Alberto Fernández prepara la vuelta al Gabinete de Agustín Rossi. En las próximas horas, el Presidente tiene previsto reunirse con el exministro de Defensa para conversar acerca de su próxima tarea: hacerse cargo de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que estuvo desde el inicio de la gestión en manos de Cristina Caamaño.
El anuncio del reemplazo de Caamaño por Rossi se haría el sábado, antes de que se venza la prórroga de la intervención de la exSIDE, según pudo saber Página/12 de fuentes oficiales. Rossi estaba hasta el viernes al mediodía en el sur con su familia, según contaban en su entorno, y tiene previsto regresar a primera hora del sábado.
Caamaño, por su parte, estuvo cerca del mediodía del viernes en la Casa Rosada mientras proliferaban las versiones de su salida de uno de los espacios más sensibles para el poder político. Su paso por la AFI fue ponderado muchas veces por Fernández, que incluso lo exhibió como uno de los logros de su gobierno en su reciente gira por Europa.
Durante los casi dos años y medio que Caamaño estuvo al frente de la exSIDE, impulsó las denuncias por el espionaje durante el macrismo y terminó con la actuación de los espías en la justicia, poniendo fin a un maridaje que funcionó por décadas.
“Cristina Caamaño cumplió una extraordinaria función al desenmascarar el sistema de espionaje ilegal más grande de la historia argentina con la colaboración de contados jueces y fiscales y con lo que aportamos desde el Congreso”, le dijo a Página/12 Leopoldo Moreau, presidente de la Comisión Bicameral de Inteligencia.
Caamaño ya le había dicho a este diario en enero de este año que creía que el tiempo que llevaba al frente de la AFI era razonable para una intervención, dando a entender que debía avanzarse hacia una nueva etapa en los servicios de inteligencia. Su pliego había sido enviado por el Presidente al Senado pero nunca llegó a tratarse. Tampoco llegó a mandarse al Congreso la propuesta de reforma de la ley de inteligencia en la que había trabajado la exfiscal. Quedó, además, un informe de gestión que remitió hace unos meses a la CBI para ser evaluado en un plenario.
La era Caamaño
A los diez días de asumido, Fernández decretó la intervención de la AFI como primer paso para democratizar los “sótanos de la democracia” a los que se había referido en su discurso inaugural. Para ese lugar destinó a una mujer que venía de la Justicia, pero que había tenido un paso en el Ejecutivo –como segunda de Nilda Garré en Seguridad– y que, en pleno enfrentamiento de Cristina Fernández de Kirchner con los sectores que respondían al entonces todopoderoso espía Antonio Horacio “Jaime” Stiuso, se hizo cargo de la oficina de escuchas cuando ésta pasó a la Procuración General.
Caamaño pisó por primera vez el edificio de 25 de Mayo con el entonces jefe de Gabinete Santiago Cafiero en diciembre de 2019. La esperaban Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, a quienes ella después denunció en casi una docena de oportunidades. Entre otros hechos, la exfiscal denunció el espionaje a los familiares de los tripulantes del ARA San Juan –por el que Mauricio Macri terminó procesado– y el hallazgo de un video en el que se veía cómo funcionarios de María Eugenia Vidal, espías de la AFI y empresarios concertaban cómo impulsar causas contra sindicalistas para ponerlos tras las rejas.
En su gestión, Caamaño también dispuso que los fondos reservados se recortaran al mínimo y que se establecieran controles externos. También impulsó el relevamiento de documentación de los servicios de inteligencia que pudiera aportar nuevos datos a las investigaciones judiciales sobre crímenes cometidos durante los años del terrorismo de Estado. Lo hizo en diálogo con organismos de derechos humanos.
Caamaño fue blanco de los ataques del macrismo. En la justicia, afrontó una denuncia por la filtración de copias de actas de la AFI que habían sido enviadas a la justicia federal de Lomas de Zamora. Este lunes se conoció que la jueza federal María Servini dictó su sobreseimiento en la causa.
El regreso de Rossi
El santafesino supo ser ministro de Defensa durante el segundo gobierno de Cristina Kirchner, y volvió a ese puesto el primer día de la gestión del Frente de Todos. Sin embargo, tal como confesó el Presidente a sus colaboradores, tuvo que soltarle la mano cuando decidió competir por una banca de senador contra los candidatos del gobernador Omar Perotti. El propio Fernández había apoyado la lista del gobernador y no tuvo más remedio que dejar ir a Rossi. “Es una pena, yo lo quiero mucho a Agustín”, se lo escuchó decir por esos días al Presidente.
Sin embargo, el exministro no rompió con Fernández y mantiene un contacto frecuente. Es más, Rossi siempre figuró como un seguro reemplazo ante posibles cambios de gabinete.
A través de su organización política, la Corriente Nacional de la Militancia, Rossi estuvo estos meses realizando encuentros en diferentes provincias. En todas su discurso giró alrededor de renovar la esperanza entre los sectores que apoyan al FdT, sumar otros y, sobre todo, reivindicó la unidad entre los sectores internos del gobierno como condición necesaria para continuar gobernando más allá de 2023.
Rossi mantiene su buena relación con el kirchnerismo y la vicepresidenta. Sin embargo, nunca dejó de señalar errores de la gestión de gobierno pero también de la vida interna del FdT: “A veces me dicen que al gobierno le falta épica, para que haya épica hay que tener esperanza… Nosotros tenemos los elementos para que el pueblo tenga esperanza y no podemos comunicarlos porque nos estamos tirando tiros en los pies”, dijo a fines de mayo en Corrientes.
En ese mismo encuentro señaló su convicción de que Cristina Fernández de Kirchner “va a hacer todo lo posible para que el Frente de Todos gane las elecciones del 2023 con Alberto Fernández y con todos”.