Pablo Cubino tiene 21 años y llegó a Rosario para estudiar Ciencia Política en 2020. En ese momento, dice, no le fue difícil encontrar el departamento de un dormitorio que comparte con un amigo en la zona de Córdoba y Oroño. Sin embargo, ahora que tienen que mudarse la búsqueda no es tan sencilla. “Los precios están mucho más altos, la diferencia es abismal, y entre alquileres anticipados, contratos, sellados, IVA y comisiones te pueden pedir hasta 400 mil pesos para entrar a un departamento”, señala y advierte que “muchos pibes pierden la posibilidad de estudiar por el costo que tiene la vivienda”.
Las dificultades económicas generadas por la escalada inflacionaria y la realidad del mercado inmobiliario argentino, con escasa oferta de unidades en alquiler, complican cada vez más los problemas de vivienda de quienes buscan en la ciudad la posibilidad de estudiar una carrera de nivel superior. Mientras en el Congreso nacional se debate una nueva ley de alquileres, quienes viven en localidades cercanas a Rosario hacen peripecias para hallar un monoambiente.
El ahogo es tal que la Universidad Nacional de Rosario (UNR) anunció que triplicará las plazas de su residencia estudiantil para el año próximo y que se podrá un marcha una oficina para asistir a los estudiantes con las gestiones frente a las inmobiliarias.
Mientras tanto, con las plazas de los albergues públicos colmadas y con las pensiones estudiantiles privadas casi al tope, los estudiantes ponen en marcha distintas estrategias: buscan espacios más grandes para compartir o viajan a diario más de 50 kilómetros para cursar.
“El precio de la vivienda está por las nubes. Hay muchos grupos de WhatsApp o de redes sociales donde se comparten búsquedas. Pero se ofrecen departamentos viejos, con humedad o sin gas por precios exorbitantes”, relata Pablo.
Casi 10 mil al año
Sólo a la UNR ingresan cada año unos 10 mil estudiantes de otras localidades santafesinas, de las provincias de Buenos Aires o Entre Ríos, o del exterior. En 2021 _último dato estadístico disponible_ los ingresantes a la universidad pública fueron 17.618, de los cuales menos de la mitad (8.527, para ser exactos) vivían en Rosario.
El ingreso al nivel superior es el final de un largo recorrido que empieza con la elección de la carrera y el hallazgo de un lugar para vivir. La búsqueda de propiedades comienza en octubre o noviembre y los contratos se cierran sobre fin de año o a comienzos del año siguiente, cuando se inicia el cursado.
Leonardo Beltramone, del Observatorio Inmobiliario de Rosario, reconoce que la oferta de alquileres “es baja” y que existe una “retracción de los propietarios a la espera de una nueva ley de alquileres”. La consecuencia es clara: “los precios son altos porque hay poca oferta” y la rotación de unidades es alta, “lo que publicamos hoy, se alquila mañana”, dice.
Los departamentos preferidos por los universitarios, generalmente monoambientes y ubicados lo más cerca posible de las casas de estudio, pueden costar entre 45.000 y 70.000 pesos mensuales. La disparidad se explica por la ubicación del edificio, su antigüedad o la calidad constructiva de las unidades. Impuestos, servicios y gastos centrales pueden sumar otros 10 mil pesos a este presupuesto.
Beltramone se encarga de derribar un mito. “Es mentira que los estudiantes universitarios son malos inquilinos. Es un público atractivo, los estudiantes generalmente son prolijos, cuidan las unidades, están supervisados por sus familias”, explica. Aun así, les caben las generales de la ley: las unidades en alquiler son pocas.
Un problema mayúsculo
En septiembre del año pasado, en consonancia con el Día del Estudiante, desde el área de Vivienda de la Oficina Municipal de Defensa del Consumidor realizaron una encuesta que contestaron unos 250 estudiantes universitarios de Rosario.
Allí describieron los principales inconvenientes a la hora de buscar inmuebles para alquilar. Las respuestas se repitieron: cinco de cada diez señalaron que los gastos iniciales eran el mayor obstáculo, el resto se inclinó por la demanda de garantías (29%) y la falta de oferta (18%).
