El cuatro de enero Rishi Sunak anunció públicamente cinco objetivos con los que esperaba que el pueblo británico juzgara su mandato. Hoy con el laborismo 20 puntos por delante en las encuestas y una casi certeza de elecciones anticipadas este abril, las metas que prometió el primer ministro para generar apoyo se le han convertido en un salvavidas de plomo.
En su momento reducir la inflación a la mitad, reactivar la economía, bajar el déficit público, disminuir la lista de espera del Servicio Nacional de Salud y el número de cruces ilegales en bote hacia el Reino Unido sirvieron para comunicar un proyecto de gobierno para Sunak que había reemplazado a Liz “la breve” Truss quien había sustituido al errático y corrupto Boris Johnson, todo en un período de cinco meses. En un artículo en su página web esta semana la BBC concluye que Sunak solo podrá cumplir con una de sus promesas – la inflación – siempre y cuando los datos que se darán a conocer a mediados de enero confirmen la tendencia de los primeros nueve meses del año.- Así las cosas más que un faro para seducir al electorado, los cinco compromisos son un nudo cada vez más ajustado al cuello de los conservadores.
La actividad económica está paralizada. Según las últimas estadísticas hasta octubre hubo un estancamiento que se sumaba a las cifras recesivas de la pandemia. En noviembre la Oficina de Responsabilidad Fiscal, termómetro autárquico de la salud de la economía nacional, pintó un oscuro panorama a futuro: un crecimiento anémico del 0,7% en 2024 y del 1,4% en 2025. Este dato macro no sorprende dada la ortodoxa estrategia anti-inflacionaria adoptada. El Banco de Inglaterra subió 14 veces la tasa de interés desde el año pasado para contener el alza de los precios, lo que redujo el consumo doméstico, duplicó alquileres e hipotecas y ralentizó la economía que depende en un 80% de su mercado interno.
Otra promesa incumplida es la deuda pública. Según las estadísticas de octubre representan un 97,8% del PIB británico: era un 60 % cuando asumieron los conservadores con Boris Johnson en 2019. La pandemia y la guerra en Ucrania tuvieron un claro impacto en esta suba. Los intereses mensuales aumentaron con Boris Johnson, se desmadraron en las siete semanas de Liz “la breve” Truss y están hoy en torno a las 10 mil millones de libras mensuales (unos 12 mil millones de dólares). Aún así en diciembre el primer ministro aseguró públicamente que la deuda estaba cayendo y fue inmediatamente desmentido por los organismos oficiales. Entre otros la Oficina de Estadísticas criticó duramente a Sunak por sus declaraciones y aclaró que la situación era exactamente al revés: la deuda está aumentando.
La pesadilla del NHS
Estos datos de la macro llegan al público como malas noticias en el frente económico, pero tienen un impacto más indirecto o focalizado en el humor social. El aumento de la deuda contribuye a las restricciones del gasto en algunas partidas que afectan especialmente a ciertos sectores de la sociedad. La menor actividad ha provocado caídas en las ventas, dificultades para las empresas y el empleo y fluctuaciones en la recaudación fiscal.
No hay manera, en cambio, de amortiguar o invisibilizar lo que pasa en el Servicio Nacional de Salud (el NHS). En enero Sunak reconoció que las listas de espera eran inaceptables y prometió “reducirlas para que la gente tenga el tratamiento que corresponde mucho más rápidamente”. El problema se remonta a los 13 años de austeridad conservadora. En 2014 las listas de espera superaron la marca de los tres millones de pacientes, llegaron a 4 millones en 2017, rozaron los cinco justo en la pre-pandemia. En octubre se reveló que son más de 7.700.00. Esto se reproduce en el tratamiento de enfermedades graves como el cáncer: un 40% sufre demoras en la atención médica. Igualmente serio es el aumento de casos no detectados a tiempo por las largas listas de espera. Esto está causando pánico en muchos británicos, preocupación en el resto. Se sabe. Con el cáncer un diagnóstico a tiempo es clave en la prognosis de vida o muerte del paciente.
A esto se ha sumado el congelamiento salarial entre 2010 y 2023 que ha generado un año de protestas de médicos, personal de enfermería y administrativos que agravaron una situación ya crítica. En enero se esperan nuevas medidas de fuerza de los doctores “junior”, los peor pagados del NHS. Las vacantes de puestos en el Servicio alcanzan a un 10%. En las encuestas hay un marcado pesimismo respecto a la política de salud de los conservadores.
A los botes
El gobierno está apostando a dos cartas para una elección anticipada en abril: mejora en los índices inflacionarios combinados con una reducción impositiva y una política dura inmigratoria. La inflación es la promesa que, según la BBC, el gobierno podría cumplir. De la mano de la reducción de los precios energéticos internacionales en los últimos 12 meses ha bajado de más del 10% a un 4,6% en octubre. El índice que se dará a conocer en enero no debería variar este número.
Un claro indicador de si habrá adelantamiento del calendario electoral será el presupuesto de marzo. Si tal como predicen los analistas, el ministro de finanzas Jeremy Hunt anuncia una reducción impositiva, habrá elecciones anticipadas en la primavera británica. Otro indicador de esta voluntad electoralista es el quinto compromiso de Sunak: reducir el número de gente que entra ilegalmente al Reino Unido en lanchas.
Sunak prometió que era esencial “to stop the boats” como parte de su agenda anti-inmigratoria. El número se redujo en un tercio respecto a 2022, pero aún así, casi 30 mil personas ingresaron al país cruzando el canal de la Mancha en botes y precarias embarcaciones (peligrosísima travesía en la que murieron más de 64 personas desde 2018). En un intento de disuadir este “viaje de la muerte”, el primer ministro está impulsando un polémico proyecto de ley para enviar a todos los que soliciten asilo en el país a Ruanda. El proyecto tuvo una aprobación en su primera instancia parlamentaria, pero pasó a la Cámara de los Lores y será sometido a una segunda votación en la de los comunes en enero.
Sunak se ha comprometido a endurecer el proyecto para seducir al ala dura del partido, pero corre el riesgo de que los moderados se alíen a la oposición porque consideran que la ley “viola los compromisos internacionales del Reino Unido”. En caso de derrota parlamentaria, el Partido Laborista, con el apoyo del resto de la oposición, exigirá elecciones anticipadas: a Sunak el tiro le habrá salido por la culata.
En caso de victoria, enfrentará nuevas impugnaciones judiciales que demorarán su implementación, pero el primer ministro podrá argumentar que está en camino de cumplir su promesa. El éxito le serviría a Sunak para conseguir apoyo de sus bases partidarias que nunca le han perdonado del todo su rol en la caída de Boris Johnson. No le solucionará, sin embargo, el déficit que tiene en las encuestas y su baja popularidad con el conjunto del electorado. A pesar de los titulares, la presión mediática y la polémica, la inmigración y los “boat people”no figuran entre las prioridades de la población mucho más ahogada por urgencias económico-sociales.