El presidente de Francia Emmanuel Macron nombró este jueves al conservador Michel Barnier como nuevo primer ministro. La derecha tendrá en sus manos la gobernabilidad del país, mientras que la izquierda expresó su rechazo a la decisión del mandatario, ya que la coalición progresista Nuevo Frente Popular (NFP) fue la más votada en las últimas. elecciones.
Tras su nombramiento, Barnier señaló que asume el Gobierno con mucha humildad. “Trataré de responder tanto como sea posible a los retos, la rabia, el sufrimiento, la sensación de abandono y de injusticia que son demasiado frecuentes en nuestras ciudades, barrios y zonas rurales”, expresó el miembro del partido Los Republicanos (LR), la cuarta fuerza en la Asamblea Nacional. “Se va a necesitar mucha escucha y mucho respeto entre el gobierno y el Parlamento, por todas las fuerzas políticas (…) y voy a empezar a trabajar en ello desde ya”, añadió.
Entre sus políticas, mencionó varios asuntos que la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen había señalado como prioritarios para evitar críticas, como el control de la inmigración y la seguridad. Entre las primeras decisiones del nuevo primer ministro estará presentar al Parlamento el próximo 1 de octubre los presupuestos de 2025 y confirmar si sigue la recomendación del ministro de Economía en funciones, Bruno Le Maire, de realizar recortes para reducir el déficit.
La estabilidad
Barnier cumple, en principio, las dos condiciones que Macron se había fijado para nombrar a un primer ministro. La primera, poder aguantar al menos un tiempo ante eventuales mociones de censura, y no desmontar las principales políticas que el jefe del Estado ha llevado a cabo desde que llegó al Elíseo en 2017, en particular la reforma de las pensiones o la rebaja de los impuestos al capital y a las empresas.
El designado premier deberá gobernar con el respaldo del centro macronista (166 diputados), con el apoyo de los 47 diputados de su propio grupo político (que en principio se había negado a entrar en el Gobierno) y de otras formaciones minoritarias, como el grupo centrista y regionalista LIOT (21 escaños).
Ahora bien, no logrará alcanzar una mayoría absoluta de 289 escaños, pero sí superar en apoyos a la alianza de izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP), que es la primera fuerza de la Asamblea con 193 diputados. De todas formas, esto es insuficiente ante una eventual moción de censura, si tanto el partido ultraderechista de Le Pen y sus aliados como la coalición de izquierdas votan a favor. Estos sumarían 335 votos, muy por encima de los 289 necesarios.
El bloque NFP ganó los comicios con la promesa de derogar la reforma de las pensiones de Macron, y el mandatario rechazó nombrar a su candidata a primera ministra, la economista Lucie Castets, supuestamente en nombre de la estabilidad.
El repudio de la izquierda
Los partidos de esta alianza izquierdista –integrada por el Partido Socialista (PS), los ecologistas, La Francia Insumisa (LFI) y el Partido Comunista francés– expresaron su repudio contra la decisión de Macron, tildando de robo electoral a la voluntad de cambio que los franceses expresaron en las urnas. “Michel Barnier no tiene legitimidad política ni republicana. Esta gravísima situación es inaceptable para nosotros, los demócratas”, señaló el PS en un comunicado en el que adelantó que, al igual que el resto de sus socios del NFP, buscará tumbar el gobierno del dirigente conservador a través de mociones de censura parlamentarias.
La izquierda críticó con mucha dureza no sólo el haber sido descartada para gobernar, sino que con esta decisión la continuidad del nuevo Gobierno estará paradójicamente en manos de la extrema derecha de Marine Le Pen, cuyo avance apenas logró contenerse a través de un “cordón sanitario” –una estrategia política para aislar a partidos extremistas y evitar que lleguen al poder– y una fuerte movilización el 7 de julio pasado. De hecho, Macron había ordenado la disolución de la Asamblea precisamente a raíz del triunfo de la formación ultraderechista en las pasadas elecciones europeas del 9 de junio.
“Es la negación de la voluntad del pueblo francés”, lamentó el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon, fundador de La Francia Insumisa, tras haber remarcado que Barnier asciende al poder con el permiso y la sugerencia de la extrema derecha.
El rol de Le Pen
Le Pen ya había sido la clave para descartar el miércoles las otras dos grandes opciones que había barajado Macron, el conservador Xavier Bertrand y el exsocialista Bernard Cazeneuve, después de advertir de que los 142 diputados de RN y sus socios se sumarían a mociones de censura contra ellos. Con Barnier, sin embargo, RN manifestó que iba a esperar a que presente su programa político ante el Parlamento. “Esperaremos a su discurso de política general”, señaló Le Pen, en declaraciones a la prensa.
La líder ultraderechista planteó algunas exigencias concretas, como que se respete a su electorado (es decir, que se abandone el cordón sanitario a su partido) y que el nuevo primer ministro se implique en una reforma electoral para cambiar el sistema mayoritario actual por uno proporcional, algo que beneficiaría al RN al limitar los efectos de posibles cordones sanitarios.
“Joe Biden francés”
Michel Barnier es un veterano político conservador con una carrera que empezó hace más de medio siglo y un perfil marcadamente europeísta. Además de diputado y senador, Barnier fue ministro entre 1993 y 2009 de varios ramos bajo las presidencias de François Mitterrand, Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy.
Considerado inicialmente como representante del ala social de LR, este hombre giró a la derecha en 2021, cuando regresó a la política francesa para las primarias de su partido de cara a la elección presidencial de 2022, sin éxito. Barnier sorprendió en ese momento al prometer un referéndum para poder tener más control sobre las decisiones en política migratoria, debido al riesgo constante de una sentencia de la justicia europea. ¿Cómo un europeo tan comprometido puede pronunciar una frase así?”, lamentó el entonces secretario de Estado francés Clément Beaune. Sus argumentos, próximos de la ultraderecha, fueron comparados con los usados por los partidarios del Brexit.
Justamente fue en Bruselas, como negociador de la Unión Europea (UE) ante Reino Unido entre 2016 y 2021, que este hombre nacido en 1951 en La Tronche, a los pies de los Alpes franceses, se forjó su estatura de político pragmático. “Es un hombre de Estado. Un hombre de consenso y de negociación como ya demostró durante las negociaciones del Brexit, algo que se anuncia indispensable para el período actual”, afirmó a la agencia de noticias AFP el diputado derechista Vincent Jeanbrun.
Antes, este egresado de la Escuela Superior de Comercio de París fue eurodiputado (2009-2010), comisario europeo en dos ocasiones (1999-2004 y 2010-2014) e incluso se postuló en vano para ser el candidato de la derecha a presidir la Comisión en 2014.
Admirador del héroe de la Segunda Guerra Mundial y presidente francés Charles de Gaulle, Barnier se define como un patriota y europeo, pero su visión del proyecto europeo pasa por defender la soberanía nacional, en lugar de una mayor unión.
El nuevo primer ministro, apodado ya por la extrema derecha como el “Joe Biden francés”, debe convencer al resto de formaciones de una Francia sumida en una profunda crisis política sobre la conveniencia de su nombramiento.