La ultraderecha británica aprovecha el asesinato de tres niñas para su agenda de odio


Desde Adolf Hitler hasta la fecha las ultraderechas viven del oportunismo y las crisis. En el caso británico, están aprovechando el demente asesinato de tres niñas de 4,7 y 9 años ocurrido el lunes y el vacío que dejó la aplastante derrota de la derecha tradicional el 4 de julio para ganar las calles, causar desmanes, atacar mezquitas, manifestarse con violencia en las principales ciudades del país, denunciar encubrimientos y conspiraciones y amenazar de muerte al primer ministro Sir Keir Starmer. 

 El uso de las redes sociales y la Inteligencia Artificial potenciaron las escenas de caos que se vivieron en Londres, Manchester y Liverpool el miércoles y jueves por la noche y alimentaron el llamado a nuevas manifestaciones para “proteger a nuestros hijos” de musulmanes y solicitantes de asilo. La tragedia que disparó las protestas y desmanes callejeros, que incluyeron la quema de patrulleros y coches, fue el acuchillamiento el lunes en Southport, una localidad en el noroeste de Inglaterra, de once niños que participaba de una actividad infantil tematizada en torno a la cantante Taylor Swift. Cinco niños permanecen en estado crítico.

La indignación, los rumores y las redes le ganaron rápidamente la partida a la policía que había atrapado al responsable, pero tenía que avanzar con la investigación para determinar su identidad y motivación. El martes la policía señaló que no se trataba de un atentado terrorista, pero para ese entonces había perdido la carrera frente a la avalancha de trolls y el uso de la inteligencia artificial que atizaba el fuego con imágenes trucadas de protestas en todo el país y canciones como la “Southport Saga” que alentaban a “cazar como sea a los culpables”.

El acusado

El jueves Axel Muganwa Rudakubana, de 17 años, fue acusado de asesinato, intento de homicidio y posesión de un arma blanca. Rudakubana nació en Gales y es parte de una familia de inmigrantes de Ruanda que se mudaron a la zona de Southport en 2013, cuando él tenía 7 años. En cuanto a la motivación, la policía está tratando el caso como un brote psicótico o profundo desequilibrio mental que condujo a la tragedia.

El hecho de que por ley no se pudiera dar a conocer su nombre por ser menor de edad hasta que fuera formalmente acusado por la justicia, sirvió para la ola de rumores y la proliferación de teorías conspirativas contra el gobierno laborista.

La ultraderecha al ataque

La ultraderecha parlamentaria de Nigel Farage, que tiene cuatro diputados en la Cámara, se montó rápidamente a los reclamos condenando al gobierno por su política inmigratoria y su intento de encubrir la identidad del atacante. El martes Farage puso en duda que no se tratara de un atentado terrorista y lamentó la falta de “ley y orden” que hay en el país.

En este ambiente caldeado el primer ministro Keir Starmer fue abucheado cuando depositó una corona floral en homenaje a las víctimas. Starmer no condenó las declaraciones de Farage, pero instó a la calma y condenó los desmanes de la ultraderecha. “La comunidad de Southport ha sufrido dos veces. Una banda de rufianes invadió la localidad para arrojar piedras y ladrillos contra la policía que estaba lidiando con este espantoso hecho. Pero no se confundan. Sea en Southort, Londres o Hartepool está mostrando quiénes son. No vamos a permitir estos desmanes. No son una legítima protesta. Son un delito violento y criminal”, dijo Starmer.

Mientras en las redes siguen proliferando los mensajes de odio, la comunidad musulmana pidió al gobierno y la policía protección ante la violencia de las amenazas y las protestas callejeras. En Southport y Hartepool hubo ataques contra mezquitas. En Manchester y Aldershot en Hampshire los dardos se dirigieron contra centros de alojamiento de solicitantes de asilo con pancartas que pedían su deportación inmediata y que no se les diera alojamiento.

Con decenas de manifestaciones convocadas en la capital y otras ciudades, la policía se encuentra en estado de alerta ante lo que se descarta que será un fin de semana caliente.