“Estoy de pie“, gritó Graciela Sosa, con los dos puños cerrados, ante más de 2500 personas que acompañaron a los padres de Fernando Báez Sosa en el acto por el tercer aniversario del crimen de su hijo. En el anfiteatro de Dolores, la ciudad que los acoge desde hace tres semanas, los padres de Fernando realizaron una “oración interreligiosa” y una colecta solidaria en memoria de Fernando. Sus familiares y amigos se acercaron desde Buenos Aires y desde Paraguay, mientras que la gente de Dolores, que hizo suyo el caso de Fernando, se movilizó al lugar para exigir justicia tras el cierre de la etapa probatoria del juicio.
“Te extrañamos”
Cerca de 160 kilómetros separan a la ciudad de Dolores de Villa Gesell. Tres años los separan a Graciela y a Silvino del día en que recibieron desde Gesell el llamado de un comisario que les anunció la peor noticia. Pasadas las 19 horas del miércoles, los dos suben al escenario del Anfiteatro del Parque de los Libres de Dolores. Los dos tienen las remeras que, por la mañana, también exhibieron en la última jornada de la etapa probatoria del juicio. Tienen estampadas la misma foto en la que ellos, junto a Fernando, sonríen. Abajo se lee una frase: “Nos tenemos“.
“Quisimos darle la oportunidad de disfrutar. Nunca pensamos que Fernando no regresaría a nuestro lado. Toda madre tiene derecho de dar una oportunidad a su hijo para ir a divertirse y el hijo de regresar a su casa”, dice Graciela al tomar al micrófono. “Este día es el día en que recibimos la peor noticia de nuestras vidas. Para mí el tiempo se detuvo. Hoy se cumplen tres años de que se fue de vacaciones y no volvió“, agrega.
Su voz quebrada recuerda al tono con el que hace ya 16 días tuvo que explicarle a un tribunal cómo fue el momento en que se enteró de la muerte de su hijo. Desde las gradas del anfiteatro, ubicado a orillas de la Ruta 2, la gente escucha atenta y entre lágrimas. De vez en cuando se cuela un grito: “Vamos Graciela”, “estamos con vos” o “fuerza Silvino”. “Es muy difícil seguir, pero gracias a todos ustedes que me demuestran tanto cariño. Estoy de pie“, grita Graciela, cierra los puños delante de su rostro, y agrega: “Por Fernando”. “Gracias mi amor por habernos dado tantas felicidades durante 18 años“, le dice a su hijo.
A la palabra de la madre de Fernando la antecedió la de Silvino, su padre. El hombre le habló a los vecinos y vecinas de Dolores: “Quiero agradecer por el apoyo que nos dan para ayudar a las personas que necesitan, esto sale de sus ganas de colaborar, que es lo que le gustaba a Fernando, ayudar a los demás”, dijo. Detrás del escenario, dos largas mesas reciben donaciones de la gente que se acerca al lugar. Las bolsas y paquetes se trasladan a dos camiones, para luego ser transportadas a sus destinos.
“Trajimos alimentos y ropa para donar, nos parece que es la mejor forma de homenajear a Fernando“, dice a Página/12 Joaquín Rodríguez, que llegó a Dolores desde Pinamar. Romina, vecina de Dolores, agrega que “nos conmovió y convocó mucho tener el caso acá“. En la previa del acto, una imagen ganaba las calles de la ciudad: grupos de amigos o familias caminaban en conjunto hacia el parque, cargando bolsas y paquetes de donaciones.
Los locales de avenida Belgrano, camino al anfiteatro, mostraban todos el cartel que ya se volvió habitual en las calles de Dolores: una foto de Fernando y el pedido de “justicia“. Un video con fotos de Fernando y sus amigos, y del joven realizando colectas solidarias, marcó la mitad del acto, antes de la oración interreligiosa y después de un minuto de silencio. El video cerraba con un mensaje de los padres hacia el joven: “Te extrañamos, Fer“.
“Fernando, presente”
A las 19 horas en punto, antes del comienzo del acto, desde el escenario pidieron que levanten los carteles y el gesto fue acompañado del grito de “Fernando, presente“. En el lugar también había amigos de Fernando, entre ellos Tomás D’alessandro, el joven que también fue atacado por varios de los acusados la noche del 18 de enero de 2020. En medio del acto, él y sus amigos, que declararon en el juicio, desplegaron una bandera con el rostro de Fernando y un pedido de justicia por el joven. Durante la jornada también hubo una suelta de globos y se prendieron velas y linternas de celulares desde las tribunas, con capacidad para 2500 personas. Los organizadores calculan que, con las gradas excedidas, la concurrencia llegaba a las 3 mil personas.
Durante la oración interreligiosa participaron el teólogo islámico Imam Marwan Gill, el pastor evangélico Marcelo Lopez Pavón, la ministra religiosa Afro-Umbandista, Iya Eugenia Calvi, el arzobispo de la iglesia anglicana argentina, Eric Escala, el rabino Saúl Bonino, y el monseñor Carlos Malfa, obispo de la Iglesia Católica en Dolores. Familiares de los padres de Fernando también llegaron desde Paraguay para acompañar a Silvino y Graciela. Además se leyó un comunicado del INADI, que expresó que el caso es una “muestra patente de cómo las ideas y expresiones discriminatorias terminan inexorablemente en violencia extrema“.
“En el juicio vi reiteradamente cómo lo golpeaban a Fernando, cómo él levantaba su mano y sentía el deseo de lanzarme para cubrirlo“, dijo Graciela ya al cierre de su discurso, sobre las trece audiencias que presenció en el debate. Al juicio todavía le quedan los alegatos y el veredicto, pero para Silvino y Graciela ya pasó la parte más impactante. Aunque se retiraron por momentos de la sala, en especial cuando se mostraron imágenes de la autopsia, soportaron las audiencias en las que tuvieron que escuchar y ver cómo fue el ataque.
Al cerrar su discurso, Silvino pide “que la justicia actúe como debe ser y el castigo sea ejemplar. Que los jóvenes que están divirtiéndose en la playa puedan volver a sus casas con sus familias”. “Preparamos nuestra valija en busca de justicia, no queremos venganza, queremos que paguen lo que le hicieron a mi hijo“, agregó por su parte Graciela. Tras los alegatos del 25 y 26 de enero, a fin de mes o principios de febrero Silvino y Graciela conocerán al fin el veredicto del tribunal.