosamente el capítulo de criminalización de la protesta de la Ley Ómnibus. Arrancó, sin embargo, con una concesión: presionada internamente por los aliados en el PRO, UCR y el pichettismo, Bullrich cedió y anunció que eliminaría el artículo que exigía que las reuniones en la vía de pública de más de tres personas necesitasen de un permiso del Gobierno. “Puede haber existido una mala interpretación”, deslizó la ministra de Seguridad de Javier Milei que, por otro lado, defendió que la policía disparara por la espalda a delincuentes y anticipó que enviaría una propuesta de baja de edad de imputabilidad.
El Anexo de la Cámara de Diputados estalló en aplausos cuando Patricia Bullrich arribó pasadas las dos de la tarde: a los diputados de La Libertad Avanza —que aplaudieron con más entusiasmo a la exministra macrista que a Guillermo Francos— se le terminaron sumando más de un diputado del PRO, que aún juega a ser oposición oficialista. “Vino la que salió tercera en las elecciones”, ironizaban, en cambio, en las dos mesas ocupadas por Unión por la Patria.
“El peligro que vemos todos los días es que cualquier dilación, cualquier error, cualquier problema en las decisiones estratégicas de cambio pueden generar una situación de incertidumbre que lleven a los distintos actores se muevan de manera que la situación pueda entrar en una situación gravísima”, arrancó, de manera confusa, Bullrich, repitiendo la amenaza de Casa Rosada según la cual si la economía le iba mal era por culpa de la oposición que no les votaba todo en el Congreso. A modo de gesto interno luego de las presiones que había recibido de sus excompañeros de coalición, Bullrich anunció que se retirará el artículo 331 que definía a una “manifestación” como la congregación de más de tres personas en un espacio público y que señalaba que estos debían pedir permiso ante su cartera con al menos 48 horas de antelación: “Puede haber existido una mala interpretación, denlo por retirado”, aclaró.
Acto seguido, sin embargo, procedió a defender el aumento de las penas contra quienes protestan (al punto de volverlas no excarcelables), incluso de los que no participaran de las manifestaciones, pero se consideraba que habían participado de su organización. “Ojalá no se corten las calles y se pueda vivir en paz”, exclamó. Y, en el mismo tono que pedía “vivir en paz”, agregó que, en los casos de robos en moto, la policía podía dispararles por la espalda cuando huían. “Se asume que el que está tirando hacia atrás si recibe un tiro en la espalda es un fusilamiento. No, es legítima defensa”, afirmó, luego de pararse para actuar como los “motochorros” disparaban para atrás cuando los perseguían.
“¿Qué haría esta ministra con la Bullrich que convocaba a movilizar gente por Twitter? La metería presa?”, ironizó, al momento de las preguntas, Matías Molle (UxP). A diferencia de lo que había ocurrido con Francos, la tensión fue escalando rápidamente. “La Argentina necesita convivencia y esa convivencia no se constituye con métodos represivos. La historia reciente nos muestra cuando se intenta hacerlo en el camino se dejan muertos como Santiago Maldonado y Rafael Nahuel“, le recordó Leopoldo Moreau (UxP) a quien fuera ministra de Seguridad cuando Maldonado y Nahuel fueron asesinados en el medio de operativos represivos.
La más dura fue Myriam Bregman (FIT): “¿Usted reprimiría al senador De Angeli, a los que cortaron con la Sociedad Rural todas las rutas de este país? ¿Usted reprimiría a los fiscales que salieron a reclamar por Nisman? Quiero saber si a ellos les dice ‘Delincuentes, ¡a la vereda!'”, le lanzó, y remató: “Lo que ustedes quieren hacer es blindar el ajuste. Porque no hay ajuste que pase sin represión”. Como si se hubiera sentido aludido, Fernando Iglesias (PRO) salió a cruzar Bregman: “La diputada furgón de cola no mencionó ninguna víctima del peronismo”, provocó. A lo que Bregman solo le gritó, fuera del micrófono: “Aunque sea que no haga siempre el mismo chiste”.
“Si no le gusta este gobierno arme un partido, saque más del 50 por ciento de los votos y gane las elecciones”, se sumó a las chicanas la mano derecha de Bullrich, Damian Arabia (PRO), que aprovechó para instalar el tema de la baja de la edad de imputabilidad: “La Argentina ha quedado muy atrás en la legislación, ¿el Ejecutivo va a mandar un nuevo régimen?”, preguntó, simulando inocencia. Cuando fue su turno de hablar, Bullrich se apuró en confirmar: “Sí, vamos a mandar un régimen penal juvenil. Vamos a bajar la edad de imputabilidad“.
Más incómodo fue el momento en el que Bullrich acusó a las provincias de haberle votado la reforma del impuesto a las Ganancias a Sergio Massa y, ahora, “le están pidiéndole a Milei ‘desenterrame'”. “Pero Milei también la votó a favor”, le gritó un diputado de UxP. “Bueno sí. Milei porque vota siempre bajar impuestos, pero muchos diputados no lo votaron”, accedió, incómoda.
Finalizada su exposición de casi cuatro horas, Bullrich agarró sus cosas y partió para la puerta de salida. Muchos diputados —del PRO o LLA— se agolpaban para saludarla. “¡Nico! ¿Cómo estás?”, saludó, a los gritos, a Nicolás Massot (exPRO, hoy Hacemos Coalición Federal, uno de los bloques de la oposición) que le respondió el saludo, sorprendido. “Ojito eh”, lo despidió, entre risas.