Fue una negociación hasta el último minuto. Mauricio Macri consiguió quedarse con la presidencia del PRO, pero sus negociadores debieron transpirar todo el cierre de listas para convencer a Patricia Bullrich de que no presente una lista propia. Las últimas horas estuvieron signadas por una discusión sobre uno de los nombres, el bullrichista Damián Arabia, al que Macri no quería en la conducción del partido. Dos de las figuras centrales, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, optaron por mantenerse al margen de la contienda, aunque por motivos diferentes: Vidal alineada con el exPresidente (de hecho, obtuvo un lugar en el consejo) y Larreta porque no lo convence que el partido esté yendo hacia Javier Milei. Finalmente acordaron que Macri presida el Consejo nacional del PRO y Bullrich, la asamblea nacional.
Fueron horas de intensa discusión. Del lado de Macri, los que tuvieron que transpirar la camiseta fueron Humberto Schiavoni y Fernando de Andreis. El primero, sobre todo, tiene décadas de experiencia en cierres de lista e intentó mantener la calma en todo momento. De Andreis, en cambio, cada tanto mostraba su fastidio con la intransigencia de los negociadores bullrichistas, que eran tres: Juan Pablo Arenaza, Pablo Walter y Arabia. Para equilibrar el número, al final se sumó el ex secretario privado de Macri y legislador porteño Darío Nieto.
A cara de perro
Las negociaciones no fueron nada fáciles. Los bullrichistas llegaron a amenazar con presentar una lista propia. Incluso se llegó a hablar de un intendente PRO que enfrentara a Macri. No iba a poder ganarle, pero iba a romper con la idea de que el líder puede alinear a la tropa para llegar a la presidencia del partido.
De entrada, Bullrich advirtió que quería el 50 por ciento de los lugares en la conducción del partido. Macri mandó a decir que le parecía un disparate. Él buscaba equilibrar los cargos entre gobernadores, intendentes, dirigentes de las provincias y otros referentes partidarios. Nada de la mitad de los cargos para su ex lugarteniente.
Cuando vieron como iba creciendo la contienda, tanto Vidal como Larreta optaron por salir de escena. Vidal eligió en este caso mostrarse alineada con Macri. Larreta, en cambio, fue tentado con algún cargo por Macri, pero no quiso saber nada. El ex jefe de Gobierno dejó en claro que el rumbo de seguidismo a Milei no lo convence para nada. Y, si bien hoy no va a abandonar el PRO, no se puede descartar que lo haga en el futuro. No formar parte de la conducción lo deja con las manos libres.
Todo se complicó aún más cuando Macri intentó vetar nombres que proponía Bullrich: le iban a dar la vicepresidencia segunda, pero Macri no aceptaba que ese lugar lo ocupara Arabia. Ahí fue cuando las negociaciones entraron en un cuarto intermedio y comenzaron las versiones de dos listas. “Lo que pasa es que Mauricio quiere un club de amigos. Con nosotros, no cuenten”, decían al costado de Bullrich.
Les tomó todo el martes (último día posible para definir la lista única) volver a encaminar las negociaciones. Ya hacia la tarde, de ambos lados admitían que todo estaba cerrado “en un 90 por ciento”. “Pero lo que falta puede hacer saltar todo por el aire”, acotaban del lado de Bullrich.
Como quedó
Al final, cerca de las nueve de la noche, hubo acuerdo. El presidente será Macri, como él quería, pero debió cederle a Bullrich la presidencia de la asamblea partidaria. En el consejo, finalmente Soledad Martínez, la intendenta de Vicente López, asumirá la vicepresidencia primera en representación de Jorge Macri. Y la vice segunda, pese a toda la resistencia, será para Arabia.
Los 18 vocales del PRO, quedaron divididos en tres partes: los de Macri, los de Bullrich y los de los gobernadores, que se erigen como un poder aparte. Entre los de Ciudad de Buenos Aires, estarán De Andreis, Soledad Acuña (por Macri), y Vidal, mientras que Bullrich retuvo a Arabia a dirigentes porteñas como la legisladora Silvia Imas.
Por provincia de Buenos Aires, estarán Diego Santilli y Guillermo Montenegro con peso propio, y el intendente de Tres de Febrero Diego Valenzuela. Por su parte, Bullrich ubicó a Pablo Walter (aunque también está referenciado en Ramón Lanús, intendente de San Isidro) y además está la intendenta de 9 de Julio María José Gentile.
Otro tercio pertenece al resto de las provincias: ahí se ubicaron los gobernadores Nacho Torres y Rogelio Frigerio. Bullrich colocó a Laura Rodriguez Machado, mientras que Macri mantuvo a Federico Angelini. También estaba Hebe Casado (vice de Mendoza)
“Quedó con pocos lugares Bullrich: quería el 50 por ciento y se quedó con el 20”, indicaban cerca de Macri. La clave fue el lugar que reclamaron para sí los intendentes y gobernadores.
Adentro o afuera
La ex presidenta del PRO buscó agenciarse la titularidad de la asamblea del partido, para seguir teniendo un lugar que mostrarle al presidente Milei. Su principal objetivo es que el PRO o se fusione o arme un frente con La Libertad Avanza.
Macri no descarta esto, pero considera que el apoyo a Milei tiene que ser a distancia. Luego de que probó y no consiguió armar un cogobierno, Macri se siente más cómodo en un lugar desde el cual no pueda ser arrastrado en caso de que la gestión de Milei se prenda fuego y se derrumbe.
Además, el ex presidente tiene muchas críticas a como se viene gestionando en diversas áreas de gobierno: considera que hay una seria parálisis o directamente que hay partes del Gobierno que nunca arrancaron. Culpa de esto al jefe de Gabinete, Nicolás Posse. El desprecio, al parecer, es mutuo.