La explosión y posterior incendio en la fábrica que la empresa Atanor tiene en San Nicolás continúa siendo motivo de preocupación para los vecinos de los barrios Química y Los Fresnos, principales afectados por el incidente que ocurrió el 20 de marzo. Es que aseguran que sigue habiendo “olor a químico” en el ambiente, a más de cuatro meses del hecho.
Por eso, además de esperar por una pronta resolución del asunto y tras estudios que confirmaron que en las adyacencias de la fábrica se recolectaron restos de atrazina, un compuesto usado para fabricar agroquímicos y pesticidas, los vecinos irán este jueves nuevamente al Concejo Deliberante, a la sesión de los ediles, para pedir una reunión con el intendente Santiago Passaglia. En tanto, la empresa busca reabrir parcialmente la producción de la planta.
“El jueves vamos a la sesión del Concejo Deliberante para ver si nos dan la reunión con el intendente porque sigue habiendo olores. Ayer no se pudo estar en el barrio por el olor a químico”, contó a La Capital Gabriel Godoy, vecino del barrio que vive a unos 300 metros de la planta que está clausurada desde marzo.
Atanor: planta clausurada
Tras la explosión de un reactor en la fábrica, la Justicia ordenó el cierre de la planta hasta que se tomen las medidas de seguridad necesarias para garantizar su correcto funcionamiento.
Hace cuatro meses, la jueza de la provincia de Buenos Aires con jurisdicción en San Nicolás, Luciana Díaz Bancalari, resolvió hacer lugar a una medida cautelar solicitada por el abogado ambientalista Fabián Maggi, de la Asociación Civil Cuenca Río Paraná, en representación de los vecinos. La medida implicó, también, librar oficio a la fiscalía y al ministerio de Medio Ambiente bonaerense, que encabeza Daniela Vilar.
La fábrica que Atanor tiene en San Nicolás está clausurada desde el 21 de marzo.
Si bien la firma quiere reabrir la planta, Godoy consideró que “no se entiende cómo quieren abrir si ni siquiera hacen buena letra con la gente”.
Por su parte, consultado sobre la causa, Maggi aseguró que la empresa quiere reabrir parcialmente la planta a través de pedidos de modificación de la medida cautelar: “Piden que le dejen funcionar el resto de la empresa, menos el sector donde se manipula atrazina, que se mantendría clausurado. No tiene el más mínimo sustento porque acá no es lo relevante esa área sino que la totalidad de la empresa está mal emplazada”.
Muestras con atrazina
Días después de la explosión e incendio en la fábrica, una delegación de Greenpeace llegó a San Nicolás para tomar muestras del suelo y del agua para intentar magnificar los perjuicios del incidente.
Las muestras de tierra que tomó la ONG en las inmediaciones de la fábrica dieron positivo para atrazina, según confirmó a La Capital el coordinador de la campaña de Clima y Energía de Greenpeace, Leonel Mingo. Además, aseguró que dos días después del incidente y tras una lluvia, la presencia de atrazina, prohibida en la Unión Europea desde hace 20 años, seguía en calles, veredas e inmuebles.
En ese marco, la empresa salió a responder a esos resultados y afirmó, en un comunicado, que tomaron muestras el día del incidente a partir de una inspección realizada por el Ministerio de Ambiente bonaerense y los mismos no detectaron trazas del compuesto químico.
Daños transgeneracionales
Sobre los posibles daños a la salud que pueden derivar de la exposición a la atrazina, el médico Damián Verzeñassi explicó a La Capital que los perjuicios son múltiples y que se pueden pasar por generaciones.
En particular, explicó que la atrazina “es un disruptor endocrino que altera el normal funcionamiento de las glándulas, con impacto fundamental en las tiroides y las mamarias. Estudios hechos en ratas demostraron que genera cáncer de mama. Además, altera los ritmos de descanso del organismo, lo que aumenta el estrés oxidativo y acelera los procesos de oxidación de las células, que generan un funcionamiento dañino potenciando la formación de células anómalas”.
Maniobras de contención en la zona de la fábrica de agroquímicos Atanor, en San Nicolás, horas después de la explosión del 20 de marzo.
“La Organización Panamericana de la Salud (OPS) reconoce, hace más de 35 años, que toda sustancia que es disruptora endocrina es peligrosa no en exposiciones agudas sino en microdosis constantes, lo que ya es suficiente para provocar alteraciones genéticas transgeneracionales”, detalló Verzeñassi, que es director del Instituto Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).
Estas exposiciones, continuó el médico, hacen posible que se dañen células que generan espermatozoides en hombres y ovocitos en mujeres: “El ADN queda dañado y los hijos o nietos de personas que estuvieron expuestas a la atrazina pueden expresar ese daño en sus cuerpos. Esto fue publicado y no fue refutado”.
Y recalcó que “cuando hay una sustancia disruptora endocrina, no hay dosis seguras”.