La frenética y accidentada danza de nombres del gabinete de Javier Milei cerró el jueves con un déjà vu. Patricia Bullrich, la otrora adversaria del presidente electo (a la que acusó de poner bombas en jardines de infantes), regresa a la nave nodriza: el Ministerio de Seguridad. Las negociaciones encabezadas por Mauricio Macri rindieron sus frutos y, a partir de diciembre, Bullrich volverá a la cartera en la que, durante el gobierno macrista, hizo crecer su imagen pública a fuerza de políticas represivas que derivaron en la muerte de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel.
No fue, sin embargo, el único casillero que el ex presidente logró pintar de amarillo: Luis “Toto” Caputo —el “Messi de las finanzas” de Macri— pasará a encabezar el Ministerio de Economía de una presidencia que, cada vez más, se asemeja a un cogobierno libertario PRO. El paso al costado de Emilio Ocampo y el desplazamiento de Carolina Píparo no hicieron si no intensificar el clima de la jornada: Milei al gobierno, Macri al poder.
De salir tercera en las elecciones generales a pactar una alianza con su antiguo contrincante y, finalmente, cobrar por los servicios prestados: Patricia Bullrich regresa, después de cuatro años, al Ministerio que catapultó el último tramo de su carrera política. Su CV, sin embargo, es extenso. Milei, en repetidas ocasiones durante la campaña, se encargó de recordarle despectivamente su pasado montonero. El peronismo, en cambio, se ocupó de recordarle su pasado más reciente: la ministra de Seguridad Social de la Alianza que le recortó un 13 por ciento a los jubilados y, luego, la ministra de Seguridad del macrismo que hizo de la mano dura y la represión su marca personal. Ambas le pesaron factura en octubre, cuando, después de haberle ganado la interna a Horacio Rodríguez Larreta, apenas si logró sacar el 23 por ciento de los votos.
Pero lo que no le dieron los votos, se lo dio el verdadero asesor en las sombras del presidente electo, Mauricio Macri. Después de torpedearle la campaña, de vaciarla de poder mientras elevaba a Milei —quien llamaba a Bullrich “su segunda marca”—, la trajo de nuevo al ruedo para ubicarla en el mismo puesto que le había concedido en 2015. En La Libertad Avanza, sin embargo, aclararon a este diario que las conversaciones fueron con ella. Le reconocen, hace tiempo, su paso por la cartera durante el macrismo, que no estuvo si no marcada por la represión brutal y la defensa de policías involucrados en casos de violencia institucional, como el caso de Luis Chocobar (quien asesinó por la espalda a Juan Pablo Kukoc, un asaltante que en 2017 apuñaló a un turista en La Boca).
No por nada, uno de los primeros en salir a expresarse sobre el retorno de Bullrich a la cartera de Seguridad fue Sergio Maldonado: “Me empiezo a preocupar más por mi que por la causa de Santiago. Es la persona que nos espió, que nos persiguió y que me dijo, en una reunión de 2018 en Mar del Plata, que me la tenía jurada”, detalló, en diálogo con la AM750, después de participar de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo. Sergio viene reclamando Justicia hace seis años por la muerte de su hermano, Santiago, quien fue encontrado muerto en el río Chubut 78 días después de haber desaparecido tras un operativo de Gendarmería contra una comunidad mapuche en Resistencia de Cushamen. Desde el primer día, Bullrich redobló la apuesta, no solo negando la desaparición de Maldonado, sino persiguiendo a su familia, espiándola y profundizando una estrategia de demonización de las comunidades mapuches en el sur.
El mismo modus operandi se vio, unos meses después, con la muerte de Rafael Nahuel, el chico de 22 años asesinado de un disparo por la espalda por un integrante del grupo Albatros de la Prefectura Naval. Nahuel era parte de la comunidad Lafken Winkul Mapu, en Río Negro, y perdió la vida como resultado de un operativo brutal muy similar al que derivó en la muerte de Maldonado. También en este caso, la estrategia de Bullrich fue defender la teoría de las fuerzas de seguridad, afirmando que se había tratado de un enfrentamiento y negándose a investigar a los culpables.
“Ya tiene la experiencia de lo que hizo. Va a reforzarla“, advirtió Sergio Maldonado. En medio, las tensiones dejaron sin un casillero a Victoria Villarruel: el presidente electo había dicho durante la campaña que Seguridad era una de las dos áreas junto a Defensa reservadas para su vice en la repartija de poder.
La danza de nombres
Más allá de la designación de Bullrich, el jueves estuvo marcado a fuego por la frenética danza de nombres para los cargos —aún vacantes— del futuro gabinete de Javier Milei. Nombres que se subían solo para ser bajados a las pocas horas; nombres que estaban comprometidos desde el comienzo de la campaña y que, repentinamente, decidían dimitir; nombres de aliados que, rápidamente, eran reemplazados por aliados más nuevos: la organización del gabinete de Javier Milei era un quirófano a cielo abierto con un segundo en discordia —Mauricio Macri— que le disputaba el bisturí a cada hora.
La bomba de Emilio Ocampo, el gurú de la dolarización mileista, que renunciaba antes de asumir fue solo el preludio. Ocampo no era un nombre más en el esquema de LLA, sino que había sido el primer funcionario que Milei anunció para integrar su gabinete allá por octubre y era el hombre que, supuestamente, se encargaría de dinamitar el Banco Central “desde adentro”. La noticia de que “Toto” Caputo —el exministro de Finanzas de Macri y el autor del endeudamiento a 100 años— podría encabezar el Ministerio de Economía, sin embargo, terminó haciendo que Ocampo prefiriera dar un paso al costado.
Después de Ocampo, llegó la segunda bomba: Carolina Píparo, que ya había sido confirmada como futura titular de la Anses, no asumiría, finalmente, ese cargo. La noticia fue confirmada por los propios voceros de Milei apenas unas horas después de que la propia Píparo hubiera salido a agradecerle al presidente electo por designarla al frente del organismo: “El lunes 27 me reuniré con Fernanda Raverta para iniciar la transición. A los trabajadores de ANSES que cumplen con sus tareas les quiero comunicar que no se dejen atemorizar por campañas del miedo ni trascendidos. Como siempre, en cada lugar que estuve, voy a dar lo mejor de mí y a trabajar todos los días para que cada persona que necesite de la ANSES reciba de nosotros la mejor atención posible”, tuiteó, pasadas las 3 de la tarde, la excandidata a gobernadora bonaerense. Ya a las 5, sin embargo, comenzaron los rumores de que no asumiría y que, en cambio, Milei estaba negociando para que entrara el ministro de Finanzas de Juan Schiaretti, Osvaldo Giordano.
“El tipo está loco”, afirmaba, atónito, un importante dirigente del PRO mientras observaba, minuto a minuto, las nuevas confirmaciones y desmentidas. El nivel de improvisación del diseño del organigrama del nuevo gobierno preocupa hasta los propios, que observan como Milei teje y desteje acuerdos en base a impulsos o nuevas necesidades. El caso de la presidencia de la Cámara de Diputados es un ejemplo: el lugar le había sido prometido a Cristian Ritondo, a modo de gesto de alianza con el PRO en un recinto reactivo a LLA, sin embargo, con el correr de los días, Milei comenzó a inclinarse por Florencio Randazzo, con la fantasía de lograr así una mayor cercanía con determinados sectores del peronismo. “Estamos en las manos de Calígula”, ironizó un dirigente bonaerense.