“Esto tenía que ser de otra forma”, dice uno de los mensajes que Gabriel Nicolás Carrizo envió después de que Fernando Sabag Montiel intentara asesinar a Cristina Fernández de Kirchner y terminara arrestado. Hablaba como quien maldice porque el plan de magnicidio había salido mal o al menos no como lo habían conversado. Carrizo es el cuarto detenido de la causa y, según allegados a la investigación, está muy comprometido en el atentado. El contenido de su propio teléfono es parte de la prueba en su contra, según pudo saber Página/12 a través de fuentes cercanas a los investigadores. Sería indagado este viernes.
El celular de Nicolás Carrizo
El 1 de septiembre, día del intento de asesinato, el celular de este hombre, que se presentaba como el dueño del negocio de los copos de azúcar, tuvo comunicaciones activas durante todo el día desde Barracas, donde tiene un galpón que era utilizado para reunirse por el grupo que está bajo investigación. Por el análisis de geolocalización de los aparatos, Brenda Uliarte, cuyo papel en la planificación del homicidio se tornó de enorme relevancia —a partir de mensajes donde llega a decir “mandé a matar a Cristina”—, todo indica que es uno de los lugares donde se fue a refugiar con posterioridad al ataque.
En algunos de los mensajes de las horas y días posteriores en que Carrizo habla del tema, todo hace suponer que había otra idea para cometer al asesinato y se enoja porque se hizo de otro modo. También expresa abiertamente su temor de quedar comprometido, según pudo reconstruir este diario. En la causa hay elementos que indican que participó de la inteligencia previa. El 28 de agosto habría estado en las inmediaciones de la casa de CFK, camuflado con un gorro y un barbijo.
Las apariciones televisivas de “La banda de los copitos”
Carrizo apareció junto con Uliarte en una nota en Telefé el 2 de septiembre, donde él mismo dijo manejar la producción de algodones de azúcar y a los vendedores, la aparente pantalla que utilizaban. En esa entrevista estaban presentes otros miembros del grupito (Sergio Orozco, Leonardo Volpintesta, Miguel Angel Castro Riglos y Lucas Acevedo), pero Uliarte y Carrizo llevaban la voz cantante en la entrevista, con afirmaciones extrañas por tratarse, en ese entonces, de personas que nadie conocía. Decían que estaban amenazados y atemorizados.
“Queremos que nos dejen trabajar”, comentaba Uliarte, que se declaraba pareja de Sabag Montiel, enfundada en un tapado de piel y la cabeza cubierta completamente por un gorro que ocultaba su melena rojiza. También dijo entonces que no sabía de la existencia del arma de su novio (o supuesto novio), que nunca pensó que podía hacer algo así. Después aparecieron fotos de ella y él exhibiendo la Bersa calibre 32. Según el procesamiento dictado por la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, ella adquirió el arma el 22 de abril.
Cuando Uliarte fue detenida, Carrizo y sus amigos se presentaron a declarar como testigos y apuntaron a despegarse y hundirla. Él incluso mostró unos mensajes donde ella decía estar “orgullosa” de lo que habían hecho. Todos aceptaron entregar el celular. En el estado del Whatsapp de Carrizo se detectaron estos textos posteriores al atentado: “Seguro el próximo sos vos Alberto! Tené cuidado!”, decía uno. Este era el otro: “El Gobierno es vulnerable y espero que les quede claro. Nosotros somos los que mantenemos estos parásitos ahí arriba, van a juzgar a una persona que le estaría haciendo un gran favor a toda la nación Argentina”, en alusión a Sabag Montiel.
El análisis de los teléfonos pone a un integrante más del grupo, Lucas Acevedo, en un lugar relevante en el flujo de llamadas, en especial en contacto con Carrizo, desde el 19 de agosto en adelante, pero también con Uliarte precisamente el 1 de septiembre a la tarde. Ese día está probado que Uliarte y Sabag Montiel se movieron juntos. Los investigadores entienden que ella tenía algo de autonomía, pero Carrizo seguía todo. El día del ataque tuvo comunicaciones desde las 0.33 hasta las 22.31 desde la zona de Barracas. Al día siguiente las antenas lo captan en Barracas y San Telmo a la madrugada: a las 2.09 y a las 5.02 respectivamente.
Secreto bancario y fiscal
Mientras tanto, el Banco Central y la AFIP hicieron lugar al pedido de levantamiento del secreto bancario y fiscal de los cuatro detenidos: Sabag Montiel, Uliarte, Carrizo y Agustina Díaz. Esta última resultó tener una relación estrechísima, incluso parece de pareja, con Brenda. No está claro si todos tienen cuentas, pero también se rastrean otros movimientos de dinero, como los que se hacen a través de aplicaciones como Mercado Pago. Las posibles fuentes de financiamiento del grupo están en el foco de la investigación, que busca establecer también si recibían directivas o influencias o alguna otra clase de intervención, por ejemplo, de la política. Hay frases llamativas en los chats de Uliarte donde alude a que si necesita dinero tiene adonde recurrir.
Al menos tres de ellos utilizaron como posible pantalla la venta de copos de azúcar, que se ven en varias ocasiones en las inmediaciones de la casa de CFK y apariciones en televisión de algunos miembros del grupito, donde se pronuncian contra el Gobierno y los planes sociales. La máquina de hacer algodones de azúcar fue secuestrada en un domicilio de Carrizo y sorprende por su estado de deterioro.
Excarcelación rechazada
Capuchetti y el fiscal Rívolo rechazaron un pedido de excarcelación de Díaz y horas más tarde dictaron los procesamientos de Uliarte y Sabag Montiel con prisión preventiva como coautores de tentativa de homicidio. A partir de la indagatoria de Díaz se conocieron los mensajes del celular de Brenda Uliarte donde habla varias veces de su intención de asesinar a CFK, del arma y del plan. Por las conversaciones es evidente que Díaz estaba al tanto de todo, que nunca disuade a Uliarte de su intención, que le da ideas, la alienta, se entusiasma, solo que después de la detención de Sabag Montiel le recrimina cómo mandó “a ese tarado”, le recomienda que borre todo y se deshaga de su celular. En el texto del procesamiento ya se perfila que el juzgado le dará también un papel relevante.