Víctor Bottaniz cosiguió seguir ligado al fútbol, primero como ayudante de campo de Gustavo Alfaro, y luego como formador en Atlético de Rafaela. En la Albiceleste se dio el gusto de compartir cancha con Maradona: “Era un extraterrestre”
Víctor Lito Bottaniz edificó una vasta trayectoria, pero a la vez quedó marcado por haber quedado afuera de la lista definitiva de César Luis Menotti para el Mundial 78. Junto a él, fueron excluidos también un tal Diego Armando Maradona, de 17 años, y Humberto Bravo. “Nunca tuve un reproche para con el Flaco. Fue un golpe duro porque me ilusioné con jugar un Mundial, ya que venía de participar en juveniles. Pero lo entendí y lo acepté totalmente. No tengo rencor hacia César”, se sincera el ex lateral derecho, que igualmente acompañó a la delegación durante los siete partidos de la Copa.
Durante su carrera deportiva, Lito Bottaniz no solamente fue parte de la Selección Mayor, sino también de diferentes procesos de selecciones juveniles. Hace 50 años, el ex defensor integró el Sub 20 que viajó a disputar el Sudamericano de Chile con 14 de los 19 futbolistas por encima de la edad reglamentaria.
“Nos dieron de baja porque teníamos 20 años recién cumplidos. El reglamento indicaba que era hasta los 19 inclusive. Fue un papelón, ya que a cinco días del inicio nos avisaron que no podíamos participar”, recuerda el oriundo de Resistencia, Chaco.
Dos días antes del Sudamericano, la delegación arribó al país vecino sin reservas en Santiago de Chile ni en Arica, ciudad donde Argentina tenía la sede. Por la mala organización de la AFA, los 14 jugadores “sancionados” tuvieron que volverse en la previa al inicio y fueron reemplazados de apuro por otros jóvenes, entre ellos Alejandro Sabella y Marcelo Bielsa. Para darle tiempo a la nueva Selección, el debut argentino debió ser aplazado 48 horas, aunque su balance no fue bueno al terminar en la cuarta ubicación del torneo.
Más allá de su paso por la Albiceleste, Bottaniz nació futbolísticamente en River, pasó por Unión de Santa Fe, Racing de Avellaneda, Temperley y se retiró en Central Córdoba de Rosario. “Es bravo cuando de un día para el otro se te apaga la luz. Y no tenés más el vestuario, ni el día a día, ni a los compañeros. Era un jubilado a los 35 años”, revela en un mano a mano con Infobae.
– ¿Qué es de su vida, Víctor?
– Estoy trabajando en el área de captación de Atlético de Rafaela. Previamente estuve durante muchos años en la Coordinación general de las Divisiones Inferiores y dirigí la Reserva. Cuando se fue Lucas Bovaglio, me tocó comandar el primer equipo durante tres meses, entre un torneo y otro. Ni bien colgué los botines, arranqué trabajando en la parte formativa de este club. Luego, me fui a la Liga de Quito de Ecuador, y acompañé a Gustavo Alfaro en Rafaela y en otros clubes. Cuando él se fue a Olimpo de Bahía Blanca, no pude viajar y me separé para regresar a Atlético de Rafaela.
– ¿Qué función cumplió al lado de Alfaro?
– Fui su ayudante de campo durante muchos años; hicimos una dupla muy buena. Además, conservamos una amistad de muchos años. Lechuga está súper preparado para todo eso y lo ha demostrado en los equipos que dirigió. Te puede gustar o no la manera de jugar de sus equipos porque no es ultraofensivo, pero es respetado y muy ordenado, y obtuvo resultados increíbles. Tuvo una carrera brillante pasando por la selección de Ecuador, por Boca Juniors, Huracán de Parque Patricios. Vivió de todo en el Ascenso y en la Primera División del fútbol argentino.
– ¿Qué balance hace de su etapa como entrenador?
– Yo creo que fue más como formador que como técnico. Hemos sacado jugadores muy buenos. Atlético siempre se caracterizó por ser un club formador y se nutre mucho de su cantera. Ramiro Macagno, Matías Tagliamonte, Guillermo Sara, Lucas Blondel, Ignacio Pussetto, Leo Godoy, Matías Godoy, Juan Cruz Esquivel, entre otros. El dinero que ingresa al club es invertido en el complejo para formar juveniles, para mejorar las canchas y hacer el mantenimiento del club.
