Javier Milei mintió sobre las universidades argentinas. Y no una vez, sino varias. Los datos duros y comprobables desmienten cada una de las afirmaciones que el presidente hizo en las últimas semanas, desde que a la universidad van los ricos, pasando porque no colaboran con la movilidad social hasta noticias falsas ya desmentidas, como que un rector tiene un chofer personal que cobra 13 millones de pesos de sueldo. Sobre las auditorías, además, Milei no solo ignora la Constitución, sino que pasa por alto que su gobierno no cumplió con las obligaciones que tenía para que las auditorías actuales se puedan hacer de forma normal.
Aquí un repaso de las mentiras universitarias de Milei:
1. “La verdad incómoda en la Argentina es que la universidad pública nacional no le sirve a nadie más que a los hijos de los ricos y de la clase alta y media alta, en un país donde la gran mayoría de los niños son pobres”.
Más que una verdad incómoda es una falsedad: de acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, dos de cada tres estudiantes de universidades públicas son decil 1-6 (los que tienen más necesidades insatisfechas, con ingresos por debajo de los 700 mil pesos). Y el 48 por ciento de los estudiantes de universidades públicas están por debajo de la línea de pobreza.
¿Clase alta? Apenas un 15 por ciento son de clase media alta o alta, como señalaba Milei, según relevó el senador provincial Martín Barrionuevo.
Según un informe de la consultora exQuanti -también en base a la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, es decir, datos oficiales del Estado que el presidente debería conocer- el índice de pobreza entre los universitarios subió 14,7 puntos en apenas tres meses. En septiembre del 2023, los alumnos pobres eran un 27,9 por ciento y a fin del primer trimestre de 2024 ese porcentaje trepó 20 puntos.
2. “La universidad dejó de ser una herramienta de movilidad social para ser un obstáculo para la misma”.
Los datos, nuevamente, no acompañan esta afirmación del presidente. En base a datos publicados por el Ministerio de Capital Humano (de nuevo, son las fuentes oficiales las que desmienten a Milei) el sitio Chequeado hizo un relevamiento de cuántos de los que ingresan son primera generación de universitarios.
Según los datos del propio Gobierno, en promedio, el 47,8 por ciento de los inscriptos en 2022 (último dato disponible) era primera generación de universitarios en sus familias. Y ese porcentaje sube a 62,3 por ciento si solo se cuenta a quienes respondieron sobre la instrucción de sus padres.
Según la zona y la universidad ese porcentaje varía ampliamente. Por ejemplo, el Gobierno destacó que la Universidad de Buenos Aires (UBA) tiene un 38,56 por ciento de ingresantes que son primera generación de universitarios, dato que le sirvió para afirmar que eran todos elitistas. En cambio obvió datos como los de la Universidad de José C. Paz, que tiene un 75,42 por ciento de primeros universitarios, o la Arturo Jauretche, en Florencio Varela, con un 75,53 por ciento de primeros universitarios, así como la de Lanús (70,71 por ciento) o la de La Pampa (72,06 por ciento)
Según un estudio sobre trabajo informal, también basado en datos del INDEC, “a mayor nivel educativo, alcanzado menor es la incidencia de la informalidad”. La tasa entre los asalariados con nivel educativo universitario completo en el primer trimestre de 2024 fue del 15 por ciento; algo más de 20 puntos porcentuales adicionales (36 por ciento) fue la tasa entre los asalariados con nivel educativo intermedio (secundario completo o universitario incompleto), para alcanzarel 54 por ciento entre los asalariados que no completaron la educación media. Sin educación, es cuatro veces más probable que una persona tenga un trabajo no registrado.
Lo mismo se comprueba para los que no tienen trabajo: quienes tienen educación superior completa tienen una tasa de desocupación del dos por ciento, en promedio, sobre los últimos 20 años, mientras que alguien con el secundario incompleto tiene tres veces esa tasa: 6 por ciento.
Ningún dato oficial acompaña esta afirmación de Milei, que para colmo es rechazada por el 80 por ciento de los encuestados en un reciente estudio de Zuban – Córdoba.
3. “Si no quieren ser auditados es porque están sucios. No quieren las auditorías para seguir defendiendo el robo”.
Desde el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) se cansaron de desmentir esta afirmación: remarcan que las universidades son auditadas de manera interna y externa por la Auditoría General de la Nación (AGN), y luego se suben los resultados a las páginas web de cada institución.
Pero peor fue la estocada que le dio a Milei el PRO cuando señaló en un comunicado que fue el propio Gobierno el que no cumplió ninguno de los pasos formales para avanzar con las auditorías este año.
La Constitución y la Ley de Educación Superior establecen que las universidades nacionales deben ser controladas por la AGN, que depende del Congreso (este año, por ejemplo, está auditando a seis universidades nacionales). Pero Milei no quiere que la controlen los organismos que establece la Constitución, sino Sandra Pettovello, con un sistema de auditoría inventado ad hoc para la ocasión.
Por eso, ahora está negociando con el PRO para volver a habilitar a la SIGEN -que depende del Ejecutivo- para que haga auditorías. Ese organismo fue limitado en 2022 para invervenir en auditorías a universidades a partir de un dictamen del ex procurador del Tesoro Carlos Zannini. No obstante, ese dictamen dejó abierta la posibilidad de que las universidades hicieran acuerdos con la SIGEN para que las audite, cosa que hicieron -por ejemplo- las universidades de Tres de Febrero y de San Martín.
4. “Queremos terminar con las filtraciones del dinero que llega y se queda en el medio, con autos caros de 90 mil dólares y choferes que cobran 13 millones de pesos”.
Esta afirmación del presidente se basó directamente en una fake news difundida por una troll libertaria con nombre falso, que escribió en Twitter: “13.845.000 pesos nos sale el chofer privado del rector de la Universidad Nacional de Rosario (Franco) Bartolacci. Docente, alumno, te dijeron que no hay plata? Bueno, lamento decirte que si la hay, solo que no para vos, pero ojo para el chofer sí”. Debajo de ese texto colgó un enlace que lleva al pliego de licitación del servicio.
Esto ya fue desmentido por el rector de la Universidad de Rosario: “No es un chofer personal, es para movilidad institucional, y ni cobra ese dinero. Es una fake con información tergiversada intencionalmente. Se toma información que es pública, porque está disponible en la web para acceso de cualquiera, y se tergiversa con la intención de seguir desprestigiando”, afirmó. “No es un sueldo, es un contrato abierto por tres meses en el que se va afectando presupuesto conforme los kilómetros realizados y lo que no cuando finaliza el periodo se prorroga o se desafecta presupuestariamente, según corresponda. Es al revés de lo que se pretende instalar”.
5. “Producto de su propuesta educativa y del progreso económico que aquella generación liberal aseguró, algunas décadas después, Argentina se convirtió en el primer pueblo de la historia humana en erradicar el analfabetismo”.
Ni siquiera en este intento de reivindicación histórica de su corriente de pensamiento Milei le acertó. El director de Planificación Productiva de la Fundación Fundar, Daniel Schteingart, escribió: “Falso (una vez más)”. A continuación detalló que la Argentina superó al 95 por ciento de analfabetismo en 1991, 60 años después que EEUU. Y para 1914, nuestro país todavía tenía 36 por ciento de analfabetismo: “Por ese entonces Australia tenía 15 por ciento, Canadá 10 por ciento y EEUU 8 por ciento”, comparó.
Ni en esto Milei consiguió decir la verdad.