San Lorenzo cayó 1-0 este martes en Belo Horizonte ante Atlético Mineiro y quedó eliminado de la Copa Sudamericana tras el 1-1 del duelo de ida en el Nuevo Gasómetro.
Rodrigo Battaglia -un ex Huracán- marcó el gol para el equipo de Gabriel Milito, que en cuartos de final se medirá con Fluminense, que a su vez sacó del torneo a Gremio en la definición por penales.
En la previa, ninguno de los dos gozaba de un buen presente. La crisis institucional que atraviesa el Ciclón no es nueva: el DT Leandro Romagnoli había presentado su renuncia, pero los dirigentes no se la aceptaron y continuó al frente del equipo. La cosa se agravó más el último fin de semana, tras caer ante Boca en La Bombonera un partido por la Liga Profesional que había comenzado en ventaja. Por su lado, el Galo de Gabriel Milito venía de ganar apenas una de sus últimas seis presentaciones.
San Lorenzo -con casaca alternativa azul- salió de entrada a meter presión alta al dueño de casa, y así avisó Irala desde lejos con un disparo que a priori parecía sencillo, pero el pique complicó un poco al arquero Everson.
La actitud inicial azulgrana no le gustaba nada al Atlético Mineiro, que no obstante logró tomar cierto control del juego a partir de la concentración de Zaracho -que en esta oportunidad reemplazó a su compatriota Fausto Vera- para recuperar rápido el balón, la peligrosidad de Scarpa y el talento a cuentagotas de Otávio en ataque, aunque le faltaba profundidad.
Con menos tenencia de pelota, el Ciclón aguardaba con orden agazapado y llegaba con las corridas de Leguizamón, la guapeza de Campi, la confianza de Reali y más remates de Irala.
Recién pasada la media hora el local llegó con peligro a la valla defendida por “Chila” Gómez -titular en lugar del apartado Altamirano- cuando un resbalón de Romaña permitió a Paulinho -autor del empate en la ida- quedar de frente al arco, aunque el tiro del goleador brasileño resultó defectuoso.
Antes del descanso, una ráfaga de San Lorenzo propició un remate al travesaño de Leguizamón tras una gran jugada individual y, en el rebote, un disparo desviado de Reali, aunque la última fue del anfitrión con un cabezazo afuera del díscolo Deyverson.
En la segunda parte, Otávio le entró feo a Tripichio y no vio la roja de milagro: Milito no dudó y mandó a la cancha a Vera. Para entonces, el Ciclón inflaba el pecho, jugaba mejor y ante el desconcierto de los brasileños se animaba con el peligroso Cuello, a quien Everson le tapó una clarísima.
Y cuando el Galo peor la pasaba, un cabezazo de Battaglia tras un corner le daba la ventaja a Mineiro. El estadio era una caldera, San Lorenzo se desmoronó, “Chila” le ahogó el grito a Paulinho y el chileno Vargas se lo perdió de cabeza.
Entonces la policía brasileña arremetió con palazos y gases lacrimógenos contra la parcialidad azulgrana, que terminaron afectando al público en general e incluso a los jugadores. Triste, solitario y final, diría el entrañable Gordo Soriano.