Pero encontrar un departamento no significa el fin de los problemas. Una vez habitado el inmueble, el 52 % de los estudiantes dijo que sufrió aumentos indebidos, el 23 % se encontró con falta de discriminación de expensas o cobro de expensas no habituales, otro 22 % con problemas edilicios y otro 3 % advirtió que había padecido cobros indebidos.
Para Ariel D’Orazio, titular del Consejo Asesor de la Vivienda de Rosario, encontrar un lugar donde vivir “es uno de los mayores condicionantes que tienen los estudiantes. Muchos chicos abandonan por no poder sostener el gasto que significa la vivienda en Rosario para los estudiantes argentinos”, asegura.
Residencias, al tope
Como alternativa a las dificultades para alquilar, en los últimos años creció la cantidad de residencias o pensiones para estudiantes universitarios. Generalmente ubicadas en los alrededores de las facultades o en el centro de la ciudad, con menos requisitos de ingreso o garantías, son una opción elegida sobre todo por estudiantes que ingresan a una carrera. Algunas, además, están subsidiadas por comunas o municipios. Una búsqueda rápida de Google, muestra más de 60 casonas exclusivas para estudiantes universitarios.
Javier Durandeu está hace diez años al frente de la residencia Nely, una pensión estudiantil mixta ubicada en la zona de La Siberia, cerca de las facultades de Ciencia Política, Psicología, Arquitectura e Ingeniería, que ofrece habitaciones amuebladas con baño privado, patio con espacios verdes y parrillero, cocina completa, sala de estar, TV por cable e internet y emergencias médicas. Mensualmente cuesta 50 mil pesos y todas sus plazas están ocupadas.
“Generalmente llegan a las pensiones los alumnos del primer año. Acá conocen gente, se hacen amigos, les pica el bicho y se van a vivir solos. Pero en estas circunstancias está complicadísimo, los alquileres están inalcanzables, incluso para un grupo de estudiantes”, cuenta Durandeu. La realidad estira la vida en las residencias. “Llegan a segundo y siguen con nosotros”, señala.
En marzo del año pasado, la UNR puso en marcha la primera residencia para estudiantes. La casa está en Santa Fe 1470, tiene capacidad para 150 estudiantes y actualmente todas sus plazas están ocupadas.
Para ingresar a la residencia hay que ser mayor de 18 años y estudiar alguna carrera de grado o terciaria de manera presencial. Además, el alojado tiene que provenir de localidades argentinas que disten más de 50 kilómetros de Rosario y depender económicamente de su grupo familiar. El costo mensual es de 14 mil pesos.
Cuando Flor del Alba Cruz Valdez llegó desde la localidad de Pergamino (provincia de Buenos Aires), el albergue de la UNR no existía. “En ese momento la mayoría de mis compañeros y compañeras de secundario eligieron estudiar en Rosario. Algunos se fueron a residencias y otros, como yo, nos fuimos a compartir gastos a un departamento. En mi caso fue muy rápido, una amiga de secundaria estaba buscando y ambas nos pusimos con eso y conseguimos rápido”, recuerda siete años después, cuando cursa uno de los últimos años de la carrera de Comunicación Social y estrena la presidencia de la Federación Universitaria de Rosario (FUR).
No obstante, advierte que las cosas cambiaron y que los problemas de vivienda es una temática sobre la que se conversa diariamente en la federación que representa a los estudiantes de la UNR.
“En este momento tan complejo, donde el salario mínimo es afectado por los índices inflacionarios, es difícil alquilar para cualquier persona que debe mudarse de su casa familiar. Quienes somos estudiantes, además de invertir el tiempo en cursar y rendir materias, tenemos que buscar un trabajo para poder sostener nuestra economía en la ciudad. Algunos trabajos que suelen darnos son mal pagos o no tienen una retribución económica justa q nos permita costear del todo, por ende muchas veces tenemos hasta 2 o 3 laburos”, cuenta y advierte que “el problema no es solamente para los estudiantes que no somos de rosario, es la gran preocupación es que ningún joven aspira a tener vivienda propia”.