Una caravana de más de 10.000 migrantes que partió en Nochebuena desde la frontera sur de México se dirige hacia Estados Unidos, en vísperas de una reunión entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y una delegación enviada por su homólogo estadounidense, Joe Biden, para abordar la crisis migratoria en la frontera entre ambos países.
Los miles de migrantes de 24 nacionalidades comenzaron su caminata desde la ciudad fronteriza de Tapachula, en el sureño estado mexicano de Chiapas, la madrugada del domingo bajo el nombre de “Éxodo de la pobreza”, según una pancarta que portaba la vanguardia de la marcha. Protestan contra la rigidez de las autoridades migratorias locales de brindarles permisos para circular por el territorio mexicano para avanzar hacia Estados Unidos.
“Fue tal vez una orden que les dio los Estados Unidos, no sabemos, pero hay un tapón y un nudo humano que está reflejado en este grupo de personas que hoy encabezamos”, dijo a la prensa Luis García Villagrán, activista y organizador de la caravana. “Le decimos al estado mexicano que no nos deja otra más que caminar por la carretera costera y avanzar lo más posible”, indicó.
Luis Cruz Antúnez, hondureño de 48 años, lleva seis meses haciendo trámites sin éxito para conseguir el permiso migratorio. “Queríamos salir en orden, con todas las de la ley, pero no nos dejaron”, declaró a la agencia de noticias AFP. “Dejé mi país buscando cambiar ese ámbito de pobreza. Es difícil porque la situación se torna triste, melancólica, pero no tenemos otra”, agregó.
Reunión México-EE.UU.
La movilización se produce previo a la reunión para tratar la problemática migratoria que tendrán este miércoles López Obrador y la comitiva norteamericana encabezada por el secretario de Estado, Antony Blinken, acompañado del secretario de Seguridad Nacional y encargado de la política migratoria estadounidense, Alejandro Mayorkas, y la asesora de Seguridad de la Casa Blanca Liz Sherwood-Randall.
El Departamento de Estado informó en un comunicado que la delegación buscará la adopción de medidas que permitan la reapertura de todos los puertos fronterizos. En ese sentido, el jefe de la diplomacia estadounidense insistirá en el cumplimiento de la Declaración de Los Ángeles, en la que una veintena de países latinoamericanos, incluido México, se comprometieron a dar vías legales de estancia a los migrantes para que no todos vayan a Estados Unidos.
El encuentro fue acordado por los mandatarios de ambos países el jueves pasado cuando Biden llamó a López Obrador preocupado por la magnitud de la crisis migratoria, que llevó a su país a cerrar varios puertos fronterizos durante algunos días. La Cancillería mexicana explicó que fue López Obrador quien invitó a la delegación estadounidense a visitar México. También subrayó que el presidente recalcará la necesidad de atender las causas de raíz de la migración forzada, como la pobreza en Centroamérica.
Restricciones norteamericanas
La semana pasada, Estados Unidos cerró durante cinco días los cruces fronterizos de ferrocarriles de Eagle Pass (Texas) con Piedras Negras (Coahuila) y de El Paso (Texas) con Ciudad Juárez (Chihuahua), además de los pasos de vehículos y personas en Lukesville (Arizona) y San Ysidro (California). La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, en inglés) justificó la medida porque tuvo que destinar su personal en esos puntos al procesamiento de migrantes, mientras que las patronales mexicanas denunciaron pérdidas millonarias en el comercio bilateral.
Paralelamente, la Administración demócrata está negociando con los republicanos nuevas medidas restrictivas en la frontera para lograr que los conservadores levanten el veto que mantienen en el Congreso al envío de ayuda a Ucrania. En ese marco, la Casa Blanca está evaluando la posibilidad de restaurar el Título 42, una política aplicada durante la pandemia de covid-19 por el expresidente Donald Trump que permitía deportar de forma inmediata a indocumentados sin darles la oportunidad de pedir asilo. La aplicación de esta medida afectaría directamente a México dado que la mayoría de personas serían devueltas a ese país.
La Administración de Biden levantó en mayo el Título 42 y lo sustituyó por otras medidas que intentaban limitar la llegada de personas en la frontera y restringir el acceso al asilo. Sin embargo, no consiguió el efecto deseado, en medio de un aumento global en el movimiento de personas, motivadas por la búsqueda de mejores oportunidades económicas en EE.UU. y huyendo de diferentes crisis sociales y políticas en América y otros lugares del mundo. La Oficina de Aduanas detuvo en noviembre a 242.000 migrantes en la frontera con México y detectó un repunte histórico de llegadas de indocumentados en los primeros días de diciembre.