Con el 98.65 por ciento de las mesas escrutadas, y ratificando la tendencia sostenida en el recuento preliminar del día domingo, el conservador José Raúl Mulino fue oficializado como presidente electo de Panamá, en unas elecciones que se definían por el sistema de mayoría simple, en una sola vuelta electoral.
El abogado y diplomático alcanzó un 34,30 por ciento de los votos válidos, aventajando en casi diez puntos porcentuales a su rival inmediato, el comunicador Ricardo Lombana, que obtuvo un 24,72 de los sufragios. El fundador del Movimiento Otro Camino terminó consolidando cómodamente su posición frente a sondeos que pronosticaban un segundo lugar mucho más reñido.
Lejos, con el 16,03, quedó Martín Torrijos, hijo del militar nacionalista Omar Torrijos, quien tras romper con el partido fundado por su padre se presentó al frente del Partido Popular. Cuarto quedó Rómulo Roux, de Cambio Democrático, con un 11,32, seguido de Zulay Rodríguez, una candidata testimonial que compitió por tres cargos distintos, y obtuvo el 6,49 por ciento.
En sexto lugar quedó el candidato del oficialismo, José Gabriel Carrizo, con un catastrófico 5,83 por ciento. Con un masivo voto castigo, derivado de la muy mal ponderada gestión gubernamental de Laurentino Cortizo, el partido de gobierno perforó drásticamente sus mínimos históricos y perdió, en comparación con las últimas elecciones, casi 28 puntos porcentuales.
Séptima quedó la candidata del progresismo y la izquierda, la economista Maribel Gordón, con un 1,07 por ciento. Aún con estos discretos resultados, el movimiento social panameño duplicó los votos obtenidos en los últimos comicios, mientras disputaba todavía algunos cargos locales.
En lo que respecta a la Asamblea Nacional, el legislativo unicameral del país, el escenario es de gran fragmentación. El flamante presidente no tendrá una mayoría propia entre los 71 diputados que tomarán posesión de su cargo este primero de julio. El oficialismo contará apenas con los 13 diputados de Realizando Metas, el partido de Mulino y Martinelli, más las dos bancas del partido Alianza.
Los candidatos de libre postulación suman 21 escaños, pero repartidos entre diferentes listas, algunas satélites explícitos del PRD, que sólo con sus diputados orgánicos tendrá 12 asambleístas. El Movimiento Otro Camino, pese a haber quedado segundo en las presidenciales, tendrá una modesta representación parlamentaria, con apenas 4 diputados. Por su parte, el Partido Panameñista y Cambio Democrático tendrán 8 cada uno. El Partido Popular, democristiano, apenas 2, y MOLIRENA tan sólo 1.
Al momento de cerrar esta nota, el Tribunal Electoral aún no había oficializado los resultados de las alcaldías y corregimientos, pero el panorama general mostraba una alta rotación de partidos y figuras en los principales distritos y corregimientos.
Primeras repercusiones
Mulino es el delfín del ex presidente Ricardo Martinelli, y ocupó su lugar a la cabeza de la fórmula luego de que este último fuera condenado por lavado de activos y inhabilitado para ejercer cargos públicos. El último acto de campaña extraoficial de Mulino fue visitar a Martinelli en la embajada nicaragüense en Panamá, en donde se haya refugiado, y sus primeras palabras como presidente electo volvieron a estar dirigidas a su mentor. Sin embargo, resaltó su propia legitimidad democrática y subrayo que nadie más que él gobernará los destinos de la república: “éste que está aquí no es títere de nadie”, afirmó.
En su discurso inaugural decidió dirigirse sobre todo al empresariado, al que manifestó todo su apoyo: “seremos un gobierno pro inversión, pro empresa privada”, aseguró el presidente electo, quien también afirmó que cumplirá todos los compromisos del Estado con los acreedores locales y con la banca internacional. En segundo lugar, mencionó algunos desafíos como el hambre, el desempleo y el acceso deficitario al agua potable, y sobre todo puntualizó en el desarrollo de algunas grandes obras de infraestructura a nivel nacional.
Dos fueron los grandes antagonistas de su discurso: en primer lugar “la justicia amañada”, frente a la que aseveró que se acabaría la “persecución política” y la “manipulación de jueces y magistrados”, en clara alusión al encarcelamiento de Martinelli por delitos comunes, a quien considera, al igual que todo su espacio, un perseguido político. Pero también en referencia a los sectores que buscaron inhabilitar su candidatura con una demanda de inconstitucionalidad que finalmente fue rechazada por la Corte Suprema de Justicia. En segundo lugar fue muy duro y enfático con la prensa, a quién acusó de irrespeto, de “preguntar locuras” y de manifestar favoritismo por otros candidatos.
Las primeras repercusiones ante su elección se dieron, por supuesto, a nivel local. A las pocas horas de cerrarse las urnas, el presidente Cortizo llamó para felicitar a Mulino y proponerle una “transición abierta y ordenada” con el gobierno que presidirá el país durante el quinquenio 2024-2029. Algunas de las primeras felicitaciones internacionales llegaron desde El Salvador de Nayib Bukele, la Argentina de Javier Milei, el Secretario de Estado de los Estados Unidos Antony Blinken, el embajador de Israel en Panamá, Itai Bardov, así como de la oposición venezolana. También hicieron lo propio los ejecutivos de Honduras, Guatemala, Colombia, México, Perú y España, entre otros.