– ¿Cuál es el futbolista que más le llamó la atención?
– Por el progreso que tuvieron rápidamente son dos: Blondel, que arrancó desde atrás y llegó al equipo de Reserva para luego debutar en Rafaela, irse a Tigre y recalar en Boca, y Enzo Copetti, que la rompió en Racing y hoy se encuentra en el fútbol de los Estados Unidos.
– ¿Cómo fueron sus inicios con la pelota?
– A los 10 años me fui a probar a River Plate y tuve la suerte de me ficharan. Hice todas las inferiores hasta 1975 que fui a préstamo a Unión de Santa Fe. El Tatengue hizo uso de la opción, me compraron y estuve cuatro años. En 1979 pasé a Racing Club, que compró mi ficha en una época difícil. Luego, volví al Tatengue, pasé luego a la Academia hasta 1984 que me fui a Temperley. Recalé en Unión por tercera vez y me retiré en Central Córdoba de Rosario. Además, jugué el torneo Nacional para Argentino de Firmat, siendo campeones.
– ¿Quién le abrió las puertas del Millonario?
– Yo nací en Resistencia, Chaco, pero me crié en Reconquista, Santa Fe. Como mi papá trabajaba en el Ferrocarril, lo trasladaron a Buenos Aires. Entonces, empecé a estudiar y me fui a probar a River por recomendación de Oscar Pinino Más. Pasé la prueba y quedé. Arranqué como delantero. Comencé a competir en Novena División e hice toda la escalerita, de categoría en categoría. Debuté en 1973 con 17 años de la mano de Delém y, más tarde, lo tuve a Pipo Rossi previo a pasar a Unión.
– Arrancó jugando de delantero, pero terminó como defensor. ¿Cómo fue ese cambio?
– Eso los manejaron los entrenadores. Cuando sos chiquito, corrés detrás de la pelota, y entonces me fueron ubicando en defensa. Después, como era flaco y largo me ubicaron en la mitad de cancha. También, alternaba como primer marcador central y de lateral derecho. A mí me gustaba, y de esta manera rendía e hice todas las Divisiones Inferiores de lateral derecho. Hubo partidos que jugué hasta de volante derecho. Tuve la suerte de andar bien. Me adapté a esa posición, ya que siempre marqué goles en esa posición. Tuve la suerte de jugar en la selección argentina. Hoy sigo ligado al fútbol, pero desde la docencia.
– ¿En la selección argentina arrancó de muy jovencito?
– Sí, mi primer torneo fue en Cannes en 1972 con elSsub 18 que luego se transformó en el torneo de Toulon. En aquel año perdimos la final contra Brasil por la cantidad de tiros de esquina. Empatamos 1 a 1 y Brasil tenía tres córners a favor contra dos nuestros, y nos terminaron ganando. Era muy curioso, con el tiempo lo sacaron eso y llevaron la definición al punto penal. En esa época, se premiaba al equipo que tenía mas córners a favor. En caso de igualdad, se jugaba un alargue. De esta manera, te muestra que ganaba el equipo que más atacaba sobre que el que más se defendía. Luego, fui parte del Sudamericano Sub 20 de Chile de 1974
– Se cumplen 50 años de ese torneo. ¿Qué fue lo que le pasó al seleccionado sub 20 argentino en Chile?
– Hicimos toda la previa en la ciudad de Arica y, cuando estábamos por jugar, nos dieron de baja porque teníamos 14 de los 19 futbolistas con 20 años recién cumplidos. El reglamento indicaba que era hasta los 19 inclusive. Así que, si ya tenías 20, no te dejaban jugar. Fue una experiencia rara, un papelón, ya que a cinco días de comenzar el torneo nos avisaron que no podíamos participar. Revisaron los documentos y estábamos pasados de la edad correspondiente para el Sub 20.
– ¿Cómo se solucionó el problema?
