Innovación ambiental: Una escuela santafesina creó un bono de compensación de carbono

El colegio Alberto Monti de la ciudad de Santa Fe se convirtió en la primera institución escolar de Argentina en generar un activo económico a partir del ahorro de su huella de carbono. A través de la propuesta, denominada “Bono Amparo”, los estudiantes de 3° año calcularon cuántas emisiones de dióxido de carbono generan sus prácticas cotidianas y se comprometieron a reducir ese registro. Por esa disminución, la institución educativa creó un bono auditado por la provincia de Santa Fe que pueden vender a empresas de la zona, que compensan así sus propias emisiones de carbono.


“Este trabajo, inédito en Argentina por parte de una institución escolar, demuestra un claro compromiso con el cuidado del ambiente y habla de aprendizaje e innovación en la materia”, comentó la ministra de Ambiente y Cambio Climático, Erika Gonnet.


“Nuestra provincia cuenta con una Ley de Acción Climática, sancionada en el año 2020, que en sus articulados prevé este tipo de acciones.  Una normativa novedosa que a lo largo del  tiempo va a dejar un piso sobre el cual trabajar.”, agregó Gonnet.


“En un contexto en dónde se discute la importancia de las políticas ambientales, y el rol activo del Estado y la sociedad en relación al Cambio Climático, estos jóvenes nos dan una lección clara e innovadora de cómo cuidar nuestra Casa Común”, finalizó la mandataria.


“A nivel internacional, existe un mercado voluntario de bonos de compensación que está siendo desarrollado por empresas privadas, pero nunca una institución educativa en el país había abordado la temática. Esto no es por falta de iniciativa de las instituciones sino por la complejidad del tema”, explicó el subsecretario de Tecnologías para la Sostenibilidad, Franco Blatter.


“Muchas de las herramientas para mitigar el cambio climático tienen un lenguaje complejo para el ciudadano común, incluso participar de las mismas lleva la necesidad de disponer de mucho capital, como por ejemplo crear parques eólicos o solares”, agregó Blatter.


“Lo disruptivo del proyecto Bono Amparo fue reconocer que cualquier ciudadano puede participar, y que las pequeñas acciones también configuran un capital económico y ambiental. El proyecto es interesante porque nace de una propuesta educativa, y esto es fundamental para el fortalecimiento de la educación ambiental integral, porque genera continuidad del tema y forma a los chicos para transformar la realidad social”, finalizó el subsecretario. 


BONO CARBÓNO
Se entiende por bono de carbono a un activo económico que se genera a partir del ahorro de emisiones de carbono, en este caso, por parte de una comunidad escolar. Una vez creado, la escuela lo puede ofrecer en el mercado para que las empresas que lo adquieran equilibren los impactos ambientales de sus actividades económicas. De este modo, se crea un mercado voluntario de créditos de compensación ambiental.

En ese sentido, actualmente existen calculadoras online que arrojan mediciones pero a escala individual, por lo que desde la institución en conjunto con el Ministerio de Ambiente y Cambio Climático, se trabajó para estimar la contaminación generada por la comunidad. El proyecto comenzó en el mes de mayo y contó con varias auditorías desde la subsecretaría de Tecnologías para la Sostenibilidad del Ministerio.  

El Bono Amparo tiene un valor de 45 dólares y puede ser adquirido por empresas o personas particulares que quieren reducir su huella de carbono. La escuela generó un total de 119 bonos que a valor de mercado les permitirá recaudar hasta 5.000 dólares para la institución por esta iniciativa.