Pacto del futuro: qué es la agenda 2030 que Milei rechazará en la ONU

A horas del primer discurso de Javier Milei como presidente ante las Naciones Unidas (ONU), el gobierno argentino, a través de la canciller Diana Mondino, anunció que renuncia a su adhesión al “Pacto del Futuro”, un acuerdo firmado por los principales países del mundo para consensuar políticas relacionadas con la Agenda 2030 de desarrollo sustentable contra el cambio climático, innovación, regulaciones a la Inteligencia Artificial y de la arquitectura multilateral. ¿A qué se debe el rechazo?

En su exposición en la Asamblea General de la ONU el pasado domingo, Mondino anticipó el duro discurso que presentará Milei este martes ante sus pares de 193 países del mundo: entre ellos, las principales potencias del G7, como Estados Unidos, y naciones europeas. Si bien el líder libertario se muestra alineado totalmente a nivel de “valores de libertad económica” con estos países, está en contra del rol de los organismos internacionales como la ONU, la OMS o el FMI que considera “cooptados por el socialismo”.

Según dejó entrever la canciller, en el Gobierno de LLA consideran que la Agenda 2030 contra el cambio climático, es un proyecto de la izquierda internacional que tiene por objetivo diseñar políticas de intervención del Estado en la economía de los países. En ese mismo sentido, afirman que “es un proyecto empobrecedor que coarta la libertad de los individuos y la soberanía de los países”.

El argumento de Mondino estuvo centrado, justamente, en la decisión de mantener la soberanía y la libertad del país, en la aplicación de sus políticas de desregulación total de la economía, la producción y llevar al mínimo la intervención del Estado. En base en eso, Milei decidió “disociar” a la Argentina de ese pacto, que venían trabajando gobiernos anteriores desde hace dos años, en línea con Estados Unidos y otros países occidentales y europeos, y a la que se oponían otros socialistas como Rusia o más moderados como Brasil.

Acciones contra los desafíos de la época

El Pacto para el Futuro, que tuvo el respaldo de 143 países en la Asamblea General de las Naciones Unidas, prevé 56 acciones para enfrentar “los mayores desafíos de nuestra época”, como el mantenimiento de la paz, el cambio climático, la igualdad de género, la lucha contra el terrorismo y las potenciales amenazas de la Inteligencia Artificial.

Además, incluye un Pacto Digital Global, que propone reforzar la cooperación internacional para eliminar las brechas digitales, ampliar la “inclusión en la economía digital” y “mitigar los riesgos” de las tecnologías emergentes.

También, incorpora la Declaración sobre las Generaciones Futuras, para “promover la solidaridad intergeneracional, la justicia y la equidad”, para “salvaguardar las necesidades y los intereses de las generaciones futuras”.

El gobierno argentino, en otra muestra de su posición respecto a las cuestiones de género, rechaza principalmente la acción que propone lograr “la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas como contribución decisiva para avanzar en todos los Objetivos de Desarrollos Sostenible y sus metas”.

Milei tampoco acuerda con la mayoría de los países en las acciones referidas al cambio climático, ya que no coincide en que “los seres humanos dañamos el planeta y que debe ser protegido a toda costa”, según planteó el Presidente en el Foro de Davos, a principio de año. Una postura cuestionable, y totalmente disociada de la realidad, cuando los incendios forestales están devastando varias localidades de la provincia de Córdoba. Una catástrofe natural que al Gobierno nacional parece no importarle demasiado, pese a los pedidos desesperados de los vecinos para combatir el fuego. 

El Pacto para el Futuro se basa en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada por la ONU en 2015, que siempre cuestionó Milei. De hecho, en las últimas horas, el Presidente, fiel a su estilo, reposteó una publicación que reafirma su decisión de rechazo. 

En tanto, el acuerdo tuvo el respaldo de 143 países en la Asamblea General de las Naciones Unidas, liderados por Estados Unidos, Alemania, Uruguay, Israel, Irlanda, España, Australia, Chile, Brasil, Paraguay, Ecuador e Italia, entre otros. 

Además de Argentina, otros países que se opusieron o se ausentaron de la votación del acuerdo fueron Rusia, Nicaragua, Irán, Venezuela y Corea del Norte.

Los puntos principales del Pacto del Futuro

Los tres primeros puntos del Pacto para el Futuro son, en primer lugar, emprender “acciones audaces, ambiciosas, aceleradas, justas y transformativas para implementar la Agenda 2030, alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y no dejar a nadie atrás”.

En segundo término, centrar los esfuerzos “en la erradicación de la pobreza”. Y la tercera acción a la que se comprometieron los principales países del mundo es a poner “fin al hambre” y eliminar “la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición”.

Asimismo, “el cambio climático es uno de los mayores retos de nuestro tiempo” y “estamos muy preocupados por la lentitud actual de los avances”, plantearon en el Pacto para el Futuro.

Por eso, los países firmantes se comprometieron a una “transición para abandonar los combustibles fósiles”, triplicar la capacidad de las energías renovables de aquí a 2030, conseguir la “neutralidad en carbono” para el año 2050 y continuar con los esfuerzos para “limitar el calentamiento global a +1,5 grados”.

También, se comprometieron a “acelerar la reforma de la arquitectura financiera internacional”, para que los países menos desarrollados puedan acceder a mayores líneas de crédito.

Acordaron reformar el Consejo de Seguridad de la ONU, para que sea “más representativo” y “más eficaz”, ya que en general se encuentra paralizado por el poder de veto de Rusia, Francia, Gran Bretaña, China y los Estados Unidos.

En especial, asumieron la prioridad de “reparar la injusticia histórica” del continente africano que no tiene ningún miembro permanente en el Consejo de Seguridad.

El Pacto para el Futuro es una hoja de ruta de la mayoría de los países para afrontar los “riesgos catastróficos existenciales crecientes” como las guerras, el cambio climático y la creciente pobreza.