– La AFA tuvo que hacer una movida rápida para cambiar los 14 jugadores, entre ellos estaba yo. Muy mala organización. Fue una tristeza bárbara por el solo hecho de habernos preparado para jugar el Sudamericano y no poder hacerlo. Nos estuvimos preparando durante cuatro meses. El entrenador era Ernesto Duchini, aunque viajó como técnico Florencio Doval. Quedamos afuera con el Negro Ortiz, Nestor Chirdo, Juan Carlos Delménico, Enzo Trossero, Julio Asad, José Scalise y Victor Mancinelli, entre otros.
– ¿Es verdad que llegaron a Chile y no sabían en qué hotel iban a hospedarse?
– Sí, es verdad. Fuimos directamente a Arica, la ciudad de la eterna primavera la llaman, y no teníamos donde dormir. Hubo un problema en el hotel donde íbamos a parar, porque ya se encontraba hospedado el plantel de Perú. Viajamos con mucha ilusión de jugar y nos volvimos sin poder hacerlo. Desde lo organizativo, no fue lo mejor.
– ¿Esa situación puso en duda la organización del Mundial 1978?
– Sí, se decía que Argentina no estaba en condiciones de organizar dicho Mundial, pero cuando agarró César Luis Menotti el seleccionado argentino todo mejoró. Fue a partir de 1976, año que hubo una organización muy buena. Se empezó a trabajar con la Selección del Interior y el Flaco recorría todo el país. Con él, la parte organizativa de la AFA fue diferente. Lo del Mundial 78, mas allá de las dudas que existieron, estuvo muy bien organizado a pesar de la dificultad de armar nuevos estadios.
– ¿Les tocó inaugurar el estadio de Mar del Plata?
– Sí, recuerdo que un día fuimos a entrenar y le habían puesto un césped nuevo, pero se levantaba todo ya que lo construyeron muy a las apuradas y había quedado muy mal. Después, llegó bien a la Copa, aunque no crecía bien el césped. Hoy, en los Mundiales todo está super bien organizado.
– ¿El único estadio que estaba en condiciones para el Mundial 78 fue el Monumental?
– No, tampoco, porque estaba bastante picado y el césped no era tan bueno. Con la Mayor fuimos por la noche varias veces a entrenar, a hacer fútbol previo al Mundial y el césped se rompía bastante, y había que hacer periodo cortos de partidos porque se levantaba. En definitiva, no llegó bien el césped al Mundial.
– ¿El Flaco Menotti le abrió las puertas a la Selección Mayor?
– Sí, fue el que me citó por primera vez para hacer la pretemporada con la Selección de cara al Mundial. Arrancamos 25 jugadores y luego tuve la mala suerte de quedar afuera de la lista. El entrenador de su momento, el Gitano Juárez, habló con el Flaco y me recomendó. Siempre fui un agradecido por lo que hizo a pesar de haber sido la contra en una misma ciudad, ya que yo jugaba en Unión de Santa Fe.
– Llegar a la Selección le permitió jugar con Diego Maradona. ¿Cómo definiría a Pelusa?
– Un extraterrestre. Era disfrutarlo viéndolo jugar. Diego no estuvo citado en el inicio de la pretemporada de la Selección Mayor en Mar del Plata. Él venía con Abel Alves, ya que el Flaco lo estaba preparando con la idea de llevarlo de a poco. Ambos iban a jugar el Mundial Juvenil 79 en Tokio, Japón. Luego, Maradona se quedó con nosotros y venía a diario a entrenar hasta que se empezó a generar dudas por la llegada de Norberto Alonso. El Beto tampoco había sido convocado al inicio. Por la lesión de Julio Villa, se dudaba si Diego iba a disputar la Copa del Mundo, pero Menotti, cuando dio la lista de 23, lo dejó afuera, como también a mi y a Humberto Bravo.
– ¿Qué motivo le dio Menotti de porque quedó afuera de la lista?
– Ninguno. Habló en el momento que debía hacerlo, cuando dio la lista definitiva y ahí nos nombró a los tres: Bravo, Maradona y a mí. Luego, no dijo más nada. Yo lo entendí. Además, era uno de los que menos experiencia internacional tenía. Nunca tuve un reproche para con el Flaco. Todo lo contrario, siempre fui un agradecido porque me enseñó mucho futbolísticamente. Fue un golpe duro, sin dudas, porque me ilusioné con jugar un Mundial, ya que venía de participar en juveniles. Pero lo entendí a César y lo acepté totalmente, no tengo rencor hacia el Flaco. Por el grupo que se había formado, estuvo bien. Los 22 cobraron un poco menos, ya que repartieron el dinero entre 25 partes, sumando a los tres que nos quedamos afuera.
– ¿Quién se encargó de repartir el dinero?
– El Profesor Ricardo Pizzarotti repartió la plata. Cada uno cobraba cuando liquidaba FIFA y de ahí, el profe juntada la plata y repartía. Lo fueron pagando en cuotas y nos iba repartiendo el dinero. Resulta que habíamos regresado a nuestros clubes y un día te aparecía Pizzarotti con dinero en la mano para darte tu parte por haber ganado la Copa. Fuen en tres cuotas y alrededor de 20 mil dólares para cada uno. No era tanta plata comparado a lo de hoy. Pero era buena para los que estábamos jugando en un equipo chico.
– ¿Le costó prender la televisión para ver el Mundial 78?
– Yo seguí concentrado con los muchachos. Me quedé hasta el último día. Entrené a la par de ellos y era uno más. Nos pidieron que no nos fuéramoss, pero Bravo viajó a Córdoba porque tenía un problema familiar. Maradona dejó la concentración, pero venía todos los días a entrenar. Yo me quedé porque vivía en Santa Fe y, aparte, me sentía uno más del grupo, participaba en todos los entrenamientos. Mas allá de no haber jugado, es como si lo hubiese jugado el Mundial 78. Fue fantástico y una experiencia inolvidable.
– Para España 82, ¿lo citó Menotti?
– Ya no, porque no me encontraba bien físicamente. No había tenido un buen año, ni tampoco continuidad. Hablé con el Flaco, pero no me citó. Arrastraba una lesión en una de mis rodillas, que me había marginado de las canchas por dos meses. No tuve la suerte de tener una nueva oportunidad.
– ¿A qué edad colgó los botines?
– A los 35 años. Me retiré luego del último año que jugué en Central Córdoba de Rosario. Estaba cansado del fútbol profesional, me había saturado. Además, comencé a jugar en el seleccionado argentino Senior y eso me motivó a no extrañar tanto el fútbol profesional, ya que viajamos a Brasil, a Austria y a los Estados Unidos. Una selección de veteranos que compartí con Mario Kempes y enfrentamos a Frank Beckenbauer. Estuvo bueno, le ganamos la final a Brasil y me ayudó a que no fuera tan traumático el post retiro. Seguía jugando sin la obligación de entrenar a diario. Viajamos por el Interior del país y por el exterior y, como no teníamos mayores compromisos, nos divertíamos y jugábamos. Fueron cuatro años en el Senior y resulto ser el puntapié inicial para decir “hasta acá llegue”.
– ¿La etapa más difícil para un futbolista es el post retiro?
-Sí. Era un jubilado a los 35 años y, si no hiciste una base económica, es complicado seguir. Porque dejás de tener un ingreso importante, aunque no me hacía millonario con lo que cobraba en mi época. Costaba vivir el día a día porque los clubes no pagaban a tiempo y se hizo complicado. Hoy es diferente, y cuando sos joven tenés la posibilidad de irte al exterior y hacer una diferencia importante para salvarte de por vida.
– ¿Pudo hacer una base económica para vivir cómodo luego de colgar los botines?
– Sí, el fútbol me dio la posibilidad de tener lo mío y poder seguir como ahora, trabajando en algo que me gusta. No lo hago por necesidad, sino porque me limpia la cabeza y con la idea de aportarle mi experiencia a los jóvenes. El fútbol hoy da una gran posibilidad de llevar adelante una buena vida. Yo manejo 200 chicos que van detrás de una ilusión, y para eso hay que prepararse. También, mucho tiene que ver con la gente que trabaja en la formación. Tal vez, trabajás toda tu vida y no podés comprarte una casa, pero pegás tres patadas, hiciste cinco goles y ganás 100 millones de dólares gracias al fútbol y te salvás de por vida. Entonces, este deporte te da un buen pasar y la posibilidad de tener lo tuyo, ya que seguramente sí trabajás como una persona normal es mucho más difícil juntar el dinero.